Los capitales de Bourdieu
Está estudiado. Ronda los 15 segundos. Ése es el tiempo que tardamos en crearnos una imagen sobre una persona a la que acabamos de conocer. Por lo tanto: ése es el tiempo que tarda una persona en crearse una primea idea sobre nosotros. Y, como ya sabemos, las primeras impresiones son muy, pero que muy importantes. Sobre todo cuando se trata de ligar. Puede costar mucho el cambiar el signo de la primera impresión, en especial cuando esa primera impresión no es, por expresarlo de un modo suave, demasiado favorable. Por eso hay que esforzarse en dar la mejor imagen de nosotros mismos.
Para dar la mejor imagen de nosotros mismos es fundamental una cosa: mirarnos a nosotros mismos. Asomarnos al espejo. El espejo nos dirá lo que ven los demás cuando nos ven por primera vez.
Y lo que los demás ven por vez primera en nosotros (o intuyen) es el resultado de la confluencia de cuatro elementos. Esos elementos fueron analizados por el sociólogo francés Pierre Bourdieu. Bourdieu, en asociación con Jean-Claude Passeron, perfiló en su obra La Reproducción, editada en 1973, la llamada “teoría de los capitales”. En dicha obra, Bourdieu y Passeron esbozaron tres tipos de capital.
Posteriormente Bourdieu añadió un cuarto. Veamos cuáles son esos tipos de capital:
- Capital económico. En este apartado incluiríamos nuestros bienes y riquezas. El poseer, sin duda, da una seguridad que no proporciona el no poseer. La persona que disfruta de una holgada situación económica posee un plus de autoestima que le permite, llegada la hora de intentar ligar, mostrarse más segura.
- Capital social. En este tipo de capital incluimos una capacidad: la de acceder o poder recurrir a determinados grupos sociales.
- Capital cultural. En este apartado incluiríamos nuestros conocimientos. Como vimos en nuestro artículo “Importancia del nivel educativo a la hora de ligar”, la cultura que posea un hombre influye, cada vez más, a la hora de ser vista como un “buen partido” o, lo que es lo mismo, una persona potencialmente atractiva a los ojos de las mujeres que estén decididas a escoger una pareja entre las opciones que se le presenten.
- Capital simbólico o erótico. El capital erótico sería algo así como la combinación de atractivo estético, social y sexual que las personas ejercen sobre el resto de la sociedad y en especial sobre el otro sexo.
El capital erótico según Catherine Hakim
Cuando se habla de capital erótico resulta inevitable hablar de la socióloga de la London School of Economics, Catherine Hakim. Es ella la responsable de que se haya popularizado el concepto de “capital erótico”. Hakim se preguntó por qué los estudios sociológicos habían prestado especial atención a los tres primeros tipos de capital (el económico, el social y el cultural) y habían dejado de lado algo que, en el fondo, es tan antiguo como el ser humano: el capital erótico.
Que el hombre sea, en esencia, un animal es lo que explica la importancia capital del capital erótico en nuestros ritos de seducción y apareo. No importa que nuestros deseos e instintos hayan sido canalizados, modificados y “pulidos” por la cultura y por nuestros procesos de socialización. El animal que hay en nosotros ejerce su peso y ese peso es determinante en todo proceso de seducción.
Es decir: lo que debemos procurar es optimizar al máximo nuestros capitales para, así, utilizar la imagen, la presencia y el carisma que proyectamos para, en virtud de esos factores, seducir a nuestro objetivo. Esto, que puede ser válido para comerciales y políticos, es válido, también, para todas aquellas personas que quieran ligar. Ellas, más que ningunas, deberán potenciar y servirse de su capital erótico para alcanzar dicho objetivo.
Catherine Hakim defiende en su obra Capital erótico. El poder de fascinar a los demás el que la mujer se sirva de su atractivo (pues eso, en definitiva, es el capital erótico: el atractivo físico de la persona, algo tan viejo como el mismo mundo) para alcanzar sus objetivos. Catherine Hakim es, en definitiva, una acérrima defensora de lo que siempre hemos llamado “armas de mujer”. Hakim viene a decir: si la mujer posee esas armas… ¿va a renunciar a usarlas? ¿En nombre de qué principio? ¿Del principio del feminismo? Si una mujer no anda sobrada de capital económico, cultural o social… ¿va a renunciar a usar, si lo posee, ese plus de capital erótico que puede ayudarla a diferenciarse y a prevalecer sobre una “competidora”? Y lo mismo que sirve para las mujeres sirve, para Catherine Hakim, para los hombres. ¿Por qué va a renunciar un hombre guapo a esa baza a la hora de jugar la partida de ligar?
Las tesis de Catherine Hakim resultan inasumibles para las feministas radicales y también para muchos especialistas que argumentan que la defensa del capital erótico y su hipervaloración condena a muchas personas a sentirse físicamente inferiores y disonantes con los estándares de belleza socialmente vigentes y publicitados una y mil veces por el marketing. Uno de los críticos más furibundos y documentados contra el concepto de capital erótica y la defensa del mismo es el doctor en Filosofía español José Luis Moreno Pestaña. El título de una de sus obras más famosas no deja lugar a dudas: La cara oscura del capital erótico. Capitalización del cuerpo y trastornos alimentarios. Moreno Pestaña apunta en la obra mencionada cómo las exigencias físicas impuestas (y la sociedad impone las suyas) empujan con excesiva facilidad a muchas personas hacia la patología.
Teniendo en cuenta las advertencias de Moreno Pestaña, y defendiendo siempre la necesidad de reconciliarnos con nuestro propio cuerpo, sea éste como sea, lo que no puede negarse es que, a la hora de llamar la atención y convertirse en personas deseables a primer golpe de vista, siempre lo tendrán más fácil mujeres como Scarlett Johansson, Angelina Jolie o Charlize Theron y hombres como David Beckham, Brad Pitt o George Clooney que otras mujeres u hombres que no posean tantos “encantos”. A las personas citadas les sobraría, seguramente, muchos de esos 15 segundos de los que hablábamos al inicio de este post.
Los reyes de los 15 segundos
En esos 15 segundos de los que hemos hablado es cuando captamos de qué manera confluyen esos cuatro capitales en la imagen de una persona y cuando nos formamos una opinión sobre ella. Según los estudios realizados por especialistas como Andrea Vilallonga, asesora de imagen personal y corporativa, el 55% de esa opinión está mediatizada por nuestras características físicas. Nuestro color de pelo, el color de nuestros ojos, nuestra raza, nuestro peso, nuestra altura… todo eso conforma el 55% de la imagen que proyectamos. Es decir: nuestro capital erótico, nuestro aspecto físico, nuestro atractivo es lo que determina la primera opinión que se forme sobre nosotros una persona al conocerla.
Junto a estas características físicas que pueden percibirse a primer golpe de vista también adquiere una importancia capital la comunicación no verbal. De ella han hablado antropólogos, psiquiatras, zoólogos, naturalistas, etc. De todos esos estudios (realizados por autores tan diversos como Charles Darwin, Guillaume Duchenne, Edward T. Hall, Paul Ekman, Albert Mehrabian, Mark L. Knapp y Flora Davis) se desprende una idea fundamental: la de la importancia de controlar nuestros movimientos, nuestra forma de caminar, nuestra gesticulación y nuestra postura.
A esos dos aspectos, el de la imagen personal y la expresión no verbal, hay que añadir un tercer aspecto que resulta fundamental a la hora de ligar. Ese aspecto es la actitud. Tener buena actitud implica, por ejemplo, el aceptar y agradecer los cumplidos. Tener buena actitud hacia los demás para seducirlos implica, también, el no contar miserias, el mostrarse relajado tanto al moverse como al mirar y el estar dispuesto a escuchar y a aprender.