El arte de romper el hielo
Que sin comunicación no existe seducción es algo que ya sabemos. Pero para que se establezca una comunicación es necesario, en la inmensa mayoría de las ocasiones, establecer un diálogo, y todo diálogo debe empezar de algún modo. Dominar la técnica de iniciar una conversación permite comunicarse más y mejor con los demás y, por tanto, acerca a quien domina dicha técnica a la posibilidad de seducir a su interlocutor o interlocutora.
Saber empezar una conversación implica, ante todo, aceptar que las conversaciones que mantenemos habitualmente con la gente que nos rodea no son como las conversaciones y diálogos que se pueden leer en las novelas. En las conversaciones que mantenemos en nuestro día a día los temas se superponen unos a otros y, habitualmente, se producen un sinfín de reiteraciones. Asumiendo eso, y sabiendo también que planificar mucho una conversación juega en contra de su naturalidad, hay que fijarse en la mente un principio antes de iniciar una conversación, y ese principio es que, a la hora de hablar o dialogar con una persona, no importa tanto el contenido como la forma. O, lo que es lo mismo: que, en muchas ocasiones, es más importante el cómo se dice una cosa que lo que se dice en sí.
¿Cómo puede empezarse una conversación?
Teniendo en cuenta esto, vamos a dar una serie de consejos sobre cómo empezar una conversación.
El primer consejo para iniciar una conversación tiene que ver con la tolerancia al fracaso. Hay que saber que, en ocasiones, se pasará por situaciones que pueden resultar, cuanto menos, incómodas. Para acostumbrarse a dichas situaciones sólo hay un camino: vivirlas. A la que se hayan vivido varias situaciones así, nuestro ánimo habrá “hecho callo” y la situación y la sensación de vergüenza, inseguridad o fracaso que suele acompañar al acto en que los seres humanos salimos de lo que se suele llamar zona de confort o estado mental en que utilizamos de manera rutinaria, conductas para evitar el miedo o la ansiedad, no será tan intensa.
El segundo consejo para empezar una conversación consiste en olvidarse de la idea de que existe un momento perfecto o ideal para comunicarse. Cualquier momento es bueno para iniciar una conversación y, en demasiadas ocasiones, utilizamos la autoexcusa de estar buscando el momento ideal para posponer indefinidamente la llegada de ese instante que tanto nos incomoda y que nos obliga a salir de esa zona de confort de la que hablábamos anteriormente.
El tercer consejo que debe tener en cuenta la persona que esté aprendiendo a comenzar una conversación es saber que, en el momento de hacerlo, se puede padecer un cierto sentimiento de ansiedad y una cierta sensación de nerviosismo. Para disminuir esa sensación se puede recurrir a una técnica que consiste en reducir al mínimo el tiempo que dure ese acto de iniciar la conversación. Para ello, nada mejor que empezarla con algún tipo de pregunta. Al hacerlo, estaremos pasando la responsabilidad de llevar el peso de la conversación al otro. Eso sí: si empleamos esta táctica, la pregunta no debe ser una pregunta de ésas que pueden contestarse con un monosílabo o con una respuesta corta. La pregunta que hagamos para iniciar una conversación pasando en gran medida al otro la responsabilidad de mantenerla debe ser una pregunta que exija una respuesta medianamente larga y relativamente compleja. En base a dicha respuesta, después, podremos exponer nuestra opinión y, de alguna manera, redirigir el diálogo hacia otros temas que, de un modo más o menos directo, estén relacionados con el de la respuesta que nos ha dado la otra persona. Así, para que la conversación fluya con relativa facilidad deberemos buscar temas de conversación de interés común.
Una buena manera de iniciar una conversación (hay estudios que lo demuestran) es recurrir al truco de pedir una opinión a la persona con la que deseamos conversar. Al pedir una opinión estamos expresando a la persona que se la pedimos que la consideramos una persona valorada y eso, por regla habitual, resulta muy halagador, más halagador, en muchas ocasiones, que un piropo lanzado directamente. Después de todo, como vimos en nuestro artículo dedicado al piropo y a su uso para intentar ligar, el piropo puede resultar un arma de doble filo. Emplearlo de un modo inadecuado puede arruinar con suma facilidad un ligue.
Ante todo, mucha práctica
El cuarto consejo que debe tener presente quien esté aprendiendo a iniciar una conversación es un consejo común a todas las personas que estén intentando dominar una nueva técnica y ese consejo es el siguiente: la práctica lo es todo a la hora de dominar un oficio. Planteándonos el iniciar conversaciones como un oficio, deberemos empezar atacando objetivos relativamente sencillos para, posteriormente, y cuando se haya adquirido más experiencia a la hora de comenzar una conversación, perseguir cimas más altas. ¿Qué queremos decir con ello? Que primero deberemos entrenar el cómo iniciar una conversación con personas ante las que no nos sintamos, por una razón u otra, vulnerables. Esas personas serán nuestros sparrings en el aprendizaje del arte de comenzar una conversación. Los taxistas, el peluquero, los repartidores a domicilio… cualquiera de esas personas puede servirnos para practicar cómo puede se puede iniciar una conversación. Conforme vayamos adquiriendo práctica, ya intentaremos comenzar una conversación con personas que, por un motivo u otro, nos obliguen a salir un poco más de nuestra zona de confort.
El siguiente consejo que queremos dar a toda aquella persona que quiera aprender a iniciar una conversación es que no olvide nunca que el arte de conversar se fundamenta no tanto en el hablar como en el saber escuchar. Sin saber escuchar es imposible mantener una buena conversación y, por tanto, resulta muy complicado el poder seducir o conquistar a una persona.
Junto a estos consejos básicos a tener en cuenta a la hora de iniciar una conversación hay que recordar siempre que la sonrisa es un arma y que, con una sonrisa en los labios, todo intento de comunicación se vuelve más posible y fluido. Así que, ya sabes: cuando inicies una conversación, sonríe.