Se dice que escuchando a las personas se sabe cómo son, que las palabras que una persona pronuncia sirven para realizar un retrato sobre el carácter y la forma de pensar esa persona. Eso puede ser cierto, pero solo hasta cierto punto. De hecho, no hace falta seguir de cerca el mundo de la política para saber que, algunas veces, las palabras pronunciadas por alguien no se corresponden exactamente con la manera de sentir, de ser y de pensar de ese alguien. No haría falta escarbar demasiado en la hemeroteca para encontrar ejemplos que corroboraran nuestra anterior afirmación. En esos casos, las palabras brotan de los labios de la persona en cuestión con vocación de camuflaje. Son, por decirlo de algún modo, una especie de velo que se usa para esconder la realidad o, cuanto menos, para intentar hacerla aparecer algo más agraciada de lo que en verdad es. Como sin con esas palabras intentáramos, y, en ocasiones, consiguiéramos, correr una cortina que tapara el desorden de una habitación, el crimen recién cometido, las pruebas del delito o, en cualquier caso, algo vergonzante.
Todos hemos caído alguna vez en la tentación o en la estrategia de utilizar las palabras a modo de camuflaje para ocultarnos tras ellas como si de un parapeto se trataran. Pero a la hora de intentar utilizar las palabras con esa finalidad ocultadora debemos tener presente algo que nunca debería olvidarse cuando se participa en un acto comunicativo: y es que todo ese esfuerzo empleado para dar a las palabras una función de camuflaje es, en muchas ocasiones, un esfuerzo estéril, un afán echado a perder debido a la intervención de un elemento que no siempre es tan fácil de domesticar como, con un poco de preparación y un algo de entrenamiento, lo son las palabras. Ese elemento delatador son los gestos.
Hablar de comunicación no verbal es hablar, fundamentalmente, de gestos que delatan, de actitudes o posturas que traicionan, de formas de mirar o de mover las manos que dicen cosas distintas a lo que expresan las palabras que salen por nuestros labios. Asumir que nuestros gestos nos traicionan y actuar en consecuencia para, así, intentar que esos gestos obedezcan a nuestros deseos y se coaliguen con nuestras palabras, es un paso imprescindible para mejorar nuestra faceta comunicadora, algo que, a la hora de seducir a una mujer, es, tal y como hemos visto en múltiples artículos de Objetivo Ligar, fundamental.
El poder identificar los gestos que nos delatan debe tener, para el aprendiz de seductor, una doble finalidad:
- Por un lado, este aprendiz de seductor debe saber interpretar los gestos de la mujer a la que desea seducir para, en base a eso, engrasar o no el mecanismo de la esperanza. Saber identificar correctamente esos gestos que delatan el sentir o el pensar de la persona que tenemos delante pueden hacernos ahorrar un tiempo precioso tanto a la hora de saber cuándo tenemos que dar el paso adelante que esa persona, en el fondo, está esperando, como a la de reconocer que el territorio que deseamos invadir y que tantas veces hemos soñado ocupar es un territorio que nos está y que nos estará, por siempre, vedado.
- Por otro lado, el aprender cuáles son los gestos que delatan el pensar o el sentir de una persona sirve, también, para iniciarse en el ensayo y entrenamiento de la propia gestualidad. Si controlamos nuestros gestos, controlamos en gran medida, también, el sentido del mensaje que queremos transmitir. Y eso, en el terreno de la seducción, tiene una importancia capital.
Veamos a continuación qué gestos sirven para desenmascarar a la persona mentirosa, qué gestos delatan al tímido, cuáles al honesto, qué guiños, muecas o posturas traicionan a los confiados o cómo una persona agresiva puede ser descubierta por una forma de mirar.
Los gestos que delatan al mentiroso
Entre los gestos que delatan al mentiroso podemos destacar los siguientes:
- Tiende a ocultar el rostro.
- Parpadea más rápido que la persona honesta.
- Sus ojos suelen buscar un punto a la derecha.
- Tiende a mover el hombro derecho manteniendo fija la cabeza.
- Tiene una sonrisa forzada y acostumbra a cruzar los brazos.
- Se aclara la garganta con mayor regularidad que la persona que dice la verdad.
Los gestos que descubren honesto
¿Qué gestos delatan a la persona honesta? Algunos de los siguientes:
- Las pupilas están dilatadas.
- Tiene tendencia a inclinarse hacia la persona con la que habla.
- No acostumbra a cruzar ni brazos ni piernas.
- Suele exhibir una cálida sonrisa.
Los gestos que retratan al tímido
Hay una serie de gestos que suelen delatar a la persona tímida. ¿Qué gestos son ésos? La mirada huidiza es, sin duda, uno de los gestos que delatan a la persona tímida. Ésta, además, acostumbra a tener una risa antinatural, una risa como encogida, una risa que se entrecorta o que suele tener un tonillo nervioso.
Entre los gestos que descubren a la persona tímida encontramos también por ejemplo la costumbre de permanecer casi absolutamente quieta en la silla. ¿Por qué casi? Porque esa inmovilidad quedará rota por la tendencia a jugar con un lápiz, a enredar con la ropa o a repicar con los dedos, aunque seguramente sin hacer ruido, en la mesa.
Los gestos que delatan a las personas confiadas
La persona confiada, si está de pie, acostumbra a hablar con los demás adoptando una posición recta. Estando así, además, tiende a llevar las manos a la espalda. Con ese gesto la persona confiada viene a decir: “no te tengo miedo, no tengo miedo, no creo que haya nada que vaya a atacarme… por eso no tengo necesidad de que mis manos estén alertas para defenderme… por eso las dejo descansar, agarrada la una a la otra, a mi espalda”.
Las personas confiadas, además, tienden a repetir una serie de gestos que las delatan. Entre esos gestos podemos destacar la tendencia a unir las manos detrás de la cabeza y la costumbre de, al estar sentadas, estirar las piernas y reclinar el cuerpo ligeramente.
Gestos que descubren a las personas que están a la defensiva
Entre los gestos que delatan a las personas que están a la defensiva vamos a destacar cuatro:
- Tienen la mirada huidiza.
- Suelen cruzan los brazos y adoptar una postura rígida.
- Tienden a bajar la cabeza.
- Cuando están sentada, cruzan los pies o los tobillos.
Finalmente hay que destacar que la persona que permanece a la defensiva tiende, inconscientemente, a elevar el tono de voz cuando se está manteniendo una conversación.
Gestos que delatan a la persona agresiva
¿Cuántas veces, tras una de esas terribles noticias en las que se nos cuenta que un hombre ha matado a su mujer o a sus hijos, no se ha visto en televisión cómo aparecía un vecino o una vecina que contaba algo así como que “siempre me pareció una persona normal… me resulta increíble que haya sido capaz de hacer algo así”? Y es que la agresividad no siempre se muestra de una forma patente. La agresividad puede permanecer en estado latente en el interior de una persona como si se tratara de una larva que está esperando el momento de metamorfosearse en su forma de ser definitiva. Por eso es importante saber identificar los gestos que delatan a la persona agresiva. Entre ellos destacamos los siguientes:
- La persona agresiva tiende a entrecerrar los ojos y fijar la mirada al tiempo que contrae las pupilas.
- Tiende a agarrar algún objeto que se encuentre cerca, por ejemplo: una mesa.
- De una manera lenta pero segura tiene tendencia a invadir el terreno personal de la otra persona.
- En ocasiones pondrá las manos en la cadera, como adoptando una postura de desplante.
- En ocasiones señalará con el dedo índice.
Esperamos que todas estas indicaciones te sirvan para mejorar tu comunicación gestual o, cuanto menos, para saber identificar en los demás esos gestos que delatan y que pueden ayudar a conocer mejor la personalidad de la persona que tienes enfrente, en especial si esa persona es la que se ha convertido en objeto preferencial de tu afán seductor. Saber cómo es esa persona te ayudará, sin duda, a encontrar la estrategia más adecuada a tus fines.