La importancia de la “g”
Cuando conocemos a una persona que nos atrae siempre nos preguntamos cómo será en la cama. El saber que esa persona es de una determinada manera en la cama o no puede acabar por decidirnos a dar ese paso que siempre hay que dar si queremos ligar con alguien. También puede convencernos, por supuesto, de que lo mejor es o bien poner tierra de por medio, o bien emplazar aunque sea provisionalmente nuestra relación con esa persona en el estante reservado a las amistades.
Pero… ¿cómo saber cómo es en la cama esa persona? Preguntárselo, claro, siempre puede resultar incómodo. Para evitar dicha incomodidad y eludir ciertos riesgos hay que buscar la manera de indagar en esos gustos de una forma más o menos discreta. La grafología, tanto si la consideramos pseudociencia como si le otorgamos rango de hermana menor de la psicología, puede sernos, en estos casos, de gran ayuda. Y puede echarnos una mano para discriminar a la hora de ligar y, así, evitar trompicones o pérdidas de tiempo.
Para los grafólogos, el examen de la escritura manuscrita de cualquier persona sirve para describir la personalidad y el carácter de esa persona. Es decir: que nuestra forma de escribir las aes o una determinada consonante o la redondez mayor o menor de nuestras letras y su inclinación nos define tanto como nuestras opiniones o nuestros actos. Cuando escribimos, afirman los grafólogos, estamos emitiendo señales sobre hasta qué punto somos personas extrovertidas o introvertidas, simpáticas o antipáticas, valientes o apocadas, risueñas o tristonas, optimistas o pesimistas, libidinosas o más bien frías en cuestiones sexuales.
Del mismo modo que para tener idea del nivel de pereza de una persona hay que fijarse en la longitud de las cruces de las “t” o que para saber si te gusta estar o no rodeado de gente hay que prestar atención al espacio que dejas entre palabras, para saber cómo es una persona en la cama hay que analizar cómo escribe la letra “g”.
La estructura de la letra “g” hace que sea ella la letra más ligada al sexo. Según una regla general de la grafología, las letras que tienen un apéndice por arriba (como la “t”, la “b” o la “d”) suelen dar cuenta de cómo somos cerebralmente. Por el contrario, las que tienen un apéndice por abajo (la “q”, la “p” o la “g”) nos dicen cosas sobre cómo somos en lo instintivo y lo genital. Si entre estas tres últimas letras se escoge precisamente la “g” es porque posee un bucle que, estando más o menos abierto, ofrece una información adicional que puede servirnos para afinar más el tiro al realizar nuestro análisis grafológico.
Reglas generales de la grafología
Entre lo que podríamos llamar las reglas generales que hablan de la relación de la grafología con el sexo podemos encontrar, también, las siguientes:
- El pie de la letra nos envía señales sobre nuestro impulso sexual. Cuanto mayor es ese pie de letra, mayor es nuestra libido, es decir, más fácilmente sentimos el impulso sexual.
- La amplitud del óvalo central de la letra da indicaciones más o menos claras sobre nuestra forma de experimentar las emociones. Cuanto mayor es dicho óvalo, más emotivos somos.
- El hecho de enlazar o no cada letra con la siguiente determina nuestro nivel de entrega a los demás. La persona que mantiene las letras aisladas dentro de la palabra es, en principio, una persona más independiente que aquélla que enlaza las letras dentro de las palabras.
Si queremos descubrir cómo es la sexualidad de una persona a raíz del estudio de su grafología deberemos, también, analizar la relación que guardan entre sí los diferentes elementos de la letra. Por ejemplo, un pie de letra más pequeño que el óvalo expresa sensualidad, pero también una vida sexual escasa. Es decir: quien escribe de ese modo folla mucho menos de lo que en verdad necesitaría para dar cumplida satisfacción a su carácter. Si el pie de la letra es casi imperceptible, la vida sexual de quien así escribe es, entonces, prácticamente nula.
La curvatura del eje inferior de la “g” nos da detalles sobre la espontaneidad de la persona y los ángulos, a su agresividad y su aspereza.
Otro factor a tener en cuenta si queremos utilizar la grafología para saber cómo se comporta sexualmente una persona es la presión que ejerce al escribir. La persona que “aprieta mucho” al escribir es una persona que acostumbra a mantener el control de la situación. En la cama, pues, sería una persona acostumbrada a llevar la iniciativa. Por el contrario, la persona que escribe “flojo” es una persona poco habilidosa en la cama y con poco dominio de los recursos eróticos. Por su parte, si el trazo es tembloroso, la persona muestra con él un cierto grado de inexperiencia sexual.
Los factores a analizar en la letra
Para realizar un análisis grafológico completo de la letra de una persona y, así, poder conocer sus gustos sexuales o, cuanto menos, su capacitación sexual, hay que analizar ocho factores. Esos ocho factores son los siguientes:
- Tamaño. Da indicaciones sobre la introversión y la extroversión.
- Forma. Nos habla de si la persona tiene un perfil conservador o, por el contrario, es una persona creativa.
- Inclinación. La inclinación de la letra de una persona nos habla de su apego al pasado o de su proyección hacia el futuro.
- La dirección que describen los renglones nos envía señales sobre el estado anímico de la persona. Dependiendo de si tienden hacia arriba o hacia abajo sabremos si la persona es optimista o, por el contrario, pesimista.
- Cohesión entre las letras.
- La presión ejercida sobre el papel nos habla de la vitalidad emocional y física de la persona.
- La velocidad a la que escribe una persona demuestra su intelecto y su agilidad mental.
- Orden. El orden nos habla de la forma de actuar de la persona y de la ética que demuestra hacia los demás.
Tras estudiar todos estos factores y cruzar los resultados obtenidos podremos elaborar unas conclusiones y, así, esbozar las líneas del retrato robot de cómo es la otra persona en la cama.
La persona que quiere ocultar su verdadera personalidad suele escoger las letras mayúsculas. Escribir con letras mayúsculas viene a ser algo así como ponerse una máscara. Al ser más difíciles de estudiar grafológicamente, las mayúsculas se convierten en grandes aliadas a la hora de esconder nuestra personalidad.
Si la persona a la que quieres conquistar escribe con letras mayúsculas, tendrás que buscar otra manera de conocer cómo es esa persona en la cama. La grafología, en ese caso, no te será de gran ayuda.