¿Es bueno ser una persona sensible cuando se quiere ligar? Sí, pero no en exceso. Se supone de antemano que la persona sensible tiene una mayor facilidad para conectar con los demás y mostrarse más empática, algo que, como hemos visto en otros artículos de nuestro blog, puede ser un gran instrumento a la hora de ligar. Esto, que no deja de ser cierto, tiene unos límites. Y es que, está comprobado, el exceso de sensibilidad o, lo que es lo mismo, la hipersensibilidad emocional, no es buena ni para ligar ni para gestionar la mayor parte de las situaciones de nuestra vida.
Las personas que, como suele decirse, tienen la sensibilidad a flor de piel, tienen reacciones exageradas ante múltiples situaciones o circunstancias, y dichas reacciones afectan a la estabilidad emocional, y no precisamente de una manera positiva. La impulsividad emocional de las personas que son hipersensibles emocionalmente resulta sorprendente e, incluso, extraña para aquellas personas que no tienen un grado de sensibilidad tan alto.
Los riesgos de la hipersensibilidad emocional
Según algunos estudios, la hipersensibilidad emocional depende fundamentalmente de factores biológicos. Es decir: estamos predestinados, genéticamente, a tener un mayor o menor grado natural de sensibilidad. Una universidad neoyorquina demostró a base de fotografías del funcionamiento cerebral cómo diferentes personas (más y menos sensibles) reaccionaban de distinta forma a la hora de contemplar rostros alegres o tristes. Esto no quiere decir, sin embargo, que el entorno no influya en nuestra manera de experimentar las emociones. De hecho, sí influye. Y lo hace, además, de una forma bastante importante. No experimentará las emociones del mismo modo un niño que crezca en un ambiente familiar estable que uno que lo haga en un ambiente familiar desestructurado o inestable. Así, podemos afirmar que la hipersensibilidad emocional depende tanto de factores genéticos como de factores ambientales. Por otro lado, no hay que olvidar que las personas muy sensibles emocionalmente hablando son más proclives a padecer ansiedad, estrés y, lo que es más grave, depresión.
La persona hipersensible se ve dominada por sus emociones, sean del tipo que sean. Así, esa persona puede dar bandazos del optimismo más exagerado al más hondo y oscuro de los pesimismos. Esa persona, así, se convierte en esclava de sus propias emociones. Y la esclavitud, sea del tipo que sea, nunca es buena.
La hipersensibilidad emocional, al mismo tiempo, cuando se sabe gestionar, nos permite aumentar nuestra empatía o, lo que es lo mismo, nos facilita el reconocimiento de las emociones de los demás. Ello puede servirnos para ayudar o apoyar a las personas que lo necesitan y en el momento que lo necesitan. Esta es una virtud muy valorada por los demás y, como sucede con todo aquello que nos ayuda a mejorar la imagen que los otros tienen de nosotros, algo que nos puede servir para convertirnos en mejores seductores. Sabiendo gestionar nuestras emociones, seguro que sabemos ligar mucho mejor.
¿Cómo gestionar la hipersensibilidad emocional?
Pero… ¿cómo aprender a gestionar la hipersensibilidad emocional? ¿Cómo aprender a reducir el grado de exageración de nuestras emociones? ¿Cómo conseguir encauzarlas para que no cieguen nuestra visión de lo que nos está pasando? Y es que la persona que padece hipersensibilidad emocional tiende a quedarse con una visión reducida sobre lo que le está sucediendo.
El objetivo principal de la persona que tiene las emociones a flor de piel para salir de esa situación que tanto puede perjudicarle, es aumentar su perspectiva a la hora de mirar la realidad. Saber mirar esa realidad desde diferentes ángulos le servirá para evitar esa reacción visceral ante las circunstancias que el resto de personas no comprenderá y que en nada ayudará a que dichas personas puedan crear sobre ella una imagen positiva y, por tanto, atractiva, en especial cuando la reacción de la persona hipersensible emocionalmente tiene que ver con la agresividad, el enfado o la rabia.
Ningún trabajo de este tipo es un trabajo fácil de realizar. Cambiar el chip cerebral y nuestra manera de estar en el mundo y de enfrentarnos a sus circunstancias es siempre complejo. Y no se puede hacer a lo grande y de golpe. La mejor manera de cambiar es ir realizando acciones simples, de una forma sostenida, y que dichas acciones se vayan acumulando. Casi sin darnos cuenta, poco a poco, el cambio del que hablamos se habrá producido y habremos obtenido los resultados esperados.
Análisis de nuestras emociones
Para gestionar la hipersensibilidad emocional debemos, primero, analizar nuestro pasado y examinar con lupa nuestro comportamiento. Si somos sinceros con nosotros mismos, veremos que hay pautas de comportamiento y de reacción emocional ante determinadas circunstancias que se han ido repitiendo a lo largo de nuestra vida. Si lo han hecho en el pasado, de buen seguro lo harán en el futuro. Y eso es, precisamente, lo que hay que aprender a cambiar.
Esta primera tarea de la que hablamos para saber cómo gestionar nuestra emotividad se fundamenta básicamente en el reconocimiento de lo que podríamos llamar nuestro “enemigo interior”. Todos tenemos uno, más o menos poderoso. Una vez reconocido dicho enemigo, deberemos elaborar una estrategia para dominarlo y ponerlo a nuestro servicio. En cierto modo, lo que pretendemos hacer es domarnos a nosotros mismos. Para ello, siempre resulta útil elaborar listas. ¿Por qué? Porque la elaboración de una lista es algo práctico, es decir, algo que se sale de los límites de lo puramente especulativo. Si no elaboramos esa lista, nos quedaremos en un simple rumiar y rumiar. O, lo que viene a ser lo mismo, en la pura inacción.
Ese realizar ese listado debe considerarse algo así como elaborar un diario de emociones en el que registres lo que sientes en un momento determinado y el motivo por el que consideras que lo sientes. Al hacer esta tarea de introspección no debes tener conmiseración contigo mismo ni, al mismo tiempo, debes machacarte por ser como eres. Debes mantenerte en un término medio con respecto a ti. No se trata de que te juzgues; se trata de mejorarte. Etiquetarte no te servirá para ello.
La elaboración de este diario de emociones requiere su tiempo. Tómatelo con calma. No tengas prisa. Explorar los propios sentimientos no es sencillo. Tampoco lo es examinar la propia forma de pensar. Pero ambos procesos, el análisis de las reacciones y el análisis de los pensamientos, son necesarias para avanzar.
Para avanzar con vistas a superar la hipersensibilidad emocional deberás emprender una serie de medidas. Practicar la meditación debería ser una de ellas. Ello te ayudaría a conseguir algo que es fundamental: saber detenerse antes de actuar. Aprender a comunicarse de una forma asertiva, es otro de los pasos que debes dar. En este blog hemos hablado de la asertividad y de cómo convertirse en una persona más asertiva. Ejercitar la paciencia sería, también, una de las medidas a emprender.
Finalmente, una de las grandes acciones que deben tomarse para saber controlar la hipersensibilidad emocional tiene que ver con un concepto que en demasiadas ocasiones, y seguramente por tener un regusto demasiado cercano a lo religioso, no hemos valorado lo suficiente: el de la compasión. Ser compasivo con los otros y entender que todos tenemos nuestros defectos debe sernos de gran utilidad para superar la hipersensibilidad emocional y para saber comportarnos de una manera más asertiva, lo que nos convertirá en personas más atractivas y, por tanto, más seductoras.