Tras la seducción llega lo difícil
Ya está. Lo has conseguido. Todas tus maniobras de seducción han dado su fruto y la mujer que deseabas conquistar se ha rendido a tus encantos. La tienes ahí, comiendo de la palma de tu mano. Ahora pueden suceder varias cosas. Una de ellas es que en breve tiempo uno de los dos reconozca que no era ésa la persona que esperaba encontrar y decida que ya está bien de historia en común y opte por poner fin a la relación. En el mejor de los casos, ese alguien serás tú; en el peor, ella. No te preocupes más allá de lo normal si se produce esta segunda opción. Si te toca ser dejado, mejor serlo cuando los lazos personales se acaban, prácticamente, de establecer, que cuando la relación es más duradera.
Otra de las opciones que pueden darse tras culminarse con éxito la maniobra seductora es la del establecimiento de una relación sentimental de larga duración. Es decir: que os convirtáis en eso que antes se llamaba novios. En este caso se abre ante ti un proceso que no tiene por qué ser fácil. Cualquier persona casada te hablará de ello. Que la convivencia no es fácil, te dirán. Que la rutina juega en contra de la pasión, te contarán. Que el amor es volátil y caprichoso. Que igual que viene se va. Y que vivir junto a una persona implica aceptar renuncias.
Todas estas cosas te dirán quienes, antes que tú, hayan disfrutado de una relación sentimental de larga duración. Escuchándoles podrás hacerte a la idea de que quizás lo verdaderamente difícil no sea el conquistar a una persona (en ocasiones el ligar o no puede ser cuestión de azar) sino el mantener con esa persona el mismo nivel de conexión que existe cuando se inicia la relación, es decir, en ese momento en que la maniobra seductora acaba de dar sus frutos. ¿Es eso factible?, te preguntarás. Y si lo es, ¿cómo puede alcanzarse? ¿Manteniendo continuamente una excelente relación sexual? ¿Convirtiendo lo afectivo en el sostén fundamental de la relación más allá de la riqueza sexual de la misma?
Amor y sexo
Los expertos en relaciones de pareja acostumbran a decir que lo ideal para que una relación sentimental de larga duración perviva a los embates del tiempo es combinar ambas cosas: una buena y rica relación sexual y eso que llamamos amor. De hecho, y según sostienen muchos especialistas en el tema, hay problemas sexuales que, en el fondo, son sólo el reflejo de otra serie de algún contratiempo que tenga más que ver con la convivencia que con nada que sea única y exclusivamente sexual.
Y es que el sexo no admite engaños ni disimulos. El deseo hacia la pareja y el modo de practicar sexo con ella se puede resentir (y de manera grave) por problemas de convivencia. Los rencores enquistados acaban lastrando una práctica sexual que es algo más que un simple intercambio de fluidos. Al acostarnos con nuestra pareja nos estamos comunicando con ella. Así, para que el sexo resulte gratificante para los miembros de la pareja la comunicación debe fluir sin dificultad entre ellos y deben coexistir lo que se consideran los tres factores fundamentales para que se considere que una pareja lo es. Esos tres factores son intimidad, pasión y compromiso. La intimidad sin pasión es lo que comparten los amigos. La pasión sin compromiso o intimidad, lo que une a los amantes.
Si has tenido la fortuna de llegar a la situación de compartir tu vida con esa persona a la que quisiste conquistar y de iniciar una relación sentimental de larga duración con ella deberás tener en cuenta, pues, que amor y sexo deben ir siempre y en todo momento de la mano. Pero para que eso se produzca debes tener claro que no existe un modelo de amor y también que el amor no es exactamente lo que nos han transmitido las películas de Hollywood o la literatura romántica a lo largo de los siglos.
¿Qué es el amor?
El amor puede adoptar muchas formas. Tú deberás buscar, junto a tu pareja, el tipo de amor que más os satisfaga y más a gusto os haga sentir al uno junto al otro. Para encontrar ese modelo deberéis realizar una especie de pacto que, estando vivo, deberá ser actualizado y puesto al día conforme vaya pasando el tiempo. La puesta al día de ese modelo de amor deberá nacer siempre de una negociación responsable.
Amarse no es estar de acuerdo en todo. Y la discusión es necesaria para la vida de la pareja. Esta discusión, lógicamente, debe ser una discusión educada y respetuosa, una puesta en común de las respectivas posturas ante algo. La discusión también es comunicación y ésta es, junto a los tres aspectos destacados anteriormente, un elemento de gran capacidad aglutinadora de la pareja.
Amarse no implica la obligatoriedad de hacer todas las cosas juntos. Para que la pareja funcione bien, los miembros de la misma deben poseer ámbitos de independencia y libertad. Sin independencia y libertad, en la pareja sólo impera la posesión y la posesión no puede marcar los comportamientos propios de una pareja que se precie de serlo. Por otro lado, la existencia de ámbitos de independencia fuera de la pareja que permitan a sus miembros tener una vida más allá de la marcada por la propia relación permitirá oxigenar esa relación y evitar que la misma caiga en la trampa de crecer en un ambiente asfixiante y claustrofóbico. El mantener esos ámbitos de independencia permitirá introducir temas de conversación variados en vuestra relación. Si siempre estuvierais juntos, ¿qué os ibais a contar el uno al otro? Con esto queremos decirte que, por muy interesado que estés en tu nueva relación (y precisamente por eso), no debes dejar de quedar con tus amigos o amigas ni renunciar a ese partido de pádel o fútbol sala que un día a la semana acostumbras a echar con tus compañeros de trabajo.
El papel del sexo
Cuidando todas estas cosas habrá una que no deberíais dejar de lado: el sexo. Ya lo hemos dicho antes: dos personas que tienen intimidad pero no tienen sexo no es una pareja sentimental, son dos amigos. El sexo debe existir. Y la conciliación del mismo con la vida laboral debería ser una de las prioridades vitales de quienes mantienen una relación sentimental de larga duración. No puede ser que el cansancio prive a la pareja de la práctica sexual. La pérdida de la vida sexual en el seno de la pareja es, en muchos casos, el causante de las infidelidades.
Reavivar la vida sexual y mantenerla fresca e innovadora debe ser uno de tus objetivos una vez que hayas conseguido a esa mujer por la que habías suspirado. Para ello puedes optar por comprar juguetes eróticos, aprender nuevas técnicas de sexo tántrico, ensayar nuevas posturas eróticas o aprender todos aquellos trucos de sexo que te permitan convertirte en mejor amante. Siendo mejor amante y cuidando esos pequeños detalles que te hemos comentado y que dan cuerpo al amor podrás, sin duda, mantener tu relación sentimental de larga duración casi casi como en el momento de iniciarse.