La visibilidad constante
Los pueblos son los pueblos y las ciudades son las ciudades. Y cada uno de ellos exige su propio ritual de seducción. Del mismo modo que no intentarías ligar del mismo modo en un gimnasio que en una biblioteca, tampoco utilices las mismas técnicas en una ciudad que en un pueblo.
Una de las grandes ventajas que ofrece la gran ciudad es el anonimato. Tú puedes meter la pata diez veces y ser una absoluta incógnita para la chica a la que pretendas conquistar. En un pueblo eso es mucho más complicado. Mejor dicho: es imposible. Si tú metes la pata como seductor en un pueblo ten por seguro que casi todo el mundo lo sabrá. Del mismo modo que todo el mundo sabrá que eres un conquistador. En un pueblo, tu fama siempre te precederá.
Por eso hay que ser extremadamente cauteloso cuando se quiera ligar en un pueblo. Las chicas se conocen entre ellas. Los locales son pocos y reducidos. Todo paso que demos será observado por alguien. Las ventanas tienen ojos en los pueblos. Siempre puede haber alguien detrás de ellas. Además: el tiempo es algo que, en los pueblos, tiene otra dimensión que en la ciudad. Otra encarnadura. En la ciudad acostumbra a ser algo que te ahoga, te empuja, te incita a correr. En el pueblo, algo que circula más calmadamente. Si en la ciudad es torrentera; en el pueblo es el remanso de un río. Y ese tiempo que circula tan lento debe llenarse con algo y nada mejor para ello que el cotilleo: que si he visto a Fulano con Mengana, que si he visto a Mengana con Zutano, que si parece que anoche vieron a Equis y a Ygriega paseando por las eras…
Así funcionan las cosas en los pueblos. Si vives en uno de ellos o si eres asiduo visitante vacacional a alguno de ellos ya sabes de qué te hablamos. La Vieja del Visillo no es una estrambótica creación de José Mota. La Vieja del Visillo está hecha con retazos de tantas y tantas mujeres que, en los pueblos, llenan sus horas muertas contemplando las idas y venidas de los demás. Ellas son las mujeres que saben a qué hora regresa cada cual a su casa. Ellas las que podrían escribir algo así como “La vida privada de Quintanilla de Arriba” o “Usos y costumbres sexuales de San Ponciano de la Vera”.
Todo esto debes tenerlo en cuenta si decides ejercer de seductor en un pueblo. Tarea arriesgada, desde luego. Máxime teniendo en cuenta que los fracasos serán conocidos y eso puede jugar (y mucho) en nuestra contra. ¿Qué chica va a querer lo que ha despreciado aquella petarda a la que todas critican, con envidia, por su éxito con los hombres? Mala propaganda, sin duda. Pero a todo hay que sobreponerse. Lo importante, ante todo, es volverse sutil. Las técnicas de seducción en un pueblo tienen que ser más sutiles que las que emplees en una gran ciudad.
Consejos para ligar en un pueblo
Hacerse valorar. Hacerse valer. Hacerse visible. Ésa debe ser una de tus primeras prioridades si quieres ligar en un pueblo. Si posees un grupo de amigos, que la gente identifique a ese grupo como tu grupo, no como el grupo de alguien en el que, además, vas tú.
Algo que también debes tener en cuenta si pretendes ligar en un pueblo es vigilar cómo te comportas en público, en especial con las mujeres. Si eres atento, serás tenido como hombre atento que sabe cuidar de las mujeres. Si te muestras como todo lo contrario, ya sabes, no importa como seas en verdad: todo el mundo tendrá de ti, y esa será la única de ti que valga, esa imagen absolutamente negativa para todo aquél que quiera destacar en el arte de la seducción. No debes mostrarte, por tanto, como un tacaño. Tampoco como un tipo al que le gusten las peleas. Emborracharse a menudo tampoco ayuda a crear una buena imagen. Ni pasearse visiblemente drogado por el pueblo.
Tampoco resulta muy positivo aparecer como un salido que persigue a todas las mujeres que se le cruzan por delante. Piensa que pocas cosas ejercen mayor poder de seducción sobre la mujer que el hacerla sentir especial. Esta última regla no sólo es válida a la hora de seducir a una chica de pueblo. También es válida para todos los lugares del planeta y para todos los géneros sexuales. Está fundamentada en algo humano, tremendamente humano: nos gusta sentirnos especiales para la persona que tenemos delante. Si esa persona nos hace sentir así, ya tiene algo ganado respecto a nosotros.
Otro consejo que deberías poner en práctica si vives en un pueblo y quieres ligar en él es no permanecer en él continuamente como si fueras la torre de la iglesia. Muévete. Viaja. Conoce mundo. Siempre tendrás algo nuevo que contar. Si tu vida se reduce a la rutina del pueblo, el abanico de temas de conversación se irá estrechando peligrosamente. Claro está que el cine, los libros y la música pueden ser excelentes temas de conversación también en un pueblo. Lo único que debe cumplirse en este caso es que esos temas o el contenido de los mismos sean del agrado de la persona a conquistar.
Lógicamente, las posibilidades de crecimiento de un seductor son mayores en una ciudad que en un pueblo. Y de éxito. Por decirlo de algún modo, el campo de trabajo es más amplio y variado. Y menos arriesgado. Es difícil que en la ciudad te tiren al pilón.