El éxito tiene un precio
La seducción exige también su aprendizaje y su entrenamiento. Más allá del seductor que nace seductor (sí, los hay, hay hombres que no necesitan práctica ni consejos ni manuales de seducción para ligar; vienen con el don de la seducción de serie igual que otros vienen con el don de tener oído musical o de ser capaces de memorizar sonetos enteros apenas sin esfuerzo) está el seductor que se hace, el que suda su papel, el que está obligado a interiorizar técnicas de seducción y a ensayarlas una y cien veces para extraer de ellas el beneficio esperado. Estos seductores que son fruto del entrenamiento y de la tenacidad pueden, sin embargo, alcanzar un buen nivel como tales. Tan bueno que no tardarán en ser reconocidos como seductores y en ser deseados, en más de una ocasión, como “novios”.
Porque, eso tenlo claro, cuantos más escalones subas en tu ascensión a la cumbre de los seductores, más mujeres habrá que considerarán seriamente la posibilidad de hacerte su novio.
Novio. Piensa en la palabra y en su contenido. Piensa en lo que acarrea ser novio de alguien. Es muy probable que a ti, como recién llegado al mundo de la seducción y como reciente y esforzado seductor, te apetezca durante un tiempo gozar de ese nuevo estatus que tanto esfuerzo, dedicación y, seguramente, noes, te ha costado. ¿Cómo renunciar a ello ligándote a las obligaciones que una relación de noviazgo supone?
Para evitar dicha posibilidad y, al mismo tiempo, desbrozar el camino de interpretaciones erróneas que puedan hacer que, a la larga, se piense de ti que no eres una persona de fiar o que juegas con los sentimientos de las mujeres, es importante llevar a cabo una tarea imprescindible: la de descalificarte a ti mismo como novio.
Auto-descalificarse como novio
¿Cómo hacerlo? Hay varias tácticas que puedes emplear. Por ejemplo: di que tienes novia o estás manteniendo en la actualidad una relación. Esta táctica es arriesgada. Puede descalificarte como novio pero puede, también, descalificarte como candidato a cualquier otro tipo de relación de carácter más o menos “húmedo”. Sinceramente, no parece ésta la táctica más idónea para, por ejemplo, sostener ante la persona que quieres conquistar que no puedes ser su novio pero que no te importaría una aventura erótica a escondidas.
Más acertada parece a simple vista la táctica de sostener que estás saliendo de una relación que te ha dejado heridas y que no estás preparado para involucrarte en una nueva relación. Esta táctica presenta, además, una ventaja: puede incitar a tu objeto de deseo a convertirse en tu pañuelo de lágrimas. Puede existir en ella el pensamiento de conquistarte a base de convertirse en tu apoyo. Eso la puede poner a tiro de tu seducción sin comprometer tu libertad. Tú no deberás sentirte culpable de engañarla. Será ella, seguramente, quien pretenda atarte empleando sus innegables dotes seductoras. De ellas te servirás para llegar a las intimidades que habías soñado de antemano.
Otra posibilidad a tu alcance para descalificarte como novio es la de informar a la mujer conquistada o a punto de serlo de que estás de viaje en la ciudad y de que sólo permanecerás en ella dos o tres días. Esta opción, lógicamente, no puede aplicarse en ámbitos territoriales reducidos o si el seductor y la seducida o futurible seducida se mueven en el mismo ambiente.
Otra opción, arriesgada también, pues puede en la mujer aparecer una reacción de despecho que eche por tierra toda posibilidad de seducción, es la que se fundamenta en el hecho de la existencia de una mujer tipo como ideal de pareja. Es decir: afirmar que puedes tener muchos amigos y amigas en tu vida pero que sólo puedes comprometerte a compartir dicha vida con alguien que sea de una determinada raza, practique una determinada religión y tenga unas ideas políticas muy precisas. Todos esos requisitos, por supuesto, deben ser diferentes a las características de esa mujer que, encandilada por tus dotes de seductor, quiere convertirse en tu pareja oficial.
Mejor que esta opción, sin duda, es la de mostrarse dubitativo sobre la naturaleza de las relaciones de pareja. Eso puede incitarla a comportarse como a una esforzada adalid de las mismas. Valora la posibilidad de que, en su afán por ganarte para la causa, pueda caer en tus brazos.
La táctica del perro viejo
No hace falta decir que para emplear todas estas tácticas hay que tener una cierta experiencia en las artes sociales. Eliminar la posibilidad del noviazgo no debe ser una forma de cortar toda posibilidad de relación. Al revés: eliminar la posibilidad del noviazgo debe servir para configurar escaladas más rápidas hacia la intimidad.
Los veteranos sociales, sin embargo, pueden usar también estas tácticas para cortar toda posibilidad de relación. Así, eliminarán al tipo de mujer al que no buscan y realizarán una criba que deberá servirles para alcanzar más fácilmente sus objetivos. El veterano social, cuando le preguntan “¿qué quieres de mí?”, contesta algo así como: “no puedo hacer ninguna promesa, no sé lo que haré mañana, mi vida es muy incierta, me gustas y me gusta pasar el tiempo contigo y me gustaría comprobar a dónde iría a parar todo esto que tenemos a medias, pero no te puedo prometer otra cosa que te voy a tratar bien y tratarte bien es, por ejemplo, no hacerte de momento promesas que no sé si puedo cumplir y bla, bla, bla…” Aunque te suene a manido, funciona en más de una ocasión.
También puede suceder que, por hache o por be, no te importe probar otro tipo de relación más comprometida. La puedes llamar noviazgo o no, pero, en este caso, debes tener en cuenta una cosa, y es que, si deseas algo más intenso en tu relación será muy probablemente porque ya no serás en sentido estricto un seductor, sino más bien (y tú deberás saber hasta qué punto) un enamorado. Lo que, por supuesto, no es malo. Sobre todo cuando el sentimiento es correspondido.