MI CASTILLO
Realmente, hay gente muy extraña por ahí. Yo me considero uno de ellos (por lo que no voy a ser muy crítico). Yo estaba en un mal momento y anímicamente estaba hundido, pero me reconfortaba recibir mails de apoyo y eso ayudaba (poco, pero ayudaba). Pensar, que a pesar de mi enfermedad, había gente interesada en conocerme, me alentaba bastante.
Tenía encuentros con chicas casi cada día.
Escribí un día en mi perfil un pequeño texto, por un lado recibí críticas y, por el otro lado, halagos. Como siempre digo: lo que está bien para algunos, no es lo adecuado para los demás.
Pensé que intentar algo fuera de lo normal sería interesante.
Reconozco que es un poco tonto, pero cuando el estado de ánimo me acompaña, me pongo romanticón:
Tengo un castillo, ni muy grande ni muy pequeño pero cada vez que lo visito, es diferente. Un día es una casa árbol, otro día una casa de campo (eso sí, siempre será un castillo). Cada vez que llevo alguien allí, ellos me dan su opinión acerca de él. He pasado muchos años desarrollando mi castillo: ladrillo a ladrillo, escalera a escalera, lágrima a lágrima. Cada ladrillo se ha hecho de la experiencia cada escalera de cada paso que he dado y el cemento me ha servido para mantener todo esto junto a las lágrimas que he derramado. Mi castillo lo he amueblado con todas las sonrisas y sueños que he tenido, es por eso que es especial. Te sientas en una nube y estás rodeado de mar y de campos. Hay bosques y ríos, colinas y montañas, olas y delfines. Los caballos deambulan a sus anchas y se oyen cantar a los pájaros. Es un lugar maravilloso, seguro y un lugar en dónde nadie puede hacerme daño. Nunca construí una puerta, está abierto a todos los que tienen un corazón verdadero y están alejados de las mentiras. Abierto para los que sonríen sinceramente y no son hipócritas. Si estás lleno de mentiras y de odio, nunca encontrarás la puerta de entrada y entrar en él, estará fuera de tu alcance. Dispone de habitaciones para los amigos y a enfermos, porqué todo el mundo necesita un lugar dónde poder soñar. El sol brilla y hace calorcito, siempre que lo queramos, pero también existe la noche: hay que bañarse, de vez en cuando, con la luz de la luna. La lluvia es fina, pasear bajo ella cogidos de la mano es increíble, además de que depura el cuerpo y la mente. Luego, después del paseo bajo la lluvia, podemos calentarnos en el fuego, en un salón lleno de velas encendidas, con una música de fondo adecuada para ese momento y con una botella de vino abierta, rodeada por dos copas que desean ser llenadas con el líquido tinto. Se escuchan risas y lágrimas, pero lágrimas de felicidad. En mi castillo no hay conversaciones aburridas. Es un lugar seguro, en dónde el alma está a salvo de mentiras y la mente puede descansar de la vida ajetreada del día a día. Es nuestro lugar, nuestro castillo en el paraíso. Tan sólo tienes que cerrar los ojos y dejarte llevar. Es fácil de encontrar.
Y este texto, en una sola palabra: funcionó. Hasta llegó un correo de la más romántica de las damas que había en el chat. Me felicitaban y todo por el mensaje que había escrito: me decían “que imaginación que tienes” “es maravilloso tu escrito”. No hay nada de malo en lo que escribas en tu perfil, lo primero que salte a tu mente. Si funciona, lo sabrás en modo de mensajes. El castillo fue sólo una idea que se pasó por mi mente y, pronto, se convirtió en una genial idea, sin saberlo: ¡ya ves!
No me cansé de leer un mensaje: “la historia de tu castillo es hermosa, en mis ojos han brotado más de una lagrima. Un beso enorme, Liz”
Y otro que decía: “nunca habría imaginado que un hombre pudiera escribir así, si pudiera darle a me gusta: lo haría inmediatamente, pero no existe esa opción. Si quieres, pásate por mi perfil y…”