Sobre la naturaleza del mito
En algún artículo de nuestro blog lo hemos apuntado en alguna ocasión: el concepto que tenemos del amor está intoxicado por la visión romántica del mismo. O, dicho de otro modo, por los mitos creados alrededor del concepto de amor romántico.
Cuando hablamos de mitos, ¿de qué estamos hablando? Buscar una definición de mito no es sencillo. Hay muchas circulando por ahí. Cojamos una cualquiera al azar (la que nos brinda la Wikipedia, por ejemplo, citando al catedrático de la Universidad Complutense de Madrid y especializado en mitocrítica José Manuel Losada) y definamos al mito como “un relato explicativo, simbólico y dinámico, de uno o varios acontecimientos extraordinarios personales con referente trascendente”.
Entre las funciones del mito existe una fundamental: ayudarnos a hacer frente a los conflictos humanos. Por eso muchos mitos tratan sobre situaciones límites por los que el ser humano debe atravesar en su vida. El mito, así, sirve según muchos autores para socializar a los niños (el mito es, en gran medida, parte imprescindible de los cuentos) y para integrarlos psíquicamente en la sociedad. De ese modo, el mito (y pese a ir evolucionando a lo largo de los años y pese a tener la capacidad de amoldarse a nuevas realidades socioeconómicas) cumpliría la función de apoyar el orden social en vigor.
Una de las situaciones trascendentes que el hombre experimenta a lo largo de su vida es la del enamoramiento. La primera vez que sucede, el enamoramiento es una experiencia trascendente. Se descubre un sentimiento desconocido y, para intentar acotarlo, recurrimos a lo que más a mano tenemos. Y lo que más a manos tenemos siempre es el mito. En nuestra manera de concebir, entender e intentar adaptarnos al mundo el mito desempeña una función capital. Y el mito del amor romántico es uno de los que más interiorizados tenemos. Nos lo ha inoculado la literatura y, sobre todo, el cine. Sólo envuelto en los tules del romanticismo podemos, en gran medida, concebir el amor o el enamoramiento, sobre todo cuando es la primera vez que lo experimentamos.
Si has ligado varias veces y tienes una o varias experiencias sentimentales a tus espaldas no es necesario que te hablemos de los mitos del amor romántico; seguro que ya has aprendido que atracción sexual y amor no son palabras sinónimas. Si no has ligado nunca ni has mantenido una relación sentimental con nadie entonces sí es necesario que te informes sobre lo que son los mitos del amor romántico y sobre la manera que tienen dichos mitos de mediatizar nuestra concepción de las relaciones personales y nuestra concepción de lo que es la relación de pareja.
Mito del príncipe y la princesa
Uno de los principales mitos del amor romántico es aquél que gira en torno del eje del príncipe azul y la princesa maravillosa. Un mito dañino. Si vas a ligar por vez primera y por vez primera te enamoras, intenta evitar el influjo maligno de dicho mito. ¿Por qué? Porque este mito del amor romántico se fundamenta en una rígida división de los roles sexuales y porque se sustenta sobre una idea de perfección que no se corresponde con la realidad. Ni existen príncipes azules ni princesas maravillosas. Eso debes tenerlo claro para evitarte desengaños cuando vayas a ligar.
Este mito del amor romántico, el mito del príncipe azul y la princesa maravillosa, remite en muchos casos a una idea de mujer pasiva y sumisa que espera la llegada de un hombre que le haga vivir la dicha del amor. En este sentido, este mito del amor romántico encontraría su máxima expresión en la figura de la Bella Durmiente. Esta figura femenina de cuento pasó cien años esperando la llegada de su príncipe del mismo modo que Penélope esperó, durante veinte años, el regreso de Ulises a Ítaca.
La Bella Durmiente y Penélope son, en cierto modo, la imagen de la buena mujer, la mujer paciente que espera la llegada de su amor y que verá realizados todos sus máximos deseos cuando, llegado aquél, pueda celebrarse la boda. La boda es, en el territorio de los mitos del amor romántico, el gran día en la vida de una mujer. De una mujer “buena” o, si se quiere, “decente”. La mujer mala, por su parte, servirá para el sexo y la pasión, pero no para el matrimonio. Quizás con Circe Ulises puede pasarlo bien, pero es a la paciente Penélope a la que Ulises elige para compartir su vida.
El mito de la princesa maravillosa y el príncipe azul pone los cimientos para el establecimiento de otro de los grandes mitos del amor romántico: el mito de la pareja. En éste, como hemos visto, la mujer juega el papel pasivo. El hombre, por su parte, exhibe dos virtudes: bondad y valentía. El hombre, en el mito del amor romántico, es un hombre íntegro que debe superarse a sí mismo (debe madurar y luchar, en suma) para conquistar el amor y la mano de la princesa maravillosa. Una vez conquistada, este mito del amor romántico reserva al hombre un papel fundamental: el de proteger a la mujer, defenderla, amarla siempre y, por supuesto, tener muchos hijos con ella.
Otros mitos del amor romántico
Más allá del mito del príncipe azul y la princesa maravillosa podemos encontrar los siguientes mitos del amor romántico:
- Mito de la media naranja. Este mito del amor romántico deriva de un mito clásico: el mito amoroso de Aristófanes. Según éste, los seres humanos fueron divididos en dos partes que, a partir de ese instante, buscan su alma gemela. Según este mito, sólo una persona nos complementa perfectamente. Tomarse esto al pie de la letra puede empujarnos a exigir de la relación de pareja algo más de lo que la relación puede proporcionarnos. El mito del amor romántico de la media naranja ha condenado a la soledad a más de una persona que, buscando esa alma gemela, ha acabado por quedarse sola.
- Mito de la exclusividad. Este mito del amor romántico es, en cierto modo, complementario del anterior. Según él, el amor sólo puede sentirse por una persona. ¿El mayor peligro de este mito del amor romántico? Que puede conducir a conductas exclusivistas que lindan con el egoísmo y el sentimiento de la propiedad sobre el otro.
- Mito de la fidelidad.
- Mito de la pasión eterna o perdurabilidad. Otro de esos mitos del amor romántico que puede acabar resultando muy dañino e imposibilitando nuestra felicidad. No: no puede sentirse el mismo deseo desbocado y ansioso propio de los primeros tiempos de la relación durante mucho tiempo.
- Mito del matrimonio o la convivencia. Este mito del amor romántico se fundamenta en una idea: el amor romántico-pasional debe conducir a la unión estable de la pareja. No puede ser de otra manera. Según este mito, dos personas que se aman deben vivir juntas.
- Mito de la omnipotencia. Creer que el amor lo puede todo impulsa a muchas personas a mantener relaciones que sólo causan dolor. Según este mito del amor romántico, el mito posee poderes mágicos que hace vencer cualquier tipo de obstáculo que haya surgido en la convivencia.
- Mito del libro albedrío. Según este mito del amor romántico, nuestros sentimientos amorosos nacen puramente de nuestro interior sin padecer contaminación alguna y sin sufrir en ningún caso la influencia de factores de carácter biológico, social o cultural externos a nosotros.
- Mito del emparejamiento. Este mito del amor romántico institucionaliza socialmente el hecho de que la pareja sea considerada algo natural y, por tanto, universal.
Concebir como verdades inquebrantables estos mitos del amor romántico pueden conducir a la persona que va a ligar por primera vez o a iniciar por vez primera una relación sentimental a esperar de esa relación mucho más de lo que una relación puede dar. Es importante que, para evitar desengaños, tengas presentes todos estos mitos del amor romántico cuando vayas a ligar.