El mito de Cleopatra
Cuenta la leyenda que Cleopatra no sólo se sirvió de su belleza y su glamour de reina egipcia para conquistar, sucesivamente, los corazones de César y Marco Antonio. Más allá de las dudas que pueden existir sobre si la auténtica Cleopatra se parecía más a la mujer de gesto adusto, frente hundida, mentón afilado y nariz larga y puntiaguda que puede contemplarse en algunas monedas conservadas en algún museo arqueológico que a la bella Elizabeth Taylor que deslumbró al mundo desde la película de Joseph L. Mankiewicz, lo verdaderamente importante de la leyenda de los amoríos entre la presuntamente lúbrica reina egipcia y los célebres militares romanos es que, al parecer, se sirvió de pócimas de amor para conseguir su objetivo. ¿Qué contenía dicha pócima de amor? La fórmula, tan secreta como la de ciertas bebidas refrescantes, no ha trascendido, aunque las malas lenguas dicen que el filtro de amor que Cleopatra utilizó para conquistar a César y a Marco Antonio contenía, entre otros ingredientes, gotas de su propia orina.
Lo que presuntamente hizo Cleopatra para llevar a su lecho a César (de quien fue amante y madre de su hijo) y a Marco Antonio (de quien fue esposa) no fue, sin embargo, nada novedoso. Desde que el mundo es mundo, los hombres y las mujeres se han servido de la magia para conquistar a la mujer o al hombre deseados. No en vano, magia (venenum) y amor (venere) comparten una misma raíz.
En este artículo vamos a explicarte cómo los miembros de las diferentes culturas se han servido de las pócimas de amor. Después de todo, y como hemos dicho en alguna que otra ocasión en algún que otro artículo de nuestro blog, cuando se desea ligar lo que importan no son tanto los medios empleados como el objetivo. ¿Por qué no podrías seguir tú la senda de tan insignes antecedentes? Antes de proponerte algún filtro de amor que se aleje de la ilegalidad abusiva de la burundanga y pueda servirte conquistar a la persona amada, recopilaremos para ti algunas de las pócimas de amor que las diferentes culturas han ido realizando a lo largo de los siglos.
Pócimas de amor en Grecia
La cultura griega tenía cuatro nociones de amor y cada una de ellas era nombrada de una manera distinta. Esas cuatro nociones de amor eran las siguientes:
- Ágape. Con esta palabra, que en la actualidad utilizamos para nombrar una comida opípara, los griegos hablaban del amor incondicional y desprendido que se daba en el seno de las familias o entre amigos.
- Fileo. Este tipo de amor guarda relación directa con la amistad.
- Storgé. El storgé era, para los griegos, el amor de carácter familiar. Lo que padres e hijos sienten entre ellos sería, pues, storgé.
- Eros. Este tipo de amor es el que nos interesa, el que se da entre un hombre y una mujer, el que sirve de semilla para lo erótico, el que pretende conseguirse mediante la utilización de pócimas de amor. Relacionado directamente con la pasión y el fuego, el eros era perseguido mediante la realización de filtros de amor con ingredientes de fuego como pueden ser las flores de jazmín, el pimentón dulce o el aceite de flor de cananga.
Pócimas de amor en la cultura china
Los chinos han perseguido tradicionalmente el amor eterno. Libres de escrúpulos morales, ese objetivo justificaba el uso de los filtros de amor. Para ello, los hombres y las mujeres chinos se servían de un cabello de la persona amada para, a partir de él, realizar un bebedizo de amor que pudiera dársele en fiestas o reuniones.
Filtros de amor en la cultura azteca
El toloache es una planta con propiedades narcóticas y espasmódicas que puede ayudar a borrar en la mente de las personas la frontera existente entre la ficción y la realidad. En pequeñas dosis, puede causar desorientación, angustia y pensamientos incoherentes. En grandes dosis, puede llegar a causar períodos de alucinación y psicosis. Esta hierba, que, como vemos, no es ninguna broma, es precisamente la que utilizaban los antiguos aztecas para elaborar sus filtros de amor. Quien tomaba el bebedizo elaborado con toloache quedaba, de alguna manera, intoxicado de amor. O, dicho de otro modo, envenenado de amor. Después de todo, las palabras veneno y venéreo (que hace referencia a lo sexual) tienen una misma raíz. Eso sí: la pócima de amor azteca sólo podía ser tomada en pequeñas dosis. Una dosis excesiva conducía, directamente, a la muerte. Y no, precisamente, de amor.
Pócimas de amor en la cultura celta
Todas las culturas antiguas encontraron en el reino vegetal un proveedor natural de ingredientes para sus formulaciones “farmacéuticas” o mágicas. La cultura celta no fue una excepción al respecto. Entre todas las plantas que la naturaleza ofrece, los celtas encontraron en la albahaca un ingrediente fundamental para realizar sus pócimas de amor. Con el uso de estos bebedizos realizados a base de albahaca, los celtas pretendían evitar que las parejas discutieran o, en su defecto, reducir la intensidad o la gravedad de sus discusiones. Entre los celtas, además, existía una superstición: la mujer que entregaba una ramita de albahaca a su amado conseguía que éste no le dejara de amar nunca.
Filtros de amor durante la Edad Media
Las pócimas de amor, durante la Edad Media, fueron cosa de brujas. La bruja era la mujer-hechicera, la poseedora del único arma que, en una sociedad marcadamente patriarcal, podía tener la mujer para controlar la sexualidad masculina y el ciclo reproductor. La bruja, utilizando ingredientes como el polvo de cantárida y estramonio, creaba afrodisíacos. Otros de los ingredientes que se solían utilizar para realizar filtros de amor eran tripas de rana, plumas de búho, serpientes y hierbas de todo tipo.
Como ves, son muchas las pócimas de amor que se han utilizado a lo largo de la historia y muchas las culturas que se han servido de ellas como camino directo para conseguir los favores de la persona deseada. En internet puedes encontrar recetas variadas para elaborar tus propias pócimas de amor. Nosotros, para que no digas que no te proponemos ninguna, te recomendamos la que el cantautor Juan Manuel Serrat propone en su canción “Receta para un filtro de amor infalible”. En los últimos versos de la mencionada canción, el cantautor catalán recomienda lo siguiente: “Y si acaso le fallara este bebedizo, / haga la prueba con materias tangibles. / Cubrirla de brillantes o montarle un piso / son buenos ingredientes para infalibles / filtros de amor”. Pues eso.