No eres tú; soy yo
Entre los conceptos que el aprendiz de seductor tiene que tener siempre presente hay uno que adquiere especial relevancia por la influencia que puede tener o no sobre su nivel de autoestima. Ese concepto tiene que ver con el rechazo y con su nivel de relación con la propia personalidad del seductor. El rechazo acostumbra a tener más que ver con la persona que rechaza que con la que es rechazada. Dice más de la personalidad de la primera que de la de la segunda.
En cualquier caso, el rechazo es algo verdaderamente horrible para toda aquella persona que lo experimenta. Nos hace sentir pequeños y humillados. Si lo permitimos, puede minar nuestra autoestima y volvernos unos seres tristes y amargados. Eso no debería ser así. Y no debería serlo porque, como ya hemos dicho, el rechazo es algo que, en el fondo, dice más de la persona que rechaza que de la que es rechazada.
No eres mi tipo
Al ser rechazado, debes pensar en lo que la chica siente, en lo que está pasando por su cabeza. En la mayor parte de los casos, ese algo puede ser algo muy sencillo: que tú no seas lo que ella está buscando. Esto, que puede parecer desalentador a primer golpe de vista, debería ser enfocado, por tu parte, como algo muy positivo a medio o largo plazo. Lógicamente, lo ideal sería que tú fueras la persona que ella siempre esperó, su príncipe soñado o su hombre anhelado, y que fuerais felices y comierais perdices, pero la utopía es la utopía y, como acostumbra a decirse, “lo que no puede ser, no puede ser, y, además, es imposible”. Esto no impide que el rechazo se sienta como una especie de dolor. De hecho, y según apuntan algunos estudios, las áreas cerebrales que se activan al ser rechazados son las mismas que se activan cuando se siente dolor. En esta correspondencia existe, sin embargo, un factor diferencial. El dolor del rechazo pervive más en el tiempo que el dolor físico, por eso tiene una capacidad extraordinaria de reproducirse con toda su intensidad cada vez que se produce una situación semejante. Por eso es importante relativizar la importancia del rechazo y saber encajarlo. Encajar el rechazo nos permitirá evitar que lastre nuestras aspiraciones futuras y nos cree una angustia inmerecida.
Una vez comprendido que el rechazo puede producirse por el simple hecho de no ser el tipo deseado por la persona perseguida, hay que buscar el lado positivo de ese rechazo sin tapujos. ¿Te imaginas lo dañino que sería a la larga para ti que ella te dijera de buenas a primeras que sí sin estar convencida de ese sí para después, al cabo de un tiempo más o menos largo, poner fin a vuestra relación? Eso, sin duda, sería mucho más dañino para ti. Un no a tiempo te permitirá ahorrarte muchos esfuerzos y mucho dolor y te permitirá concentrar tus esfuerzos en otra búsqueda que quizá resulte más fructífera.
Posibles motivos del rechazo
El rechazo no debería, en ningún momento, hacerte inclinar la cabeza. No has hecho nada para sentirte avergonzado. Su rechazo puede deberse a cualquiera de las siguientes razones:
- Ella ya tiene una pareja. Y está enamorada de ella. En ningún caso la dejaría por ti, a quien contempla como un gran amigo y bla-bla-bla.
- Ella no se ha recuperado todavía de un fracaso sentimental. Aún no está preparada. Tiene heridas por curar. Este motivo puede dejarte en la incómoda situación de la espera. Intenta no permanecer en ella. Hacerlo puede empujarte a permanecer anclado en una situación pasiva que para nada conviene a tus esperanzas seductoras. Convertirse en el pañuelo de lágrimas de una mujer no garantiza la consecución de un éxito seductor futuro. Mentalmente puede agotarte y hacerte perder un tiempo de oro en tus ansias seductoras.
- Ella es lesbiana. Del mismo modo que tú, probablemente, nunca te lo harás con un hombre; ella nunca se lo hará contigo. Simple cuestión de orientación sexual.
- Ella odia a los hombres en general. No importa el motivo. No eres un psicoanalista para bucear en el motivo que haya podido llevarla a ese odio hacia el género masculino. ¿Qué culpa tienes tú de que ella, porque tuvo una mala experiencia con una pareja anterior o porque su padre pegaba a su madre, piense que todos los hombres sois unos cabrones? Su odio, justificado o no, no tiene por qué salpicarte. Tu responsabilidad no es hacerle comprender que cualquier generalización es mala. Tú estás aquí para seducir, no para psicoanalizar ni curar los traumas de nadie.
- Ella tiene hijos y no quiere involucrarse en una relación.
- Simple y llanamente, y como hemos ya señalado, no eres su tipo.
Si miras esta lista atentamente podrás contestar a esta pregunta: ¿alguno de esos motivos tiene que ver contigo? No, ¿verdad? Por lo tanto, no tomes el rechazo como algo personal. Tener estos motivos presentes puede ayudarte a superar tu nerviosismo al iniciar un proceso de seducción y a prever los daños colaterales que, para tu autoestima, puede tener un rechazo. Si eres rechazado, no te llenes de ideas negativas respecto a tu personalidad ni vayas a adquirir una conducta autodestructiva. Tampoco odies a la persona que te rechace. Ella no quiere dañarte con su rechazo.
Si eres rechazado, piensa en todo lo anterior, muscula tu autoestima y convéncete de que “ella se lo pierde”. Una vez convencido de eso estarás preparado para realizar, con otra persona, otra intentona seductora. Quizás en esa nueva intentona el resultado sea positivo. Un rechazo no tiene por qué ser el augurio de nuevos rechazos.