Discreción femenina
Amigo aprendiz de seductor: desengáñate; nunca podrás ocultar a una mujer que te gusta. Dejando de lado lo perspicaz o no que pueda ser ella, lo cierto es que los hombres acostumbramos a ser bastante transparentes en ese aspecto. Cuando nos gusta una mujer, se nos nota. A veces, incluso demasiado. Pero ellas… ¡ay, ellas! Las mujeres, por regla general, acostumbran a ser más sutiles, menos obvias, más sibilinas. La mujer, habitualmente y en ese sentido, no acostumbra a mostrar sus intenciones. Es pura cautela.
Cautelosamente, la mujer va analizando al hombre que tiene ante él. Como una científica que se hallara en mitad de una investigación, sin prisas pero sin pausa y de manera obstinada, la mujer va identificando en el hombre cualidades y características. Es cuando encuentra en ese hombre cosas que le agradan cuando la mujer, de una manera sutil, empieza a emitir señales. El hombre que quiera conquistar a esa mujer deberá saber identificar dichas señales de la misma manera que debe saber identificar aquéllas que indiquen que, desde el punto de vista de la mujer, la conquista va por mal camino.
En este artículo de Objetivo Ligar queremos mostrarte cuáles son las señales que te ayudarán a saber que le gustas a una mujer.
Atención y risa
La primera de ellas tiene que ver con el nivel de atención que nos presta esa mujer. La mujer (y al hablar de la mujer estamos asumiendo los riesgos que implica toda generalización) quiere ser escogida. El hombre, por su parte, espera, principalmente, ser aceptado. El hombre que note que una mujer le presta una especial atención (sobre todo cuando se está en grupo) puede sentirse contento: ésa es una buena señal para saber que, muy probablemente le gusta a esa mujer.
La atención que nos presta una mujer se revelará especialmente significativa como señal de que le gustamos cuando dicha atención se centre en aspectos personales nuestros. Que una mujer muestre interés por dichos aspectos personales, que desee saber cosas sobre nuestro pasado, sobre nuestros gustos, sobre nuestro trabajo, es una buena señal. Quiere decir que siente curiosidad por nosotros y eso, claro, es un estímulo para que sigamos adelante con nuestra estrategia de seducción. De entre las preguntas que una mujer puede hacernos y que puede servirnos para delatar un cierto interés erótico-sentimental hacia nosotros hay una especialmente reveladora: la que sirve para inquirir sobre nuestra situación sentimental. Es decir: aquélla que usa la mujer para saber si tenemos pareja o no. Es decir: para saber si estamos completamente libres.
La segunda señal para saber si le gustamos a una mujer es la risa. Si una mujer ríe a nuestro lado, podemos avanzar en nuestro intento de conquista. Después de todo, el humor es una de las grandes armas de conquista. Con ello, claro, no queremos decir que te conviertas en el chistoso oficial del reino. Un exceso de chistes acostumbra a ser contraproducente. En su justa medida, como casi todo.
Distancia y tacto
La tercera señal para saber si le gustamos a una mujer tiene que ver con la distancia física existente entre esa mujer y nosotros. Al fin y al cabo, el objetivo final de todo cortejo o proceso de seducción es el sexo. Y el sexo exige contacto. El hecho de que la mujer a la que deseamos conquistar se acerque físicamente a nosotros nos hace pensar que el sexo soñado con ella no tiene por qué permanecer indefinidamente anclado en el territorio de los sueños. Eso se hace más evidente todavía cuando esa mujer salta la barrea de la distancia y, directamente, nos toca. Puede ser sólo el brazo, vale, pero ese contacto ya quiere decir algo. Cuanto más prologado sea ese contacto, más probabilidades hay de triunfar con esa chica. Aunque también hay que tener presente que hay personas que tienen una mayor tendencia a tocar que otras y que el tocar, en sí mismo, forma parte indisoluble de su manera de relacionarse con los demás. Si topamos con una chica de ese tipo, su tendencia a tocarnos no debe significar, necesariamente, que se sienta atraída por nosotros.
Lo mismo que sirve de señal para saber si le gustamos a una mujer el hecho de que ella nos toque, sirve a tal fin el comprobar hasta qué punto esa mujer a la que queremos conquistar se deja ser tocada por nosotros. Si ponemos una mano en una zona de su cuerpo (su antebrazo, por ejemplo), la retiramos y, poco después, nuestra mano es aceptada nuevamente por dicho antebrazo al volverlo a tocar, podemos pensar que vamos por buen camino en nuestra estrategia de seducción. Si, por el contrario, notamos una cierta incomodidad en la mujer o percibimos cómo se tensa su brazo al tocarlo, lo más aconsejable es plegar velas o, dicho de otro modo, retirarse momentáneamente a nuestros cuarteles de invierno antes de iniciar un nuevo ataque.
Cuando ya conocemos mínimamente a la persona a la que deseamos conquistar y son varias las ocasiones en que nos hemos citado con ella hay una señal para saber si gustamos a esa mujer que no acostumbra a engañar y esa señal tiene que ver con la manera que ella puede tener de vestirse, maquillarse, en fin, de eso que se llama “arreglarse”, para acudir a su cita con nosotros. Si notamos que una mujer se arregla especialmente cuando se cita con nosotros podemos, con cierto fundamento, abrigar ciertas esperanzas sobre la posibilidad de salir triunfantes del reto que nos hemos impuesto al intentar conquistarla.
Finalmente, hay señales para saber si gustamos a una chica que pertenecen a ese complejo y nunca suficientemente estudiado universo al que se llama “comunicación no verbal”. Las pupilas dilatadas, el morderse los labios, el cruzar las piernas de una manera determinada, el prolongar una mirada fija en nuestros ojos (aunque, si la chica es tímida, quizás sea más el cómo rehúye nuestra mirada lo que delate su interés por nosotros que no el mirarnos fijamente), el encarar inconscientemente sus genitales hacia los nuestros… son varias las actitudes posturales o los gestos que la mujer puede realizar y que pueden servirnos como señal para saber que le gustamos.
Cualquier señal de las indicadas en este artículo debe ser valorada en relación con las otras señales. Fiarse de una sola de ellas y actuar guiados por lo que dicha señal nos sugiera puede conducir a error. Una mujer, por ejemplo, puede tener el tic de morderse los labios. O puede ser alegre por naturaleza (y por eso ríe tanto). Esperanzarse en demasía con el éxito de nuestra conquista sólo por haber observado en la chica en cuestión una de las anteriores señales puede ser un error. Y estos errores, a la corta o a la larga, se pagan con la moneda nunca agradable y en ocasiones amarga de la decepción.