No hay mejor manera de triunfar en el difícil arte de la seducción que hacer y mantener en el tiempo que el amante se sienta alguien especial. Para conseguirlo, nada mejor que los mimos y las caricias.
En este artículo de Objetivo Ligar vamos a resaltar la importancia de estas dos acciones y vamos a dar una serie de consejos para que tu intento de mimar y acariciar a tu pareja no fracase y para que obtengas de esas acciones el mayor rédito.
En ocasiones, una caricia a tiempo bien realizada consigue lo que no han conseguido antes cientos de palabras y algún que otro regalo. No en vano, la caricia apela directamente con el sentir: el sentido del tacto nos conecta por la vía rápida con sensaciones tan diversas como pueden ser el placer, el dolor o la excitación. Saber acariciar es, pues, fundamental para desenvolverse sin contratiempos en el territorio de la seducción y la conquista amorosa.
Asumido esto, vamos a ver cómo y qué partes del cuerpo del hombre deben acariciarse y mimarse (más allá de la obviedad genital del pene) para que aquél se sienta alguien especial.
Un baño erótico
Una de las sensaciones más agradables que puede experimentar una persona es la de un baño de agua templada. Pocas actividades relajan más. Si a los placeres de un baño de estas características le añadimos una pequeña dosis de sensualidad y caricias, el baño se convierte entonces en un lujo de dioses. No en vano, son muchas la personas que sueñan o que han disfrutado alguna vez de alguna intensa sesión de sexo en la ducha.
En este caso, vamos a aconsejarte sobre algo en principio no tan intenso pero sí muy excitante y que puede ser la antesala perfecta (ahora sí) de una relación mucho más sexual e intensa. Ese algo de lo que te hablamos es un baño erótico.
El erotismo en el baño es un clásico, pero debemos saber cómo proceder para que una experiencia de estas características resulte plenamente satisfactoria. Lo primero que debemos hacer es ambientar el lugar en el que va a tener lugar ese baño. ¿Cómo? Encendiendo velitas y colocándolas estratégicamente por el cuarto de baño. O quemando varitas de incienso o de algún aroma determinado.
Estimular los diferentes sentidos con sensaciones agradables servirá para incrementar la sensualidad de todo lo que vivamos. Si lo deseas, también puedes poner una música suave de fondo. Ya sabes al tipo de música al que nos referimos… ésa que parece desnudar y acariciar.
Una vez hecho eso, puedes servir a tu pareja una copa de vino. Ello te permitirá también estimular y acariciar el sentido del gusto. Tras ello, llena la bañera de agua caliente y vierte en ella mucho gel (para poder hacer así un baño de espuma). Tras echar el gel vierte también en el agua un poco de aceite esencial de algún aroma que os guste y un puñado de sales de baño.
Tras ello, invita a entrar en la bañera a tu pareja y, una vez haya entrado, cogt una esponja (que sea lo más suave y agradable al tacto posible) y lávale.
A continuación, entra tú también dentro de la bañera y, una vez dentro, dile que se dé la vuelta. Cuando te dé la espalda, acaríciasela con la esponja de manera lenta y suave.
Dile ahora que se ponga de pie y aprovecha para lavarle las piernas, el culo y, finalmente, los genitales. Que tanto sus testículos como su pene queden limpios es muy importante, ya que ellos adquirirán gran protagonismo cuando, fuera del agua, te dediques a mimarle, acariciarle y masajearle. Muchas de esas caricias, como te explicaremos en el próximo apartado, deberás realizárselas con la boca.
Una vez hayas acabado de lavarle coméntale, entregándole la esponja, que haga lo mismo que tú has hecho. Cuando estéis excitados, salid de la bañera y secaros mutuamente. Luego, dirígelo a vuestra cama de la mano: esta noche ha comenzado muy bien, con un inicio muy limpio. El turno de las caricias más íntimas está a punto de empezar.
Consejos para acariciar con los pechos
Tras disfrutar de un baño erótico como el que hemos descrito, llega la hora de disfrutar de una sesión de caricias muy especial y estimulante. Si eres mujer y quieres tener a tu pareja masculina rendida a tus pies, haz lo que vamos a explicarte tanto en este apartado como en el siguiente y, no tengas duda alguna, lo conseguirás.
Antes de empezar, recuerda esto que vamos a decirte y tenlo siempre presente: los hombres aman los pechos. Mucho. Con locura. Y es que en ellos es, muy probablemente, donde la feminidad se hace más evidente. Por eso los hombres, más allá de las forma y el tamaño de los senos, consideran a estos una parte maravillosa del cuerpo de la mujer. Por eso también, seguramente, llegado el momento de la intimidad, los hombres tardan muy poco en echar mano de ellos. Por eso casi siempre regresan al gesto casi natal de chuparlos.
Sentir el contacto de los senos es algo que excita profundamente al hombre. Por eso, si eres mujer, deberías sacarles partido y convertirlos en parte activa de tus mimitos hacia tu pareja. ¿Cómo? Utilizándolos no solo como ofrenda que deba ser adorada. Usándolos también para acariciar.
Te recomendamos que una vez que estéis juntos, bañados y desnudos, te olvides de tus manos y utilices tus pechos para acariciar, con delicadeza y suavidad, todo el cuerpo de tu pareja. Trabaja un rato, con tus tetas y con mimo, su torso desnudo. Después baja hacia sus piernas delicadamente. A tu chico le gustará mucho sentir tus pezones erectos sobre su piel.
Seguidamente introduce su pene entre tus pechos (sin llegar a realizarle una cubana) y sube hacia su rostro. Roza con tus tetas los ojos y los labios de tu compañero. Él no será capaz de aguantarse y sus manos se volverán ansiosas por acariciar tus pechos y su boca deseará morder tus pezones erectos. Todo él querrá unirse a esta fiesta del placer por la que te estamos guiando.
El arte de acariciar los testículos
A pocos hombres no les gusta que les acaricien los testículos. Y eso a pesar de la existencia de esa expresión de significado negativo que es la de “tocar los huevos” o que te los toquen.
Demasiadas mujeres (o demasiados hombres gay) al acariciar los genitales de su pareja se centran en el casi obsceno protagonismo del pene y se olvidan de estimular esos otros órganos de los acompañan y que son los testículos o, más correctamente, el escroto.
El escroto es la bolsa que contiene los testículos y es una zona muy erógena. Para llegar a ejecutar este tipo de caricias sexuales se recomienda empezar a acariciar, de forma suave, desde el ombligo hacia abajo. Ello debe hacerse, además, olvidándose del pene.
Teniendo en cuenta la alta sensibilidad de los testículos, hay que tocarlos muy suavemente. ¿Durante cuánto tiempo? Pues no menos de un minuto y de una forma muy lenta.
Si te decides a hacerlo, manéjalos, levántalos, sujeta todo el escroto de tu pareja y tira de él hacia abajo.
Una buena forma de acariciar los testículos es introducirlos en la boca. Sin utilizar los dientes, se pueden succionar suavemente mientras, con la lengua, de forma suave y realizando remolinos, se masajean.
Si deseáis experimentar nuevas sensaciones, utilizan un vibrador para, con sus vibraciones, estimular y masajear el escroto. En este caso se recomienda no utilizar unas vibraciones demasiado fuertes, pues éstas podrían llegar a causar molestias (o incluso dolor) en esa zona tan delicada de la anatomía masculina.