Te ha costado. Has sudado sangre para tener una cita con esa chica que tanto te atraía. De hecho, ya estás con ella. La tienes frente a ti. Compartís un vermut, una comida, un café, una cena… El momento que tanto soñaste mientras la fuiste conociendo a través de esa app de citas que alguien te recomendó se ha hecho realidad. Y, sin embargo, las cosas no van como esperabas. Algo falla.
La chica es diferente a como la habías imaginado. Le falta o le sobra algo para ajustarse a tus expectativas. Y sin embargo, mira por dónde, parece que tú sí le gustas. Y parece que mucho. De hecho, notas cómo ella, poco a poco, va haciéndose ilusiones respecto a ti. Puedes aprovecharte de eso, claro. Puedes fingir y puedes, incluso, llevártela a la cama. O acompañarla, que suena más fino y menos machista. Al fin y al cabo, un polvo es un polvo. Y a nadie le amarga un dulce. Ni a ella ni a ti.
Analiza fríamente la situación. La chica de tu cita es mona. Vamos a decir que, incluso, es sexy. Podría estar muy bien follar con ella. Pero… ¿era exactamente eso lo que buscabas cuando decidiste participar en esa red social en la que la has conocido? ¿Buscar una tipa con la que follar? ¿Te bastaba con eso? ¿No decías sentirte tan y tan solo? ¿No estabas tan cansado de ser un lobo solitario? Sé sincero contigo mismo. Si la respuesta a esa pregunta es que buscabas algo más que un polvo, tienes que poner freno cuanto antes a esta situación que estás viviendo. Que la chica con la que estás compartiendo el café, el vermut, la comida o la cena no se haga falsas ilusiones respecto a ti. Que sepa el terreno que pisa. Que interiorice cuanto antes que no está ante el hombre de su vida pero sí ante un buen tipo que no va a aprovecharse de ella fingiendo lo que no siente. Que podrás ser su amigo pero no esa pareja que ella busca.
Tan importante como saber ligar es saber decir no cuando la relación recién iniciada ni colma las expectativas ni avanza por los derroteros que se esperaba. El que hayas anhelado mucho esa cita que al final has conseguido no te obliga a nada. Que desees mucho el estar con una mujer no quiere decir que debas conformarte con permanecer al lado de la primera mujer que muestre interés por estar (o, en este caso, citarse) contigo. Por eso es importante saber decir que no en la primera cita. No es fácil hacerlo. Y menos fácil aún es hacerlo con elegancia, sin ofender a esa otra persona que, seguramente, desearía tener una nueva cita contigo.
En este artículo de Objetivo Ligar queremos darte una serie de consejos para que sepas cómo decir que no cuando una primera (o segunda cita) no va por los derroteros que tú desearías.
La asertividad y los motivos de su falta
Para saber decir que no hay que ser asertivo. Es decir: hay que potenciar lo que los psicólogos llaman la asertividad. De ella ya hemos hablado en este blog, pero recordaremos aquí que cuando hablamos de asertividad estamos hablando de la capacidad que tenemos las personas para dejar clara nuestra opinión o nuestra postura vital ante los demás sin por ello tener que ofenderlos o atacarlos.
En demasiadas ocasiones las personas nos plegamos a los deseos de los demás (sin estar conformes con ellos) por miedo al conflicto. Al hacerlo, desoímos nuestras propias necesidades. Las arrinconamos. Esta forma de actuar acaba pasándonos factura. Comportarse de ese modo es la manera más sencilla de avanzar hacia la infelicidad. Ser asertivo es atender a las propias necesidades y gustos y actuar en consecuencia sin, por ello, romper los lazos que nos unen a los demás. Para ser asertivos se necesita algo fundamental: tener un buen nivel de autoestima.
Son varias las razones que nos pueden hacer que tengamos miedo a dejar clara nuestra postura ante los demás. Esas razones son, sin duda, las que también nos impiden decir que no cuando una cita va mal. Y es contra ellas contra las que hay que luchar.
Una de las razones más comunes por las que muchas personas son incapaces de decir que no en situaciones como las que explicamos aquí tiene que ver con el sentimiento de culpa. Muchas personas tienden a sentirse culpables si no hacen lo que otra persona les pide. Este sentimiento, cuando se ha perseguido mucho a una chica para conseguir una cita con ella, puede ser bastante habitual. Al intuir que debes rechazarla, que no es lo que esperabas, que te sientes decepcionado, puedes sentirte una mala persona. Borra ese sentimiento de ti. Si dices “no” no eres egoísta. Simplemente, te estás respetando a ti mismo. Y al hacerlo, además, estás respetando también al otro. Estás respetando a esa chica. No la estás engañando.
Otro de los errores que suelen cometerse cuando se concreta una cita con una chica es el de hacerse responsable de ella por el mero hecho de haber concretado esa cita. En estos casos, lo que la persona que no sabe decir que no en una primera cita está haciendo es sobreimplicarse en la vida del otro. De alguna manera, lo que está realizando esta persona que se ve “atrapada” en una cita que no satisface sus necesidades y sus expectativas es realizar el trabajo emocional que debería realizar esa otra persona en cuestión.
Asertividad empática
Sin duda, a la hora de ligar es importante saber ponerse en la piel del otro. Cuando se desea ser un seductor es fundamental no ser un “ladrillo emocional”. Los sentimientos de la otra persona deben importarnos, claro, pero cada cual debe comprender sus propios sentimientos y trabajar sobre ellos. No podemos hacernos absolutamente responsables de los sentimientos del otro. Y esto debemos tenerlo presente cuando debamos decir “no, lo siento, esa chispa que yo esperaba que surgiera de nuestra cita no ha surgido”. Hay que ser empático, sí, pero sin renuciar, como hemos indicado anteriormente, a la asertividad.
Del mismo modo que no debemos hacernos responsables de los sentimientos del otro tampoco debemos dar una importancia excesiva al pensamiento que ese otro tenga sobre nosotros. Depender de la opinión de los demás en exceso es, siempre, una muestra de falta de autoestima. Trabajar la propia autoestima es, como hemos dicho muchas veces en este blog, fundamental para conseguir los objetivos perseguidos, también en el terreno sentimental/amoroso.
Podrá suceder, por ejemplo, que esa persona insista e insista pese a nuestro inicial no. Con ello se debe contar. En ningún lugar está escrito que las personas deban rendirse a la primera. Y el concepto “gota malaya” existe por algo. En estos casos, ¿cómo debemos volver a decir que no? Sin volver a decirlo explícitamente; practicando lo que en términos psicológicos se denomina “aplazamiento asertivo”. O sea: el “dar largas” de toda la vida. ¿Cómo? Contando el cuento de que ahora debo irme, de que después te escribo, de que ya hablamos en otro momento… Eso sí: si utilizas la táctica del dar largas, da siempre antes las gracias a esa chica a la que le estás negando una segunda cita por el buen rato que has pasado junto a ella. Las despedidas hay que hacerlas lo menos dolorosas posibles. Sobre todo porque nunca sabes si son para siempre. Quizás las dudas te embarguen cuando llegues a casa y, alli, en la soledad de tu cuarto, acabes pensando que, después de todo, quizás la chica se merezca una segunda oportunidad.
Lógicamente, nada que tenga que ver con el carácter de cada cual y con la forma de comportarse puede cambiarse de la noche a la mañana. Todo cambio de este tipo requiere su tiempo. Saber decir que no en una cita que ha sido muy soñada no es fácil. Entrenarse a saber decir que no en otras facetas de la vida te ayudará a decir que no en esas situaciones personales en las que es tan imporante saber cómo hacerlo. De hecho, muchos hombres han visto su vida íntima arruinada por no saber decir que no a tiempo. Algunos de ellos, incluso, se han visto ante el altar, teniendo hijos, divorciados, etc. sin saber exactamente cómo han llegado a vivir todo eso. Muchos de ellos, en la intimidad, reconocen que se hubieran ahorrado muchos sinsabores si hubieran sabido decir que no en la primera cita, que era precisamente lo que el cuerpo les pedía en aquel momento. “Si yo ya veía que no era mi tipo”, dicen a deshora, “pero es que tenía tantas ganas de follar…”.