Duros de cine
Los tipos duros no bailan. Así tituló el novelista estadounidense Norman Mailer (1923 – 2007) una de sus más famosas novelas. En aquella novela se contaba una anécdota que era la que, en definitiva, daba título al libro. La anécdota hablaba de una reunión de mafiosos entre los que se encontraba Frank Costello, uno de los gangsters más importantes del siglo pasado y mano derecha de Lucky Luciano en la ciudad de Nueva York. Costello estaba acompañado por Gloria, su chica de compañía en aquel momento. Costello fue dando órdenes a los que le acompañaban (los boxeadores Tony Canzoneri, Tony Galento y Roky Marciano) para que, sucesivamente, fueran bailando con Gloria. Cuando el tocó el turno al boxeador, Gloria susurró al oído de Marciano que le dijera al “tío Frank” que bailara con ella. Entre unos y otros empezaron a “pinchar” al gangster para que bailara con Gloria. La respuesta de Costello fue, justamente, el título de la excelente novela de Mailer. O sea: “los tipos duros no bailan”.
Más allá de la veracidad histórica de la anécdota o no, lo cierto es que el “tipo duro” siempre se ha vendido bien como sinónimo de tipo que tiene facilidad para ligar. Duro (o aparentemente duro) era Danny Zuko, el personaje interpretado por John Travolta en Grease. Duro es Bogart en Tener y no tener y acaba conquistando al personaje interpretado por la que fue su mujer en la vida real, Lauren Bacall. Duro es Brando en Un tranvía llamado deseo. Duro es Clint Eastwood en muchas de sus películas y son muchas las mujeres que, en la ficción, caen rendidos a sus pies. Duros son la mayor parte de los galanes que en el cine lo han sido. Duro es, sin duda, Clark Gable en Mogambo, y es esa dureza la que, en parte, le permite beneficiarse sucesivamente a dos mujeres de bellezas tan dispares como seductoras, la que estaba llamada a ser princesa de Mónaco, Grace Kelly, y la morena que había sido calificada por un director cinematográfico como “el animal más bello del mundo”, Ava Gardner.
Estos pocos ejemplos sirven para demostrar hasta qué punto el cine ha servido a lo largo de la historia para implantar un estereotipo de forma de galanteo sustentado en la dureza. Así, al menos, lo entendió Woody Allen cuando escribió el guión de la obra de teatro y película Play It Again, Sam (estrenada en España como Sueños de un seductor). En dicha película, dirigida por Herbert Ross, Woody Allen es un fracasado ligón que recibe la visita del fantasma de Humphrey Bogart. Bogart, el duro Bogart, el conquistador Bogart, aconseja a Allen sobre cómo comportarse para ligar. Porque para ligar, en definitiva, hay que ser duro.
El valor de hacerse de rogar
¿Hasta qué punto es cierto eso? ¿Hasta qué punto hacerse el duro sirve para ligar? Diversos psicólogos han analizado esta pregunta para intentar dar una respuesta a la misma. Los hay que defienden la estrategia de hacerse el duro como estrategia válida para ligar y los hay que, por el contrario, la consideran una estrategia errónea. Veamos los argumentos que exponen cada grupo.
En primer lugar, los que defienden la estrategia de hacerse el duro para ligar afirman que el hacerse de rogar sirve para reafirmar el interés que la otra persona puede tener por nosotros, para poner a prueba el compromiso de esa persona por nosotros o, lo que acostumbra a ser más habitual, para manipular a esa persona y obtener de ella lo que esperamos. Tras todas estas actitudes se esconde una visión fundamentalmente economicista de la vida. En el fondo, pensar que el hacerse el duro para ligar o hacerse el difícil sirve para aumentar el interés de la otra persona por nosotros no es demasiado diferente a pensar que una oferta escasa aumenta el interés de la demanda y, por tanto, el valor de la primera.
Uno de los estudios más importantes que se han realizado sobre el valor de hacerse el duro para ligar o, dicho de otro modo, hacerse de rogar, es el realizado por Peter K. Jonason y por Norman P. Li y publicado en el European Journal of Personality.
El estudio se basó en el análisis del comportamiento de más de 1.500 personas y sirvió, entre otras cosas, para demostrar que las mujeres utilizan la estrategia de hacerse las duras o hacerse de rogar mucho más que los hombres. ¿Por qué? Las explicaciones que se dan en el artículo tienen un marcado carácter evolucionista. La mujer, que es la que queda embarazada, tiene la responsabilidad de buscar el mejor padre posible.
Las tácticas utilizadas para hacerse el duro para ligar pueden ser muchas, desde el flirtear con otra persona delante de quien queremos conquistar (los celos pueden ser un acicate) hasta ignorar a la persona cuando nos habla (o hacernos los despistados), pasando por mostrarse exageradamente seguro de uno mismo ante la persona que queremos conquistar. ¿Esto funciona? Pues, ciertamente, no pondríamos las manos en el fuego por ello. La otra persona puede pensar que somos una persona pagada de sí misma, unos engreídos de tomo y lomo. En definitiva: unos fantasmas.
El estudio indicado señala también que hombres y mujeres tienen formas distintas de hacerse el duro para ligar. Los hombres tienden a mostrarse desagradables con la otra persona. Las mujeres, por el contrario, prefieren juguetear con los celos o esforzarse en hacer caso omiso a quienes ellas quieren tener bailándoles el agua.
El estudio realizado por Peter K. Jonason y por Norman P. Li no es el primer estudio que se realiza sobre el porqué de esa relación que establecemos entre hacerse el duro y ligar. La Universidad Gutenberg de Maguncia también ha realizado un estudio al respecto. Según dicho estudio, y a corto plazo, los hombres seguros de sí mismos y, en cierto modo, algo arrogantes, tienen más de un punto ganado a la hora de ligar. A largo plazo, sin embargo, el éxito de este tipo de “personalidad” no está tan claro y ese carácter arrogante aparece como el causante principal de muchos fracasos de pareja.
Varios investigadores de las Universidades de Virginia y de Harvard realizaron un estudio sobre cómo reaccionaban las mujeres universitarias estudiadas cuando contemplaban un perfil de Facebook. Según dicho estudio, las mujeres mostraban más interés por aquellos hombres de los que no sabían si estaban interesados en ellas o no que por aquéllos que habían demostrado su interés. Los autores del estudio señalaban que, en cierta medida, el desafío y la incertidumbre aumentan la atracción. El desconocer algo sobre alguien despierta nuestra curiosidad y espolea nuestra atención sobre ese alguien.
Mejor no hacerse el duro
Hay que apuntar, sin embargo, que no todos los estudios realizados sobre la relación entre mostrarse duros y ligar apuntan en la misma dirección. Hay estudios que señalan exactamente lo contrario, es decir: que hombres y mujeres suelen optar preferentemente no por quien se muestra duro o dura, sino por quien se muestra manejable o más vulnerable psicológicamente. Un grupo de psicólogos de la Universidad de Texas, por ejemplo, publicaron un artículo en la Evolution and Human Behavior en el que apuntaban explícitamente que “los hombres se sienten atraídos hacia las mujeres más vulnerables psicológicamente”. Por su parte, un grupo de biólogos de la Universidad de Tennessee-Knoxville apuntaba a que las mujeres prefieren hombres manejables. Al mismo tiempo, Robert Brooks, autor popular sobre temas de motivación y relaciones personales, ha apuntado en un estudio que la mujer ya no busca “hombres poderosos, fuertes y guapos”, sino hombres que, siendo amables y respetuosos, sepan corresponder a sus deseos y necesidades.
Vistos los resultados apuntados por los diversos estudios… ¿qué crees que debes hacer? ¿Crees que puede ser útil el mostrarse duro para ligar? ¿Nuestro consejo? Que todo, la dureza y su contrario, está bien en su justa medida. Y que lo importante es aceptarse como somos y mostrarnos como somos. No se puede ir continuamente de duro por la vida si no se es un duro. O sea: que si nos piden que bailemos, bailemos. Más que nada porque siempre puede suceder (y es lo que habitualmente sucede) que el que salga a bailar se quede con la rubia. Siempre que no seamos Frank Costello, claro. Pero a ver quién tenía arrestos para birlarle la chica a Frank Costello.