La extorsión por motivos sexuales
Las nuevas tecnologías han traído nuevos delitos. Uno de estos delitos es lo que se conoce con el nombre de sextorsión. La sextorsión ha sido fruto de la expansión de un fenómeno que se ha convertido en algo habitual. Ese fenómeno es el cibersexo, es decir, el intercambio entre dos usuarios de internet u otros medios sociales de comunicación (por ejemplo, el whatsapp) de imágenes, texto o audio con alto contenido sexual. Este contenido, habitualmente, suele incluir imágenes explícitas de los genitales. La aparición de los rostros en estas imágenes puede ser una puerta abierta a la posibilidad de que uno de los dos usuarios utilice el material recibido para solicitar dinero al otro para evitar que esas imágenes puedan ser difundidas. Esa extorsión es la que recibe el nombre de sextorsión.
La sextorsión, sin duda, se ha convertido en un gran quebradero de cabeza para todas aquellas personas que busquen diversión sexual sana y placentera en la red. ¿Cómo evitar en la medida de lo posible que se pueda dar una situación de sextorsión?
Prudencia ante todo
En primer lugar, lo más importante es extremar las medidas de prudencia. Éstas se inician en el momento mismo de crear nuestro perfil. Este perfil no debe proporcionar datos verídicos nuestros. El correo electrónico que incluya nuestro nombre, una fotografía nuestra o nuestro número de teléfono serían tres de esos datos que, bajo ningún concepto, deberían aparecer en un perfil destinado a la práctica del cibersexo.
La virtualidad, para ser segura, impone sus propias reglas, y una de ellas es la de no mostrar la identidad. Ésta debe ocultarse todo lo que se pueda. Sólo un grado de máxima confianza debería permitir que la identidad se muestre.
Cuando hablamos de identidad no nos referimos únicamente a nuestro rostro. Podemos referirnos también a una señal muy identificativa nuestra (una cicatriz, por ejemplo) o a cualquier objeto con el que se nos pueda relacionar (un paisaje cercano a nuestra casa, nuestro coche o moto, etc.).
Si finalmente se es localizado y se inicia algún tipo de extorsión, los expertos aconsejan que lo mejor es intentar no dramatizar en exceso y, por supuesto, no ceder al chantaje. Pagar una vez por la no difusión de unas imágenes no garantiza que un futuro más o menos cercano no se vuelva a ser extorsionado por la misma persona y por las mismas imágenes. Después de todo, ¿cuál puede ser el contenido de éstas? ¿Unas imágenes en las que el extorsionado aparezca masturbándose? Todo puede depender, en el fondo, de la posibilidad de que la pareja acceda a esas imágenes y al concepto que la misma tenga sobre lo que es la infidelidad.
En cualquier caso, lo primero que hay que hacer es guardar las pruebas del chantaje, denunciar el caso a la policía y contactar con aquellos portales en los que se haya colgado el vídeo con el que se ha sido extorsionado para solicitar su retirada.
Las extorsiones por Ashley Madison
Eso, denunciar, es lo que han hecho decenas de denunciantes españoles que en su momento fueron clientes de la web para citas extramatrimoniales Ashley Madison. Estos usuarios han denunciado la extorsión sufrida por parte de hackers que les han amenazado con informar a sus parejas de sus affaires en la red. Las amenazas, en este caso, se recibían por correo electrónico y la cantidad solicitada para conseguir el silencio oscilaba entre los 500 y los 2.000 euros.
La confidencialidad de Ashley Madison (uno de sus compromisos y una de las claves del éxito de esta web) quedó hecha añicos el pasado mes de julio cuando el grupo de hackers The Impact Team hizo pública la lista de usuarios de la web de citas dejando al descubierto no sólo sus nombres, sino también sus direcciones de correo y cuentas bancarias. El pago de cuota que se hacía a Aslhey Madison para formar parte de la red dejaba una anotación de transacción bancaria que los extorsionistas han usado como prueba de la infidelidad o intención de infidelidad. Las denuncias están siendo investigadas en la actualidad por la Unidad Central Operativa de la Guardia Civil.
Sabemos que acudir a la policía para denunciar ciertas cosas conlleva el hecho de tener que pasar un mal rato en cuanto a vergüenza se refiere, pero consideramos que un ratito de vergüenza es mejor que plegarse a un chantaje que lo único que puede acarrear es una pérdida importante de dinero y, por tanto, una serie indeterminada de problemas. El hecho de pagar implica, a la corta o a la larga, el tener que dar explicaciones a la pareja. Y hay gastos (sobre todo si se hacen reiterados) que no siempre son justificables. Sin lugar a dudas tener que explicar, al final, la verdad, acarreará siempre peores consecuencias cuando, de un modo u otro, se haya visto afectado de algún modo el patrimonio económico de la pareja. Hay que tener esto siempre bien presente para no entregarse a la tentación de ceder a un chantaje que no sabemos nunca cuándo puede finalizar.