“Como es arriba es abajo; como es abajo es arriba”. Esta frase, atribuida a Hermes Trismegisto, padre del esoterismo, puede ser aplicable a muchas circunstancias de la vida. Puede ser aplicada a lo personal y, también, a lo social. ¿Cuántas veces no descalificamos los comportamientos de los gobernantes y los vicios históricos de la historia de un país? ¿Cuántas veces no nos llevamos las manos a la cabeza haciéndonos cruces sobre cómo puede ser que determinados países, ricos en recursos, parezcan vivir, década tras década, sumidos en una profunda crisis?
Cuando hablamos de todo esto no hacemos sino plasmar lo que es una obviedad: que las decisiones y los comportamientos que se toman en la cúspide de la sociedad acaban condicionando cómo es dicha sociedad. Por otro lado, y esto es algo que se olvida con demasiada frecuencia, los gobernantes de un país, cuando ese país se rige por leyes mínimamente democráticas, no dejan de ser el reflejo de lo que es el país. Por eso adquiere especial validez la frase con la que iniciábamos este artículo. Y es que, sin duda, en muchas ocasiones la historia de un país en concreto no se desprende de su tendencia al fracaso y aquél no avanza hacia el futuro porque parece que dentro de él, de su espíritu, anida una especie de tirano que le dificulta o, directamente, le impide alcanzar los objetivos soñados.
Esto, que creemos que es fácilmente visible cuando se analiza el comportamiento histórico de ciertos países (a los que no hace falta señalar con el dedo, ya que cada cual de nosotros, muy probablemente, tendrá un nombre en la mente), es también visible cuando comprobamos el comportamiento de cada uno de nosotros y los resultados que se derivan de dicho comportamiento. Es visible en múltiples facetas de nuestra vida (estudiantil, laboral…) y lo es, también, en la faceta afectiva.
La tiranía del yo
En muchas ocasiones se habla de la dificultad de ligar, de lo complicado que puede resultar el finalizar con éxito un plan de seducción. Se habla de eso, sí, pero se obvia algo que siempre debería tener presente toda persona que deseara mejorar sus dotes seductoras. Ese algo es que, en muchas ocasiones, el mayor enemigo que tenemos a la hora de intentar ligar es nuestro propio yo, ésa es nuestra peor traba.
Del mismo modo que en el espíritu de un determinado país encontramos una especie de tirano que le impide progresar y ser mejor, también en nuestro interior pueden existir una serie de tiranos que nos oprimen y nos impiden ser mejores a la hora de seducir y ligar. Esos tiranos que habitan dentro de nosotros hacen que:
- Vivamos una vida monótonamente reiterativa. A base de repetir los mismos actos, desperdiciamos la vida viviendo un reiterativo encadenamiento de propósitos y frustraciones.
- Crezcamos alimentando creencias que, en lugar de enriquecernos, nos bloquean y limitan.
- Crezcamos pertrechando intenciones que no llegan a concretarse porque, diletantes, vamos aplazando su cumplimiento perdiendo de ese modo un tiempo que podría resultarnos muy fructuoso y que, por el contrario, nos resulta absolutamente yermo.
- Vivamos una vida en la que la frustración es un sentimiento que siempre está a la orden del día y en la que la melancolía, el resentimiento y la tristeza acaban imponiendo su ley y obligándonos a sentirnos víctimas de algo así como una conjura de los elementos.
- Limitemos nuestro mundo reduciendo nuestra posibilidad de relacionarnos con los demás y aislándonos, en buena medida, socialmente.
¿Qué lección podemos extraer de todo esto de lo que venimos hablando hasta ahora? En principio, una fundamental, y es que del mismo modo que las decisiones de sus gobernantes pueden servir para que una nación progrese o, por el contrario, fracase, también del mismo modo nuestra personalidad y nuestro carácter, así como nuestros hábitos de comportamiento y nuestras creencias, determinarán en gran medida nuestro éxito o nuestro fracaso, también en el asunto del ligar. O sea: que para triunfar deberemos derribar esos tiranos interiores nuestros que dificultan nuestra capacidad para alcanzar nuestros objetivos. O dicho de otro modo: debemos tomar las riendas de nuestro yo y encauzarlo por el camino adecuado. Debemos determinar mentalmente y con afán positivo cuáles deben ser nuestros hábitos y, una vez determinados, debemos reforzar algo fundamental para lograr en la vida los objetivos que en ella se persiguen: la disciplina.
Una persona de éxito es, ante todo, una persona disciplinada. Los objetivos se obtienen a base de disciplina. Esto, que sirve como máxima de comportamiento de un científico o un deportista de élite, sirve también como máxima para aquella persona que desee derrotar a sus tiranos interiores para, gracias a ello, conseguir alcanzar sus objetivos.
Y es que cada uno de nosotros, más allá de las circunstancias ocasionales, somos los gobernantes de nuestra propia vida. Ampararse tras el muro de un inevitable determinismo implica no solo pecar de victimismo; implica también no querer reconocer que tenemos la libertad de escoger y que de nuestro modo de ejercer dicha libertad dependerá, en buena medida, nuestra vida y lo que en ella alcancemos.
Consejos para derrocar al tirano interior
¿Qué debemos hacer, pues, para librarnos de los tiranos internos que determinan nuestra forma de ser y comportarnos? Ante todo, ejercer nuestra libertad, tomar las riendas y cambiar en nuestro yo todo aquellos que sea mejorable para, de ese modo, derrotar a nuestro tirano interior e imponer unas nuevas leyes de comportamiento. Debemos, de alguna manera, revolucionar nuestro interior, marcar un antes y un después en nuestra vida. Por decirlo de un modo bastante gráfico: lo que debemos hacer es tomar la Bastilla de nuestro yo.
¿Cómo? Asumiendo ante todo lo que se necesita hacer para cumplir una misión de tal envergadura. Y para cumplir esa misión de derrocamiento de nuestro tirano interior hay que asumir que:
- Debemos actuar en varios frentes.
- Debemos realizar un trabajo fundamentalmente mental. Es decir: la rebelión debe tener lugar en nuestra mente. Es en ella donde debemos actuar primordialmente.
- Debemos buscar una forma de hablar y, sobre todo, debemos buscar una forma de hablarnos a nosotros mismos.
- Demos imponernos una disciplina en nuestros comportamientos.
- Debemos aprender a negociar, en especial con nuestro propio yo. Negociar con nuestras creencias y nuestros hábitos (no puede ser o todo o nada) es una buena manera de imponer una nueva dirección a nuestros actos y, por tanto, a nuestra vida.
- Debemos dejarnos ayudar buscando un entorno de personas que posibiliten la revolución que proyectamos para nuestra mente. Hay ambientes que servirán de refuerzo y ambientes que, por el contrario, levantarán barricadas contra esa revolución. Lógicamente, hemos de buscar los primeros si lo que deseamos es, ante todo, derrocar a nuestro tirano interior.
- Debemos procurar, ante todo, imbuirnos de un espíritu optimista.
Esperamos que todos estos consejos te sirvan para emprender la tarea que debe servirte para derribar a tus tiranos interiores y, con ello, para ampliar tus posibilidades de convertirte en un seductor nato.