La mochila sorpresa
Hasta que no llegas a una cita no puedes saber si la persona que acude a la misma contigo viene libre de mochila o no. Seguramente, si la posee, será algo que no quiera poner sobre la mesa de buenas a primeras. Publicitar la existencia de la mochila antes de una cita es una de las mejores maneras de conseguir que esa cita no llegue nunca a celebrarse. Por eso la mochila se esconde: para no ahuyentar al otro.
Cuando hablamos de mochila no hablamos, única y exclusivamente, de la existencia de hijos de una antigua relación. Ésta es, sin duda, la mochila más tópica que puede encontrarse un seductor a la hora de ligar con una mujer, pero no es la única.
Cuando quedas con una chica a la que apenas conoces quedas, fundamentalmente, con un universo entero que debes ir descubriendo poco a poco. Ese progresivo descubrimiento puede provocarte a la desagradable sorpresa de encontrar, en algún lugar más o menos visible e importante de la personalidad y de la vida de esa mujer, una mochila con la que no contabas. Puede ser un hijo, sí, pero pueden ser también las amarras que aún la unen, de una manera más o menos fuerte, a una relación anterior.
Seguramente, si coincides con una chica de este tipo, deberás escuchar, durante tu cita, continuas referencias a su anterior relación. Ella te hablará probablemente de cómo era su novio y aprovechará cualquier resquicio de la conversación para introducir en la misma alguna anécdota de esa relación de la que, psicológicamente, aún no se ha liberado.
Si te sucede esto en tu intentona seductora sólo puedes hacer una cosa: armarte de paciencia y escuchar con la mejor de tus sonrisas todo lo que desee contarte sobre ese hombre al que todavía, y más o menos inconscientemente, aún está ligada. Cuando haya finalizado tu cita sí debes hacerle ver, de la manera más educada posible, que todavía tiene sentimientos por su ex y que esos sentimientos imposibilitan cualquier tipo de relación entre vosotros. Piensa que la existencia de esos sentimientos no impide que la chica en cuestión pueda iniciar otra relación, pero procura que no sea contigo a no ser que tengas muy clara tu situación emocional y no sepas con absoluta seguridad que no vas a colgarte emocionalmente de una persona que, en mayor o menor grado, va a estar pensando en otro.
Con los niños a cuestas
Si la mochila que la chica trae consigo es la tópica mochila de los hijos, debes plantearte, primeramente, una pregunta: ¿deseas tener niños alrededor? Sé absolutamente sincero contigo mismo al darte una respuesta. El tópico es real: un niño no es un juguete; no se puede coger y soltar cuando uno lo desea. Un niño plantea continuos retos a diario y la relación con él puede resultar agotadora. Todo el que sea padre puede corroborar esta afirmación. Por otro lado, la relación que tú tengas con el niño puede marcar vuestra relación. Ese niño puede no aceptarte, puede considerarte un intruso, puede verter sobre ti toda la rabia que la ruptura de sus padres, por ejemplo, puede haberle causado.
La existencia de hijos plantea también una problemática para la persona que los tiene. Si esos hijos son pequeños, la madre puede sentir un especial sentimiento de culpa si los ha dejado “aparcados” para estar contigo. Éste es un sentimiento muy habitual en las madres y que puede resultar muy tóxico para una posible relación. Si constatas este sentimiento en la chica con la que has quedado, lo mejor que puedes hacer es convencerla de que de vez en cuando también ella se merece un descanso. También puedes argumentarle que a los niños también les va bien romper un poco el cordón umbilical que les une a su madre.
Si no te molestara la presencia de niños o, incluso, la desearas, puedes decirle a la chica de tu cita que la próxima vez que quedéis los traiga con ella. Si, por el contrario, ese tipo de mochila no te apetece o no estás preparado para compartir a tu chica con alguien con tanto peso emocional en ella como un hijo o hijos, lo mejor es ser absolutamente sincero. No está mal decir que no estás preparado para ese tipo de compromiso. La sinceridad y la honestidad son esenciales para evitar los malos rollos que pudieran producirse en el futuro.
Otras mochilas
Hay una mochila menos habitual que las anteriores pero que también puedes encontrar en la chica con la que te hayas citado. Esa mochila podría ser su confusión sobre su condición sexual. Quizás sea una chica que está conociéndose y que aún no sabe si es bisexual o lesbiana. Indudablemente, y por mucho que te atraiga sexualmente, no te plantees la posible cita como una oportunidad de “curarla”. La orientación sexual no es una enfermedad y debería ser, siempre, una elección libre. Si es bisexual quizás tengas una oportunidad. Si, directamente, la chica cree que es lesbiana, tómate la situación como una anécdota divertida para recordar el día de mañana.
La situación económica de la chica en cuestión puede ser otra mochila. Quizás sus problemas financieros pesen demasiado en su ánimo. Escucha, lógicamente, sus problemas; y ofrécele consejo si sabes de finanzas, pero no te conviertas en una ONG prestamista. Sus problemas económicos no tienen por qué ser los tuyos. Tú has acudido a esa cita a ligar no a hacer obras de ayuda social. Así de claro.
Otras mochilas que podrías encontrarte lastrando vuestra cita o dificultando la aparición de una conversación más divertida podrían ser que la chica padezca un problema de salud, que tenga problemas laborales, que alguien de su familia esté enfermo… Las posibilidades pueden ser muchas y, muy probablemente, si la chica se siente confiada, acabará hablando de ello. Escúchala, sobre todo si esa chica te interesa. ¿Qué mejor manera de conocerla que escucharla hablar de aquellas cosas que verdaderamente le preocupan? ¿Qué mejor modo de hacerle ver que puede confiar en ti? Después de todo, piénsalo bien: ¿quién de nosotros está libre de todo tipo de mochila?