De Marujita a Lolita

Lo dice la canción: “quererse no tiene horarios ni fecha en el calendario”. No te había pasado nunca pero, de repente, sucede que un día, sin saber muy bien por qué, te sientes atraído por alguien con una edad muy diferente a la tuya. Puede ser una mujer que te lleve unos cuantos años o una joven recién entrada en la mayoría de edad y a la que eres tú el que lleva algunos años. Incluso pudiera suceder (el corazón y el deseo tienen sus propios argumentos y sus propias reglas y sólo a ellas obedecen) que esa persona que tanto te atrae y que te quita el sueño no haya cumplido todavía esos dieciséis años a partir de los cuales se considera en España que existe lo que se llama consentimiento sexual y que, por tanto, marca el límite entre lo que pudiera ser considerado pederastia y lo que no.

Lógicamente, y aunque podamos entender todas las razones que el deseo esgrima en su defensa, desde aquí no vamos a justificar ningún tipo de actitud pedófila ni muchísimo menos la vamos a alentar. Ser Humbert Humbert sirve para protagonizar una novela eterna como es la Lolita de Nabokov pero para poco más. Además: tampoco puede decirse que la experiencia que nos narra Nabokov en su novela sea demasiado alentadora como para que un adulto pueda sentirse impelido a correr tras una ninfa.

Pero que haya que huir como del diablo de ese tipo de deseo no quiere decir que debamos huir de todo tipo de atracción hacia mujeres con las que mantenemos una gran diferencia de edad. En esos casos debemos tener ciertas prevenciones, claro; sobre todo si deseamos que lo que es un cruce ocasional de deseos que coinciden y fructifican en un polvo más o menos olvidable, más o menos imperecedero, pase a convertirse en algo más estable y duradero. ¿Por qué? Porque las estadísticas son sabias y nos dicen que ese tipo de pareja en las que las edades de él y ella son muy diferentes suelen acabar en fracaso. El porcentaje de parejas fracasadas, dicen las estadísticas, es directamente proporcional a la diferencia de edad entre los dos miembros de la pareja. A mayor diferencia de edad, mayor posibilidad de fracasar.

Una vez asumido el riesgo, y si se te ha metido entre ceja y ceja (es que no puedes dejar de pensar en ella) el seducir a una mujer mucho mayor o mucho más joven que tú, debes tener en cuenta que puede ser que tengas que volver a vivir experiencias que ya viviste o que dejes de vivir experiencias que por tu edad te correspondería vivir. Pongamos un ejemplo. Si sales con una universitaria es probable que tengas que volver a vivir (o que vivas por primera vez, si tu edad tira ya para respetable) la experiencia del botellón. Lo harás por ella, claro, no tanto porque tu cuerpo lo pida. Lo harás para que vea que, más allá de sus magníficas curvas, su encantadora sonrisa y sus duros y puntiagudos senos, te interesa su vida, su día a día, su modo de vivir y de gozar la vida.

Claves psicológicas

En una pareja con gran diferencia de edad entre sus miembros es fácil que la persona mayor asuma un rol dominante o, cuanto menos, intente atraerse a la otra a su terreno sirviéndose de su mayor experiencia. En ese tipo de relación entre dos personas con gran diferencia de edad es factible que una de las dos asuma un rol paternal o maternal respecto a la otra.

Hay psicólogos que afirman que se busca a una pareja mayor para sentirse protegido y a una menor para satisfacer las necesidades de control de la relación. Ciertamente, esa puede ser una generalización demasiado arriesgada. ¿Y si sucediera que, en el fondo, la persona mayor intentara recuperar las experiencias de su propia juventud gracias a la relación con una pareja mucho más joven? ¿Y si la persona menor se siente atraída por la experiencia o, incluso, la madurez de una persona mayor que ella? ¿Y si, en definitiva, cada pareja tuviera una motivación exclusivamente personal y distinta a la del resto de parejas? Sé absolutamente sincero contigo mismo y pregúntate qué buscas en esa persona. Tu respuesta te ayudará a vivir la relación de una manera más natural y a ser consciente de hasta qué punto puede resultar exitosa.

La cuestión sexual

Un aspecto que, lógicamente, deberás tener en cuenta si entre tu objetivo a seducir y tú hay una notable diferencia de edad es la manera de vivir el sexo. No es lo mismo llevarse cinco años que llevarse diez o quince años, y no es lo mismo tener esa diferencia de edad en el seno de la pareja cuando uno de los miembros de la misma tiene veinte y pocos años y el otro treinta y pocos que cuando uno tiente cuarenta y tantos y el otro ronda los sesenta. Hay un desequilibrio cuantitativo, sí; pero también cualitativo. Quizás uno de los miembros de la pareja espere más de lo que el otro pueda dar. O quizás, incluso, uno dé mucho más de lo que el otro pueda estar capacitado para recibir.

De la situación anterior puede derivarse una más o menos acusada insatisfacción sexual y la insatisfacción sexual es, también las estadísticas lo dicen, uno de los motivos de la aparición de la infidelidad. La infidelidad es una de las grandes preocupaciones de aquellas parejas cuyos miembros mantienen una notable diferencia de edad. La parte más joven puede exigir más sexo y, al no obtenerlo, puede buscarlo fuera del ámbito de la pareja.

Y es que el sexo, queramos o no, es parte capital del engrase de los mecanismos que hace funcionar la pareja. La mujer, con la edad, debe enfrentarse a los cambios corporales que acarrea la menopausia. ¿Quiere eso decir que con la menopausia el sexo está condenado a morir? No. Ni mucho menos. Pero sí que, a partir de ese momento, hay que contar con una serie de factores que pueden mediatizar la vida sexual. Uno de esos factores es, por ejemplo, la disminución de la lubricación natural de la mujer. Que dicha lubricación se vea reducida no quiere decir que no exista el deseo. Que éste se vea disminuido no quiere decir que no pueda ser estimulado mediante, por ejemplo, lecturas eróticas. Que las contracciones orgásmicas se hagan más débiles no quiere decir que dichas contracciones no puedan ser, también, placenteras. Pero, sobre todo, lo que es importante, se tenga la edad que se tenga, para disfrutar del sexo es no dejar de practicarlo. Como suele decir el lenguaje popular, que nada se oxide ni se llene de telarañas. Es decir: que, llegada cierta edad, hay que seguir disfrutando del sexo aunque de una manera diferente a como se ha venido haciendo hasta ese momento.

Esto también sirve para ser tenido en cuenta cuando es el hombre el que es notablemente mayor que su pareja. Las erecciones no tienen la misma prestancia ni duración a los veinte años que a los sesenta. Sabemos que existe la Viagra, claro, y ésta siempre puede servir de ayuda, pero lo que no hay que olvidar nunca, tanto cuando se habla del hombre como cuando se habla de la mujer, es que la sexualidad abarca aspectos que van más allá de la simple genitalidad. El sexo es algo más que penetración. Aprender esto podría servir para paliar, en algunos casos, los desequilibrios que se producen en el seno de una pareja en la que la diferencia de edad entre hombre y mujer es notable.

Dominar los secretos del sexo no es sólo aprender a controlar la eyaculación. Si seguimos situando a ésta en el alfa y el omega de nuestras relaciones sexuales seguiremos reduciendo de manera dramática nuestra capacidad para gozar de ellas. Aprender a disfrutar de los preliminares y dominar las diferentes técnicas sexuales que no tienen que ver directamente con la penetración nos ayudará a paliar las diferencias que, a nivel sexual, podamos encontrar en el seno de una pareja con una gran diferencia de edad entre sus miembros. Si deseas aprender algunos trucos para mejorar tu vida sexual visita las dos siguientes webs: eroticafactory.com y eromasaje.com. En ellas podrás encontrar suculentos consejos para incrementar tus dotes como amante.