El ligar siempre tuvo su ritual. Un tiempo de preparación en casa: el peine que va domando el remolino rebelde, el afeitado concienzudo, el desodorante y el perfume a raudales, la depilación perfecta, la búsqueda del sujetador ideal, la ropa probada y reprobada ante el espejo, el carmín y la raya de ojos perfectamente aplicados… ¿Y después? Después de todo ese ritual preparatorio llega la hora de la verdad, la de bucear entre las sombras de la discoteca con la sonrisa insinuante pintada en los labios y con los ojos escrutando el más mínimo atisbo de esperanza. Y la de tragarse la vergüenza mientras se busca algo ingenioso que decir. Y la de arriesgarse a recibir la ducha fría de uno no. Y la de sobreponerse a él e insistir en la búsqueda de otro objetivo. Y también la de esperar, claro. Sobre todo antes y si eras chica. Al fin y al cabo, no estaba demasiado bien visto que las chicas tomaran la iniciativa y se lanzaran a la caza y captura del macho deseado. Eso lo hacían las sueltas, las busconas, las que buscaban un magreo rápido y precipitado en cualquier rincón de la discoteca o, si el chico tenía coche, en el asiento trasero del mismo. El resto, no. El resto tenía que usar del disimulo para ponerse a tiro. Esperar a que ellos se decidieran a dar el paso.
Sí, el ligar era un poco eso. Por suerte, todo eso fue cambiando. El ligar se fue convirtiendo en otra cosa y, al final, llegó la revolución de internet para ponerlo todo patas arriba cambiando rituales, modas y maneras de actuar. Ahora el afeitado, el desodorante, la depilación y la elección de ropa y carmín se resumen y concentran en un acto que también tiene una importancia capital: la elaboración de un perfil que, introducido en una web de contactos, actúa a modo de anzuelo para que, en el río revuelto de la oferta y la demanda de hombres y mujeres con ganas de “ligar”, pesquemos lo que se desea.
Pero, ¿qué es lo que exactamente se desea? ¿Qué es lo que en verdad busca el usuario de páginas y apps como Badoo, Meetic, Tinder, Grindr o Ashley Madison? Una buena manera de saberlo es conocer las palabras que, en el buscador de dichas páginas, utilizan esos mismos usuarios de los que hablamos. Esas palabras nos servirán de guía para saberlo.
Sexo, sexo
Ashley Madison, autoproclamada como la página de contactos más importante a nivel mundial en aventuras discretas para gente casada y que cuenta en la actualidad con más de 20 millones de usuarios en 30 países y más de 1.000.000 en España, ha realizado un ranking basándose en sus propias encuestas. Según esta famosa web, la palabra más buscada por los usuarios españoles es, ¡tachín, tachín!, sexo.
¿Habías pensado por un momento en que los usuarios y usuarias que desean ligar por internet buscan encontrar principalmente a la media naranja que satisfaga sus necesidades emocionales, les haga crecer como persona y les confiera esa felicidad imprescindible para transitar la vida de una manera adecuadamente satisfactoria? Pues, si lo has pensado, si de verdad y honradamente lo has pensado, lamentamos contradecir tus sueños románticos.
La gente busca mojar. Meter o que le metan. Gozar del sexo. Eso es lo que busca la gente. La que está sola y la que tiene pareja. Follar. Chupar. Comer y que le coman. Mamar. Hacer una felatio y que le hagan un cunnilingus. Eso primordialmente. Después, ya se buscan otras cosas. Pero después. Lo primero es lo primero. Y lo primero es el sexo.
Es en el segundo punto de la lista cuando aparece el amor. Pero sólo para los hombres. La mujer, por su parte, tiene como segunda palabra de búsqueda precisamente la palabra “mujer”. Según los expertos de Ashley Madison, ese hecho plasma la necesidad de la mujer de reafirmar su personalidad como tal. De diferenciarse. De, en cierto modo, retratarse a partir de su género. De homologarse, quizás, al resto de usuarias que, como ellas, se han asomado al ventanal de la web.
Hay una cosa, sin embargo, en la que hombre y mujer vuelven a coincidir en su orden de búsqueda. ¿La adivinas? El trío. Sí, sí, no te frotes los ojos: el trío sexual, el célebre menage à trois. Hombres y mujeres tiene el trío como tercer elemento en su orden preferencial de búsqueda. Al parecer, la fantasía sexual del trío está muy arraigada en la mentalidad de hombres y mujeres españolas. Del mayor o menor grado de hetero o bisexualidad dependerá, si los astros de internet se alinean y el trío al final se hace efectivo, la composición del trío.
Sólo en cuarta posición como palabra de búsqueda figura, para las mujeres que buscan ligar por internet, el amor. ¿Después del sexo y del trío? Pues sí. Después del sexo y del trío, pero antes de palabras como “negro”, “sumisas” o “sado”. Por ese orden, además. Afortunadamente, parece ser que de aquella mujer cuyo papel a la hora de ligar se limitaba a hacerse visible para los hombres que tuvieran a bien acercarse a ellas queda ya (o va quedando) poco. Hoy, por suerte, la mujer se ha vuelto activa también en la faceta ligona y toma sus decisiones y emprende sus iniciativas. Entre ellas, por ejemplo, la de buscar un buen pene que llevarse a la boca, la vagina o a aquella parte de su anatomía en la que quiera sentir el empuje de una buena polla de color. Lo de las sumisas y el sado, bueno, ya sabes: la trilogía iniciada con Cincuenta sombras de Grey ha dejado su marca entre tanta lectora y ha impuesto una cierta atracción por todo lo que tenga que ver con el sadomasoquismo, el bondage, los juegos BDSM y la sumisión sexual.
Una aventura discreta
Los hombres, por su parte, y tras esa pequeña concesión al romanticismo de la búsqueda del amor, optan directamente, al entrar en estas páginas, por buscar la aventura y, ante todo, valoran que esa aventura sea una aventura discreta. ¿Por qué? Porque ese hombre que quiere ligar por internet no es un hombre necesariamente infeliz matrimonialmente. Es más, si le preguntas, te dirá que ama profundamente a su pareja y que sería para él una tragedia el perderla.
Pero ese hombre necesita una mayor actividad sexual que la que le ofrece su vida de pareja y busca esa actividad sexual, esa aventura discreta, para, así, paliar ese déficit vital sin comprometer su estatus de vida ni su día a día. Por eso hay un amplio porcentaje de hombres de entre treinta y cuarenta años que intentan ligar por internet. A esa edad, habitualmente, es cuando se vive la experiencia de la paternidad. Y la paternidad, se quiera o no, acaba afectando a las rutinas eróticas de la pareja. El sexo se resiente cuando aparecen los hijos. Se espacian los encuentros sexuales. ¿Cuántos chistes no se han hecho sobre eso? Y el hombre, que lo echa de menos, busca en estas páginas la recuperación del sexo perdido. Sin compromisos ni adherencias sentimentales. Y, sobre todo, sobre todo, con discreción. Una cana al aire que no le comprometa ni ponga en riesgo todo lo que tiene. Eso, ni más ni menos, es lo que busca el hombre cuando se asoma a las webs para ligar.