¿Tantas ansiedades como personas?
Seguro que lo has escuchado alguna vez o, incluso, puede que lo hayas sentido decir: el intentar ligar puede generar ansiedad, sobre todo en aquellas personas que no dominan el arte de la seducción y que, por ese motivo, se sienten derrotadas antes de que ni tan siquiera haya empezado “la lucha”.
En cierta medida, la ansiedad es uno de los rostros que puede presentar el miedo. Cuando la ansiedad va relacionada con el acto de intentar ligar, ella es la forma que adopta el miedo a ser rechazado. Así, quien ha sido rechazado una vez piensa de manera pesimista que lo va a ser siempre, y eso provoca esa ansiedad que, llevada al extremo, puede empujar a la persona que la padece a renunciar al intento de ligar. Controlar esa ansiedad es, pues, fundamental para poder realizar nuevas intentonas de ligar.
Pero hablar de ansiedad es hablar, en verdad, de un mal que puede presentarse bajo muchos disfraces. Debido a la complejidad de la sociedad actual y al dinamismo con el que ésta evoluciona son muchos los tipos de ansiedad que han ido referenciando los especialistas. De hecho, existen ansiedades que, al menos en apariencia, apenas están “justificadas”, apenas parecen guardar relación con ninguna amenaza en concreto, con ninguna sensación de temor.
En este artículo vamos a realizar una breve tipología de los tipos de ansiedad y vamos a intentar dar una serie de consejos para intentar vencer la ansiedad.
Ansiedad generalizada
La persona que padece este tipo de ansiedad no necesita intentar ligar para experimentarla. Sin razón específica que la justifique, la persona que padece ansiedad generalizada vive en un estado constante de preocupación. La persona que padece este tipo de ansiedad no centra su ansiedad en un área en concreto, sino en varias áreas. Hay personas a las que les puede causar ansiedad ciertos temas laborales y personas a las que se la puede provocar razones familiares o relacionadas con la vida de pareja. Las personas que padecen ansiedad generalizada la padecen por temas que tienen que ver tanto con el trabajo, como con la familia, como con la vida de pareja, el futuro o el dinero. Todo, absolutamente todo, causa ansiedad o puede causársela a la persona que padece ansiedad generalizada. Este tipo de ansiedad, no hace falta decirlo, interfiere en el funcionamiento normal de dicha persona en su vida diaria.
Sólo podemos hablar de trastorno de ansiedad generalizada o TAD cuando ésta dura más de seis meses seguidos. La persona que la padece presenta, entre otros, los siguientes síntomas: dificultad para dormir, irritabilidad, fatiga general y problemas para concentrarse.
Ansiedad social
La interactuación social, el tener que interactuar con los demás, es lo que causa a determinadas personas lo que se conoce como ansiedad social. En nuestro blog ya hemos prestado atención a la fobia social, que sería un temor relacionado directamente con este tipo de ansiedad del que estamos hablando ahora. Quien teme relacionarse con los demás padece, en mayor o menor medida, esta forma de ansiedad que, en gran medida, es anticipatoria, es decir: se padece antes de que tenga lugar ese contacto social al que la persona que padece fobia social tiene miedo.
Este tipo de ansiedad es el que asalta a la persona que teme al acto de ligar, que tiene miedo al rechazo y que siente que, cuando se produzca ese contacto, va a aparecer ante los demás como un ser ridículo o fácilmente rechazable. Vencer este tipo de ansiedad es fundamental para intentar ligar.
Trastornos obsesivos-compulsivos
Una idea intrusiva y persistente que provoca angustia o temor: ésta es la característica principal de los trastornos obsesivos-compulsivos o TOC’s. Las personas que padecen esta modalidad de ansiedad presentan una serie de síntomas. Entre dichos síntomas resaltaríamos la presencia de obsesiones, la realización de compulsiones destinadas a tratar de eliminar la obsesión y el hecho de que las personas afectadas por este tipo de ansiedad tengan conciencia en algún que otro momento de la irracionalidad o el carácter excesivo de las obsesiones que le provocan la ansiedad.
Estrés postraumático
Esta forma de ansiedad es propia de las personas que han vivido una experiencia traumática. La pérdida de un ser querido, por ejemplo, puede hacer que una persona padezca estrés postraumático. Éste se caracteriza por el sentimiento de inquietud, la dificultad para dormir y el sufrir de manera más o menos recurrente la fantasía, experimentada de una manera muy vívida, de que lo acontecido y que provoca la ansiedad volverá, tarde o temprano, a volver a suceder.
La persona que padece este tipo de ansiedad retroalimenta mentalmente su sentimiento de inseguridad y busca, como un modo de protegerse, el aislamiento. Esta persona presenta, entre otros, los siguientes síntomas:
- Incapacidad para recordar algún aspecto importante del traumatismo que provocó la aparición de este tipo de ansiedad.
- Marcada reducción del interés de participar en actividades significativas.
- Sensación de desapego frente a los demás.
- Sensación de un futuro limitado.
- Restricción de la vida afectiva.
Agorafobia
Este es una de los modalidades de ansiedad más comunes en nuestra sociedad. La persona que la padece teme sufrir un ataque de pánico en algún lugar en el que siente que no puede recibir ayuda y del que piensa que no podrá escapar. Por explicar de una manera muy visual este tipo de ansiedad diremos que la agorafobia es una especie de miedo al miedo.
El padecer esta forma de ansiedad resulta un lastre para el día a día de muchas personas. ¿Cómo coger el metro? ¿Cómo acudir a una sala de baile? ¿Cómo ir a ver un partido de fútbol, al cine o al teatro?
Fobias específicas
Hay tipos de ansiedad que están relacionados de manera directa con fobias muy concretas, con miedos muy específicos. Se puede padecer ansiedad cuando debemos enfrentarnos a una situación en especial (el temor a ser rechazados o rechazadas al “entrarle” a una persona podría, perfectamente, pertenecer a este tipo de ansiedad) o cuando estamos frente a un determinado objeto, insecto o lugar.
Las fobias específicas pueden ser muy comunes (fobia a las serpientes, a las ratas o a las alturas, por ejemplo) o no tan comunes, como la fobia a los payasos o coulrofobia, la fobia a conducir o amaxofobia, o el miedo a enamorarse o filofobia.
Remedios contra la ansiedad
Una vez determinada la tipología de la ansiedad, hay que saber ponerle remedio. Apoyarnos en nuestro círculo más íntimo puede ser de gran utilidad. Cuidar de nuestros hábitos alimenticios y de sueños puede ayudarnos, también a vencer la ansiedad, al igual que realizar ejercicio físico y de relajación muscular de manera habitual (el sedentarismo favorece la aparición de crisis de ansiedad) y practicar alguna técnica de relajación. La práctica del Yoga, por ejemplo, puede ser una buena técnica de relajación que puede ayudarnos a reducir nuestros niveles de ansiedad.
Los ejercicios de respiración consciente y profunda utilizando el diafragma resultan muy útiles también para reducir los niveles de ansiedad y, en su caso, estrés. Estos ejercicios, combinados con la práctica de algún tipo de técnica de meditación, servirán para aumentar la actividad eléctrica cerebral y para disminuir el pulso, el latido cardíaco y la tensión arterial.
Finalmente, en el tratamiento contra la ansiedad no hay que despreciar, en los casos más graves, el recurrir a la ayuda profesional de psicólogos que, sirviéndose de sus conocimientos profesionales y de las sesiones de psicoterapia, pueden proporcionarnos las herramientas mentales que necesitamos para acotar la ansiedad y dominarla.
En los casos en los que la ansiedad alcanza mayor virulencia podemos contar también con la ayuda de la farmacoterapia. Medicamentos como las benzodiacepinas, las buspironas o los betabloqueantes pueden ayudar, al igual que algunos antidepresivos, para calmar la ansiedad. Esperamos, sin embargo, que nada de esto sea necesario para aliviar la ansiedad que puede provocarte el hecho de intentar ligar. En nuestros blog venimos proporcionando una serie de consejos que, sinceramente, creemos que pueden ayudaros a eliminar la ansiedad que pueda provocar el acto de intentar ligar sin necesidad de recurrir a tratamientos “extremos”. Suerte.