Recuperar el ánimo
Puede parecerlo, pero la vida no se acaba ahí. Nadie nos es imprescindible para vivir aunque haya agujeros muy difíciles de tapar. Mucho menos nos es imprescindible esa persona que ha decidido alejarse de nuestra vida. Por eso hay que recuperarse. Aunque cueste. Aunque esté la autoestima por los suelos. Aunque pensemos que somos la última mierda del mundo. El fracaso amoroso debe superarse. Las heridas de un divorcio deben cerrarse. Y hay que volverse a abrir al mundo. Hay que buscar nuevos horizontes. Y caminar hacia ellos. La relación de nuestra vida, la que nos va a hacer feliz, la que va a borrar la palabra frustración de nuestro vocabulario, tal vez se encuentre a la vuelta de la esquina.
Pero todo tiene su proceso y exige el paso de sus etapas. Es inevitable que el abandono por parte de la pareja nos cause, en los primeros tiempos, un sentimiento absoluto de negación. De negación de lo pasado y de negación de nosotros mismos. Nos hundimos en un estado depresivo, queremos saber qué es de la vida de la persona amada, nos imbuimos de un sentimiento de culpabilidad que nos imposibilita para la alegría y el disfrute del hecho de vivir.
Conforme va pasando el tiempo vamos estabilizando las emociones. Comenzamos a analizar la relación amorosa fracasada. Inventariamos lo bueno y lo malo de la relación. Nos vamos acercando al momento en el que ya se piensa menos inconscientemente en la pareja. Hasta que un día nos la encontramos por la calle. De la reacción que tengamos al verla dependerá nuestro grado de curación sentimental. Ésa es, en verdad, la prueba del algodón de nuestra recuperación emocional.
Recuperar hábitos y amistades
En ese momento es importante que se haya producido algo capital: la recuperación de los antiguos hábitos. Los hábitos y los gustos dicen mucho de nosotros. Si nos gusta la pintura es el momento de volver a los museos o de volver a coger el lienzo y las pinturas. Si es el deporte lo que nos entretiene, gusta y nos hace olvidarnos de las cosas del día a día, hay que volver a calzarse las zapatillas de running y echarse a correr o, mejor aún, coger una raqueta de pádel y quedar con los amigos para echar un partidillo que nos oxigene y nos haga cambiar el chip mental.
Decimos mejor aún lo del pádel porque lo principal es romper las paredes de la soledad para volver a poner en práctica las habilidades sociales y los rituales y tratamientos propios de la amistad. Recuperar el contacto con los amigos es importante. Muy importante. Tanto, que acostumbra a pasar que el divorciado o separado o abandonado se arrepiente a destiempo de la dejación que hizo en su momento del trato con sus amigos. Por eso no es bueno encerrarse en la vida de pareja y aislarse del mundo. Porque la ruptura siempre puede acontecer y, acontecida, nos deja con las defensas rotas, solos en un territorio hostil.
Y eso que, en ocasiones, la amistad puede actuar como un elemento de presión que puede jugar en contra de nuestros intereses. La gente suele meter prisa para que el abandonado o la abandonada se pongan cuanto antes a buscar una pareja. Dicha presión puede encontrar terreno abonado en las personas que no saben estar solas. El “un clavo quita otro clavo” no siempre da el resultado deseado. En ocasiones, iniciar una nueva relación al poco tiempo de acabar otra puede dar lugar a que se caiga en conductas tóxicas (celos, sumisión, dependencia, etc.). Hay que tener muy presente algo que es fundamental, y es que es uno mismo el que se tiene que salvar. Uno mismo el que tiene que curarse. Nadie va a venir a realizar por nosotros la tarea interna que sólo nosotros podemos realizar y que sólo dará sus frutos si somos nosotros los que la realizamos.
Recuperación de la autoestima
Esa tarea se inicia, fundamentalmente, por una recuperación de la autoestima. Hay que volver a creer en uno mismo. Si no recuperamos esa autoestima, difícilmente podremos “conquistar” a alguien. Después de todo, nuestros gestos y miradas acostumbran a delatar nuestro estado de ánimo y nuestros sentimientos. Si no recuperamos la autoestima, nuestra mirada sólo transmitirá inseguridad y un sentimiento de pequeñez muy alejado de los sentimientos de confianza y alegría que son necesarios para ligar.
Recuperada la autoestima será más sencillo cuidar nuestra imagen, mimarla, hacerla agradable a los demás. Para ello, nada mejor que ser fiel a uno mismo. No hay que fingir. El fingimiento juega en contra nuestra. Y fingir es, por ejemplo, vestirse de una manera que apenas cuadre con nuestro carácter o nuestra edad. Las cosas que se hicieron ya se hicieron cuando tocaba. O no. Pero no hay que hacerlas cuando no toca. No hay nada más patético ni ridículo que el de una persona de determinada edad imitando comportamientos propios de la adolescencia. Claro está que la adolescencia está rodeada de un halo místico. Como si en ella todo fuera divertido o hubiera sido divertido. Sin duda, el olvido es conmiserativo con nuestras penas.
Con la autoestima restañada y la sinceridad a modo de carta de presentación se impone el conocer gente nueva. Para eso hay que derribar prejuicios y miedos y estar dispuesto a transitar caminos que antes no se han transitado. Recuperar las viejas agendas está bien, pero está mejor aún apuntarse a seminarios, cursillos, clubs, actividades al aire libre, etc. Conocer a gente. Eso es fundamental. No importa que sea en un curso de cocina mientras imitamos un plato de Karlos Arguiñano. No importa que sea caminando por la montaña con los miembros del club montañista del barrio. No importa que sea en un seminario de nuestra especialidad profesional. Sólo el conocer gente puede abrirnos la puerta a la posibilidad de encontrar un nuevo amor.
Para conocer gente, qué duda cabe, también sirven las múltiples páginas de contactos existentes en la web y las app diseñadas especialmente para acompañarnos en nuestros móviles y para ofrecernos la posibilidad de conocer a personas a las que seleccionar gracias a sus perfiles. Están ahí, las conoces, y te esperan para ofrecerte una posibilidad de recuperar tus relaciones afectivas. Si, por el contrario, no quieres de momento volver a disfrutar de una relación amorosa y lo único que quieres conseguir es, única y exclusivamente, sexo, pero sexo del bueno, sexo con mujeres maravillosas que te van a hacer tocar el cielo, entonces es todo mucho más sencillo. Hay fantásticas >escorts que te van a ofrecer todo eso. Basta clicar en la web adecuada para encontrarlas. Ellas, a su manera, también te ayudarán a restañar tus heridas.