Estaba aburrido y decidí entrar en el entonces para mí desconocido mundo de las webs de citas. Aunque, a decir verdad, no podría echarle enteramente la culpa al aburrimiento. Éll no me obligo a pulsar “entrar”. De pronto me encontré en un mundo desconocido. Creo que todas las personas que se han unido a un sitio como éste, estará de acuerdo conmigo. Si no has dado el paso, te sugiero que lo hagas.
En este artículo voy a hablarte sobre cómo funcionan por regla general las páginas de contactos y las aplicaciones para ligar. te hablaré, basándome en mi experiencia, de las características básicas que debemos conocer antes de adentrarnos en ese universo.
Todas y cada una de las apps para ligar tienen sus propias características que las hacen diferentes a las demás, pero todas son, en el fondo, muy semejantes. Todas tienen un modo de funcionamiento que, más allá de las diferencias, las hermana.
En este post te hablaré de esas características que las hacen semejantes para, así, darte una idea aproximada de cómo empezar a utilizar las páginas de citas. A mí me han funcionado y te puedo asegurar que no era fácil. Yo nunca fue lo que puede llamarse un ligón.
Buscar pareja: una experiencia no siempre sencilla
No siempre es sencillo ni lo es para todo el mundo el tener éxito a la hora de buscar pareja. Mi propia experiencia personal sirve de ejemplo. No basta con conocer gente. Hay que tener algo más para alcanzar los objetivos que se persiguen. Hay que currárselo.
No recuerdo, o no quiero acordarme, si de joven tuve mucho éxito con las mujeres. Hubo temporadas de mi vida en que yo estuve solo y debo reconocer que esas temporadas no fueron cortas. Mirándolo desde la distancia, me doy cuenta de que era un auténtico fracasado en el arte de ligar con chicas.
Dentro de mi grupo de amistades, yo era el más ingenuo. Una vez me acerqué a una chica (tras haber consultado antes a sus amigos) y le pregunté, nervioso y sudoroso, ¿quieres salir conmigo? Me contestó que sí, mis contactos no me fallaron. Eso fue todo.
De aquel romance recuerdo una cita con ella en la que me emborraché tanto, para superar mis nervios, que de repente me encontré en su casa. Después, sin saber lo que había pasado, me encontré en el coche, de vuelta a mi casa.
No volví a saber nada de ella. Lo único que viene a mi mente es la larga charla que me dio mi padre por haber conducido borracho. Creo que desde ese momento comenzó mi temor a tener de nuevo una cita con una chica.
La mayoría de mis amistades se pasaban el tiempo en locales de copas los fines de semana, bailando y bebiendo todo el rato. No era lo que a mí me gustaba y, de esa manera, estrechaba más aún mis posibilidades de conocer a alguna chica con la que poder comenzar una relación.
Tuve la suerte de evitarme las resacas mañaneras y de tener relaciones esporádicas con borrachas y quien sabe si así pude evitar contraer alguna que otra enfermedad de transmisión sexual.
Timidez, friendzone y baja autoestima
Durante mi vida, el tiempo pasaba rápidamente sin muchas relaciones a destacar. Con frecuencia las chicas que iba conociendo preferían ser mis amigas. Me convertí en prisionero de la famosa friendzone, esa zona en la que las chicas solo te quieren como amigo y de la que siempre hay que huir a toda prisa si se quiere ligar.
Me acabé casando con una chica de Polonia pero, cuando su país entró en la comunidad Europea y el certificado de matrimonio ya no era necesario, se acabó marchando. Un desastre que acabó en divorcio y, como nos casamos con bienes gananciales, me dejó mi cartilla casi a números rojos.
Podría decir que no he tenido mucha experiencia amorosa, ni mucha suerte. A diferencia de la gente que no sabe el porqué, yo sí que lo he sabido.
No ha sido un gran problema, pero sí que ha sido suficiente para meterme en situaciones comprometidas e incómodas. Una vez a una amiga le sugerí de ser novios y ella me dijo: estuve esperando dos años a que me lo preguntaras y, ahora que ya no siento nada por ti, me lo preguntas.
Nunca he sido capaz de leer las señales que me ha dado la vida, es así de simple. En un grupo de psicología estaría todo el día explicando el miedo que tengo al rechazo e incluso a mi baja autoestima.
Si mi vida cambió un día fue porque di un paso al frente y me sumergí en el mundo de las citas online. Al principio me costó adaptarme al medio, pero al final descubrí los trucos y conseguí lo que tanto me había costado en la vida: ligar.
¿Qué son las webs de citas y cómo utilizarlas?
Antes de empezar a utilizar una web de citas debes saber qué son. Técnicamente, extranets a las que se accede mediante registros y claves personales. A algunas de accede de forma gratuita. A otras, mediante el pago de una cuota de suscripción periódica. Lo habitual es que el registro sea gratuito y determinados tipos de servicios, de pago.
El objetivo de estos sites es permitir que la personas interesadas en encontrar pareja o conocer gente puedan crear un perfil personal y buscar a otras personas cercanas a ellas. Para ello, las webs ponen a disposición de sus usuarios una serie de filtros (edad, apariencia física, estudios, hobbies…).
Una vez sabemos qué es una web de citas, debemos saber qué tipo de web nos interesa. Las hay para buscar pareja formal, las hay para buscar amigos, las hay para citarse de forma esporádica con personas que solo quieren sexo casual y sin compromiso, las destinadas a gente que desea serle infiel a su pareja, etc.
Elegida la web, debemos saber cuánto cuestan los servicios prime de la misma. Esto no siempre es sencillo. En ocasiones solo se descubre una vez registrados en la web.
Para contratar los servicios de pago es habitual aportar la tarjeta bancaria para, así, contratar una suscripción periódica de renovación automática.
Mi siguiente consejo como persona que vivió una experiencia semejante a la que tú deseas (quizás) vivir es que entres poco a poco en el uso de la web que hayas escogido. Abre un perfil con el mínimo de datos exigibles y dedícate a observar. Ya tendrás tiempo de introducir más datos personales, más aficiones, una foto de perfil que te identifique mucho más… Hazte el medio.
Por ganas que tengas de ligar, mantén una posición de cautela ante las personas que intenten abordarte. Para empezar, no sabes si su perfil es 100% real. Mantén esa misma cautela a la hora de reflejar datos personales.
Finalmente, a la hora de empezar a utilizar páginas de contactos como Meetic, Solteros 50, eDarling o Tinder, entre otras, ten siempre presente que las expectativas de quien está frente a ti pueden ser muy similares a las tuyas.
Respeta siempre a la persona que está al otro lado de la red e intenta no falsear tu realidad. Te engañarás a ti mismo al hacerlo y, además, no te servirá para ligar. La gente que lleva mucho tiempo utilizando aplicaciones para ligar o que conoce en profundidad una determinada página web de citas sabe detectar a los farsantes.
No lo seas. No te ayudará a ligar.