Los nuevos tiempos siempre traen nuevas costumbres y nuevas formas de relación interpersonal. Esto, que afecta a todos los ámbitos de las relaciones entre las personas, afecta también, y directamente, al ámbito del galanteo. Famosos donjuanes como Giacomo Casanova se verían ahora un poco perdidos a la hora de ligar. Y es que la revolución tecnológica y la multiplicación y expansión universal de las redes sociales ha traído bajo el brazo nuevas formas de ligar, nuevas formas de cortejo. La aparición de los smartphones ha marcado, en ese sentido, un antes y un después en la historia del flirteo. Si antes lo habitual era encontrar a la pareja en la discoteca, el puesto de trabajo, la facultad o el trabajo, ahora cada vez son más las parejas que se forman a partir de haberse conocido o de haber contactado a través de un chat o de alguna aplicación para smartphone.

De entre todas las aplicaciones para ligar, la más popular es, sin duda, Tinder. Entre las aplicaciones para encontrar pareja, Tinder es, por decirlo de algún modo, la app reina. Lanzada al mercado en septiembre de 2012, el funcionamiento de Tinder es sencillo: una vez el usuario ha creado su perfil, esta aplicación para ligar le muestra una serie de parejas potenciales, un catálogo en el que aparecen otros usuarios cuyo perfil podría ajustarse al suyo. El usuario de Tinder, en ese momento, podrá dar un “like” a la propuesta de la app o, por el contrario, descartarla. Cuando se produce un “match” (esto es: cuando las dos partes “se gustan”), el chat entre ellas se abre para que, así, las dos se puedan conocer un poco más. Una vez se abre esa puerta, todo es posible, desde que no se dé paso alguno más allá del contacto virtual que permite la app para ligar hasta que se forme una pareja de ésas de las que se decía que son “para toda la vida”.

Tinder, además, ofrece a sus usuarios la posibilidad de contratar las funciones Premium de la aplicación o de contratar la versión Tinder Plus, una versión de esta aplicación de ligoteo que permite cambiar la zona geográfica y conocer a gente por todo el mundo.

Una aplicación para ligar semejante a Tinder (en el sentido de que se prioriza la atracción física a la hora de establecer cruces entre los usuarios) es Bumble. Bumble, sin embargo, presenta una notable diferencia respecto a Tinder. En esta aplicación para encontrar pareja es la mujer quien debe dar el primer paso a la hora de iniciar una conversación. Se puede establecer contacto, sí, pero el hombre siempre deberá esperar a que la mujer inaugure el chat antes de poner algo de su cosecha. Si, transcurridas 24 horas desde establecido el contacto, la mujer no inaugura el chat, éste desaparecerá y deberá esperarse al establecimiento de un nuevo “match”.

Junto a Tinder, una de las aplicaciones para ligar más populares ha sido, durante los últimos años, Badoo. Badoo fue una de las pioneras en la utilización de los recursos de internet para ofrecer a sus usuarios una herramienta para ligar on line. Creada originariamente en 2006 como una página web, la aparición de los móviles digitales hizo que los creadores de Badoo diseñaran y lanzaran al mercado una aplicación móvil que no tardó en convertirse en una de las más populares apps para ligar. Su funcionamiento es similar al de Tinder. Una vez vistas las opciones de contacto propuestas por la aplicación, el usuario de la misma podrá decir si una propuesta gusta o no moviéndola hacia la derecha o hacia la izquierda, respectivamente. Al igual que sucede en Tinder, cuando dos personas “se gustan” se abre la posibilidad de chatear. Esta aplicación para ligar ofrece también la posibilidad de enviar fotos privadas a aquellos otros usuarios con los que se haya establecido contacto. Para ello debe solicitarse y concederse la oportuna autorización.

De entre las aplicaciones para encontrar pareja más populares hay que destacar, también, Meetic. El usuario de esta app para ligar debe crear un perfil más completo que en las otras aplicaciones y posee, también, la posibilidad de utilizar un filtro más selectivo a la hora de buscar personas con las que contactar. Meetic, además de proporcionar la herramienta para poner en contacto a aquellos usuarios que deseen contactar entre sí, organiza eventos en los que el usuario de la app puede conocer a otros usuarios de la misma cara a cara.

Semejante al de Meetic es el funcionamiento de eHarmony. En este caso, el usuario también puede utilizar la página online de esta web de citas o, por el contrario, puede hacer uso de la aplicación para smartphone. Tras rellenar el formulario, el usuario de esta aplicación para encontrar pareja podrá establecer contacto con otros usuarios. Según la propia web, más de 600.000 matrimonios se conocieron en e Harmony.

Junto a Meetic y eHarmony podemos destacar también una app para ligar gratuita y que, en líneas generales, resulta más básica que las anteriormente citadas. Esta aplicación de ligoteo de la que hablamos es OKCupid. Una serie de preguntas básicas sobre gusto, religión, preferencias políticas, etc. sirven a la aplicación para cruzar perfiles y proponer matchs. La suscripción de pago de esta app permite, entre otras cosas, navegar sin ser visto, saber a quién ha gustado nuestro perfil o utilizar opciones de búsqueda más avanzadas.

Las que hemos señalado son las aplicaciones para ligar más importantes, pero no son las únicas. Junto a Tinder, Baddo, Meetic, eHarmony, OKCupid o Bumble también podemos destacar aplicaciones para encontrar pareja como Grindr (diseñada para hombres homosexuales), Happn (que muestra perfiles de personas con las que el usuario se ha cruzado físicamente), Tastebuds (que se sirve de los gustos musicales de sus usuarios para proponer contactos entre ellos), Hater (que busca establecer contactos a partir de lo que se odia en común y no de lo que se ama), JSwipe o Christian Dating (especializadas en poner en contacto, respectivamente, a personas pertenecientes a la comunidad judía o cristiana) o, finalmente, Cuddli, que, sin remilgos ni disimulos, se publicita como una aplicación para ligar destinada a la gente “freak”, quiera eso decir lo que quiera decir y sin ánimos por nuestra parte, lógicamente, de colgar ningún sambenito a nadie.

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