Indagando más allá de la máscara

Cada ser humano es, ciertamente, una incógnita para los demás. Nos preguntamos cómo es el otro y pocas veces podemos realizar un retrato que pueda recoger todos los matices de la personalidad de ese otro cuya incógnita queremos desvelar. Y es que para realizar dicho retrato hay que dominar a la perfección la técnica del claroscuro. Y eso no es sencillo. No es sencillo captar las luces y las sombras que iluminan unos rincones y ensombrecen otros de ese imposible poliedro lleno de aristas y caras de diferente tamaño y forma que es el alma humana. Y es que todo retrato sincero exige el cumplimiento de dos circunstancias. La primera de ellas es que la persona que ha de ser retratada se muestre sin caretas, a pecho descubierto, tal y como es y no como le gustaría ser vista. La segunda, que la persona que ha de realizar el retrato lo haga despojándose de todo tipo de prejuicios, con la mirada limpia y procurando convertirse en una especie de fotógrafo lo más aséptico posible de lo que tiene ante sí.

Es la primera de estas circunstancias la que hace que el ser humano tienda con demasiada frecuencia a ocultar tras capas de disimulo aquello que verdaderamente le interesa. Eso, a la larga, acaba convirtiendo muchos contactos humanos en la simple apariencia de lo que debería ser una verdadera relación. Así, en muchos contactos humanos hablan más las máscaras que nos hemos puesto para relacionarnos con los demás que el verdadero yo que habita en lo más profundo de cada cual.

Esto, claro, puede llegar a tener terribles consecuencias sobre una relación. Si la verdad no aflora ni ve la luz en el momento en que dos personas se conocen y flirtean planteándose seriamente la posibilidad de llegar a algo más, no podemos ver al otro tal y como es, y eso a la larga, puede acabar provocando no la unión de dos personas, sino la de dos máscaras. O sea: algo así como una mascarada, una farsa, un engaño. Por eso es importante hablar siempre con ese otro que pretendemos convertir en nuestra pareja de manera sincera. Por eso hay que quitarse las caretas y hablar de la manera más sencilla y clara posible de aquellas cosas que más nos preocupan a la hora de iniciar una relación. Porque sólo así podremos evitar desagradables sorpresas y prematuros desengaños. Y es que las máscaras, tarde o temprano, acaban por caer. El tiempo es un gran aniquilador de máscaras. Para mantener una máscara en el tiempo hay que ser persistente hasta lo obsesivo. Y eso es difícil, máxime teniendo en cuenta que, como siempre está ahí y es muy testaruda, la verdad acaba, tarde o temprano, por aflorar. Como la humedad.

Así, siempre resultará mejor conocer las verdaderas aficiones de una persona a la hora de iniciar una relación. Mejor conocer sus ideas políticas o, por ejemplo, qué piensa del aborto. Mejor, sin duda, conocer los gustos sexuales y las aspiraciones eróticas de una persona antes de decidir compartir con ella la intimidad de los siguientes años de nuestra vida.

¿Qué opina ella del sexo?

El sexo es parte importante de nuestra vida. De hecho, el sentirse satisfechos o no en dicho terreno es muchas veces determinante a la hora de determinar el éxito o no de una pareja. Por eso es importante conocer los gustos sexuales de esa persona a la que queremos conquistar. Pero para conocer esos gustos hay que enfrentarse directamente a un hecho: hay que hablar de sexo. Y hablar de sexo con una chica no siempre resulta fácil.

En este post vamos a proporcionarte una serie de consejos para que puedas hablar de sexo con una mujer asumiendo de antemano que tratar dicho tema puede resultar embarazoso, sobre todo si se fuerza la conversación, si ésta no nace cuando tiene que nacer. Eso no quiere decir, sin embargo, que debamos esperar in aeternum a que sea ella quien saque a colación el tema.

Las circunstancias, en ocasiones, hay que provocarlas. Con delicadeza, sí. Con finura, sí. Pero buscándolas. Por ejemplo: ¿no permitiría abrir el tema de los gustos sexuales el ver juntos películas como, por ejemplo, Cincuenta sombras de Grey? Ésa, sin duda, sería una manera muy oportuna de hablar de sexo con una mujer.

La clave principal a la hora de hablar de sexo con una chica es, sin duda, dejar que las cosas fluyan con naturalidad. Que a ella no le parezca un interrogatorio. Que no sienta un foco encendido a dos palmos de sus ojos. Que no se sienta sometida a un tercer grado. Que se sienta a gusto y cómoda para contar sus intimidades o sus fantasías.

Unidos al de naturalidad aparecen asociados dos conceptos que en ningún caso deben faltar cuando nos preguntamos sobre cómo hablar de sexo con una mujer a la que deseamos conquistar. Esos conceptos son los de relax y comodidad. Que la chica se sienta cómoda y relajada es fundamental para que abra su corazón y muestre parte de lo que esconde allí, aunque ese algo tenga que ver con sus gustos sexuales y sus anhelos. Ninguna chica te va a contestar de buenas a primeras si se masturba regularmente o no, si es una apasionada del sexo anal, si permite o permitiría que eyaculen o eyaculasen en su boca, si sueña con practicar un trío… Si te habla de ello, lo hará siempre en un ambiente relajado. Contribuir a la creación de ese ambiente es una de las tareas a las que debes dedicarte con mayor empeño si quieres hablar de sexo con una mujer.

Para que los puntos anteriormente indicados se cumplan y puedas hablar de sexo con una chica a la que deseas conquistar es necesario que te muestres elegante. Tu lenguaje con una mujer con la que quieres hablar de sexo no puede ser igual que el que seguramente uses habitualmente con tus amigos. La vulgaridad no tiene cabida aquí. Muy pocas mujeres aceptarían hablar de su intimidad sexual ante un hombre que habla de esos temas de una manera basta y presuntuosa. El cómo se dice una cosa o se habla de esa cosa acostumbra a ser más determinante que la cosa en sí.

Como sucede en tantas actividades humanas, la mejor manera de mejorar el estilo en una actividad concreta es practicar dicha actividad. Cuanto más hables de sexo, mejor sabrás hablar de todo lo que tenga que ver con él. Por otro lado, cuanto más intentes hablar de sexo con una mujer, mejor podrás hacerlo con cualquiera de ellas. Para ello, sin embargo, ten siempre presente una cosa: el documentarse es imprescindible para saber de lo que se habla. Y documentarse, en lo determinante al sexo, no tiene nada que ver con lo que se contempla en las películas porno.

Como todo producto cinematográfico, el sexo que aparece en las películas porno es, en gran medida, pura ficción. Mejor documentarte en otros lugares. En internet no te faltarán blogs y webs en los que puedas aprender de qué va en verdad, y más allá de lo que nos enseñe Nacho Vidal, eso del sexo.