Amor de lejos

La mejora de los transportes, la aparición de los trenes de alta velocidad y la democratización de los precios de los vuelos han tenido una influencia directa no sólo sobre el número de personas que se desplazan habitualmente de un punto de la geografía a otro, sino también sobre las llamadas “relaciones a distancia”. Éstas han proliferado en los últimos años (no sólo por la revolución de los transportes, sino también por la expansión de las webs de citgas y las redes sociales) hasta el punto de que muchos de sus practicantes defienden las virtudes de este tipo de relación frente a las de relaciones más convencionales.

Las personas que defienden las relaciones a distancia esgrimen algunos de los siguientes argumentos a favor de ellas:

  • La relación a distancia siempre se mantiene fresca, sin estancamientos y sin dejar un resquicio para que la rutina y, con ella, el aburrimiento, se infiltren en la relación.
  • En la relación a distancia, cada tiempo que no se pasa junto es un tiempo de anhelo. Extrañarse mutuamente es la mejor manera de anticipar y preparar el ambiente para que se produzca un encuentro sexual explosivo.
  • En el amor de lejos se mantiene un tipo de comunicación que redunda en un mayor efecto de intimidad. El querer absorber al máximo lo que la otra persona puede darnos en ese momento (lo que nos cuenta sobre ella en un mail o un comentario en la red o por mensajería instantánea) hace que prestemos más atención a sus opiniones, gustos, etc.

Más allá de la defensa a ultranza que de este tipo de relación puedan hacer sus paladines, hay que tener en cuenta que las relaciones a distancia no son fáciles. Por ejemplo, ante cualquier quebranto que plantee la vida, ante cualquier momento de dificultad, la persona que mantiene una relación a distancia puede sentirse más sola que aquélla que no tiene pareja. El sentimiento de la soledad, en este caso, puede verse acrecentado por la lejanía y la falta de la persona amada. Se la echa en falta y se la necesita, pero ella no puede acudir; y eso deja un sentimiento de carencia en quien necesita, en un momento determinado, ese apoyo.

Otro aspecto que puede afectar negativamente a la felicidad de las personas que mantienen una relación a distancia es la desconfianza o la inseguridad. Dudar de la fidelidad de la otra persona puede convertirse en una tortura diaria muy difícil de sobrellevar. Y sentirse torturado o torturada no es el mejor modo de ser feliz. Los celos, que siempre acaban afectando en mayor o menor grado y de manera negativa a todo tipo de pareja, pueden resultar demoledores para los muros estructurales de un amor de lejos.

Por eso es importante que cada uno de los miembros de la pareja se plantee antes de sellar la relación y de manera completamente sincera si puede mantenerse fiel a una persona que está lejos y a la que se tardará en volver a ver. Si hay dudas sobre la respuesta, lo mejor es no establecer una relación de este tipo, ya que nunca faltarán tentaciones para quebrar ese pacto de fidelidad sobre el que, muy probablemente, se pretenderá sustentar la relación a distancia.

Consejos para mantener una relación a distancia

Para mantener fresca una relación de este tipo hay que seguir una serie de consejos que vamos a darte a continuación.

El primero de ellos es el de comunicarse a diario. En el amor de lejos es más necesario que en ningún otro la comunicación. La falta de la misma provoca el “enfriamiento” de los sentimientos mutuos. Por mail, por vía telefónica (ya sea de viva voz, ya mediante whatsapp u otro tipo de mensajería), por cualquier red social… cualquier medio es bueno para contarse cosas y transmitirse sentimientos. Si es varias veces al día, mejor que mejor.

El segundo es el de intentar, en la medida de lo posible, visitarse. La frecuencia dependerá de muchas cosas (también del factor económico, claro), pero ésta debe ser lo más alta posible. La relación a distancia se sostiene también sobre la posibilidad de verse alguna que otra vez. La imposibilidad de verse en absoluto convierte una relación a distancia en otra cosa. Un amor de lejos no es un amigo de Facebook.

El tercer consejo se fundamenta en la necesidad de implicar a la otra persona en los aspectos más íntimos de la vida. Si mantienes una relación a distancia, no dudes en convertir a la otra persona en tu apoyo y en que ella se sienta como tal. Al mismo tiempo, tú debes servir de apoyo cuando esa persona te necesita. Como hemos comentado antes, la falta reiterada de sentirse apoyado tiene un efecto negativo sobre el nivel de felicidad. Si éste no se eleva gracias al mantenimiento de una relación, aunque sea a distancia, ¿qué sentido tiene el mantenimiento de dicha relación?

Establecer expectativas juntos, proponerse planes que compartir, soñar en voz alta y a la vez con la llegada del día en que, por fin, estéis juntos, son otros de los aspectos que hay que fomentar y cuidar cuando se mantiene una relación a distancia. La sinceridad mutua, qué duda cabe, es otro de los factores a mimar. Hay que aceptar que la relación a distancia es una relación diferente, extraña y arriesgada. Hablad de esos riesgos y exponeos mutuamente vuestros temores. Compartidlos. Hablad sobre ellos. El hablar os ayudará a conoceros y ese conocerse mutuamente actuará como aglutinante en vuestra relación.

Para mantener ese amor de lejos durante mucho tiempo es preciso, también, aislarse de las voces agoreras. Si mantienes una relación a distancia no faltará quien, en tu círculo familiar o de amistades, te augure un final catastrófico para la misma. Haz oídos sordos. Si vuestra relación tiene que finalizar que sea por la influencia de estados de ánimos o por sentimientos propios. Que la opinión de tercero no ponga fin a un tipo de relación que, como ya has visto, puede ser para muchos la relación ideal.