Las virtudes de la carta de amor

“Te cubriré de amor la próxima vez que nos veamos, con caricias, con éxtasis. Quiero morderte con todas las alegrías de la carne, hasta que desfallezcas y mueras”. La mano que escribió estas palabras de amor y esta declaración de intenciones que podría caber perfectamente en un whatsapp fue la misma mano que escribió las desventuras amorosas de Emma Bovary. Flaubert, enamorado hasta las trancas de la poetisa Louise Colet, escribió a la que entonces era su amante una carta de amor en la que se recogían las palabras anteriores. Con palabras semejantes, el autor de Madame Bovary se añadía a la lista de todos los escritores famosos que se sirvieron de las epístolas amorosas para encender o incrementar el fuego de la pasión en el cuerpo y la mente de sus amadas.

Entre los escritores famosos que han dejado para la posteridad grandes cartas de amor podemos encontrar, aparte de a Flaubert, a autores de la talla de Jean Paul Sartre, de Honoré de Balzac, de Franz Kafka, de Mark Twain… Si el primero dedicaba a la también escritora Simone de Beauvoir enrevesados circunloquios como aquél que decía “eres mía y las cosas son mías y mi amor altera las cosas a mi alrededor y las cosas a mi alrededor alteran mi amor”, el segundo confesaba a su fan y enamorada condesa Eveline Hanska que no podía unir dos ideas sin que ella se interpusiera entre ellas. Podríamos encontrar más ejemplos, cartas de Frida Kahlo a Diego Rivera, del obscenísimo James Joyce a su mujer, de Henry Miller a Anaïs Nin… Incluso de Napoleón a Josefina. El que era entonces amo de más de media Europa y había dejado media Europa salpicada de algunos que otros miles de cadáveres expresaba a su mujer su deseo de cubrirla con un millón de besos “debajo del ecuador”.

Si todas esas figuras se servían de la carta de amor para conseguir sus objetivos, ¿por qué no vamos a hacerlo nosotros? ¿Porque la carta de amor se considera demodée? ¿Porque la carta de amor se considera algo viejuno? Si somos de esas personas que tarde o temprano acaban aplaudiendo los encantos de lo “vintage”… ¿por qué vamos a despreciar el encanto un poco trasnochado de la carta de amor? ¿Porque resulta ineficiente? ¿Porque escribir una carta de amor no sirve para ligar? Nosotros, ciertamente, no pondríamos la mano en el fuego al respecto. Seguramente, la efectividad de la carta de amor dependerá en buena medida de la calidad o emoción o sinceridad que transmita la carta en sí y, sobre todo, del carácter de la persona que tenga que recibirla y de su predisposición nata a valorar de manera positiva o no ese tipo de expresiones sentimentales. Si la persona que tiene que recibir la carta de amor es una persona amante de la lectura, qué duda cabe que valorará más la epístola amorosa que si es una persona que, en mayor o menor medida, detesta el leer.

Consejos para escribir una carta de amor

Vamos a ponernos, pues, en la mejor de las opciones posibles. La chica a la que queremos conquistar con nuestra carta de amor es una chica especialmente sentimental y, ¡bingo!, amante de la lectura. Vamos a ponernos, pues, manos a la obra y vamos a redactar nuestra epístola de amor. ¿Qué pasos debemos seguir para hacerlo?

El primero de ellos es ponernos cómodos y buscar el clima ideal para escribir y dar lo mejor de nosotros mismos. La inspiración puede brotar en cualquier lugar, pero lo más recomendable es crear el clima propicio para que aquélla se nos aparezca y nos guíe en nuestra tarea de escritura. A crear ese clima puede ayudarnos una buena música, una fotografía de la persona a la que deseamos escribir, etc.

Antes de escribir una carta de amor debemos tener claro qué es lo que queremos explicar en ella, qué es lo que queremos transmitir. Para ello es necesario hacer una especie de examen de conciencia, un autoanálisis. Sólo podremos transmitir nuestros sentimientos si conocemos la naturaleza verdadera de los mismos. Y el mejor valor de nuestra carta de amor, aquello que debe hacer que nos sea útil a la hora de ligar, es que transmita de una manera sencilla y clara unos sentimientos tan positivos como sinceros.

A la hora de escribir una carta de amor debemos también tener presente a la persona que va dirigida y a lo que hemos vivido con ella. Recurrir a los recuerdos compartidos puede ser una buena manera de generar empatía. Alabar la personalidad de la chica a la que escribimos, una manera de hacer que se sienta halagada y valorada. Se pueden alabar también, claro, sus características físicas, pero limitar la alabanza a los encantos físicos de la persona a la que queremos conquistar puede dar a nuestra carta de amor un aire de superficialidad que le reste valor a la hora de conseguir el objetivo que perseguimos con ella.

Cuando escribamos una epístola amorosa debemos pensar no sólo en el pasado compartido con la destinataria de nuestra carta; también debemos pensar en el futuro y en todo lo que nos gustaría compartir en ese futuro que hipotéticamente vamos a vivir (hay que pensar en positivo) con esa persona a la queremos conquistar.

Borrador de la carta de amor

Si tienes cierta práctica como escritor puedes arriesgarte a escribir una carta de amor directamente, sin pasar por el trámite previo de redactar un borrador, pero nuestro consejo es que redactes antes un borrador. Hasta los escritores más avezados en el oficio escriben y reescriben, tachan y corrigen.

Otro consejo a tener en cuenta: no te cortes un pelo al escribir una carta de amor. Al decir que no te cortes te estamos diciendo que no tengas miedo al nombrar tus sentimientos (siempre que éstos, claro, sean limpios y sincero). Que cada palabra de tu epístola de amor diga lo que quiere decir. Que no haya lugar a dudas al respecto. Que todo esté perfectamente perfilado. La carta de amor no puede ser algo nebuloso y ambiguo. Debe ser un puñal, algo que se clave en quien ha de leerla. Algo que deje huella.

El recurrir a fragmentos de obras o poemas de autores famosos puede servirte, también, para explicar mejor tus pensamientos. Eso sí: deja claro siempre que esos versos pertenecen a quien pertenecen. Que la persona a quien escribes no piense en ningún momento que has cometido la desfachatez de robar unos versos a Mario Benedetti y de intentar hacerte pasar por autor de los mismos. Piensa siempre que la persona que va a leer tu carta de amor puede haber leído a Neruda antes de que tú descubrieras esos versos suyos que tan bien te han ido para tu texto.

Una vez hayas escrito el borrador de tu epístola amorosa y estés contento con lo que está escrito en él, busca un papel adecuado para pasarlo en limpio. Un papel especial puede ayudar a dar a tu carta de amor la relevancia que en verdad tiene. Utilizar el color negro al escribir puede restar ese aire de tarea cotidiana que se acostumbra a asociar al color azul.

No olvides poner fecha a tu carta de amor. Si ese amor cuaja, si conquistas a la destinataria de la misma, la fecha de la carta servirá, en el futuro, para marcar un hito en vuestra relación y para facilitar, pasado el tiempo, el recuerdo de esos días en los que vuestra relación empezó a fraguarse.

Al finalizar la carta de amor, y antes de ensobrarla, puedes acompañarla de algún “toque” personal que individualice, más aún, a la epístola amorosa. ¿En qué puede consistir ese toque personal? En una bolsa de té. En unas gotas de perfume. En unos pétalos de flor. Un consejo: no importa el mar de fondo de tus pensamientos mientras escribes una carta de amor con la que quieres conquistar a esa chica que te hace tilín; meter en el sobre un preservativo no es una buena idea. Ya llegará el tiempo, si es que llega, en que esas referencias sexuales tan explícitas puedan ser bien recibidas, aplaudidas y estimuladas. Pero todo a su tiempo.