El riesgo de “colgarse” de alguien

Uno de los riesgos que corre el aprendiz de seductor que quiere conquistar a una mujer consiste en eso que popularmente se llama “quedarse pillado” o, si se prefiere, “quedarse enganchado” o “quedarse colgado”. Esa expresión, en cierto modo, hace referencia al enamoramiento, lo que no es, en principio, malo. Pero tras ella puede esconderse un fantasma que acostumbra a acabar resultando muy dañino: el de la dependencia emocional.

La persona que sufre dependencia emocional respecto a otra acostumbra a relegar sus necesidades a un segundo, tercer o cuatro plano. Los proyectos de las personas que sufren dependencia emocional quedan arrumbados porque ellas centralizan todos sus esfuerzos en intentar que la persona de la que dependen emocionalmente no se aparte de ellas ni les ponga una muralla que les separe. Cuando la dependencia emocional llega a ciertas cotas, las personas que la padecen asisten impotentes al derrumbe progresivo de su vida. No en vano, esas personas acostumbran a verse afectadas tanto en su esfera emocional, como en el entorno social o laboral.

Una persona que dependa emocionalmente de otra podrá perder a sus amigos, podrá perder trabajos, viajes, oportunidades de ocio, dinero. La persona emocionalmente dependiente de otra se convierte habitualmente en una persona celosa y los celos, tengámoslo siempre presente, son un sentimiento que, en mayor o menor medida, acaban produciendo dolor. Una persona celosa no puede disfrutar de la vida pues su imaginación siempre está bordeando el abismo de sentirse abandonada.

Características y motivos de la dependencia emocional

Entre las características que pueden servir para identificar si padecemos o no dependencia emocional podemos destacar las siguientes:

  • ¿Centramos nuestra felicidad solo en estar con una persona determinada?
  • ¿Nuestra alegría depende del trato que nos den los demás?
  • ¿Evitamos siempre llevar la contraria a esa persona especial para, de ese modo, evitar el tener enfrentamientos con ella?
  • ¿Anteponemos los deseos de esa persona a los nuestros?
  • ¿Caemos fácilmente en los chantajes emocionales?
  • Si contemplamos que la persona de la que presuntamente nos sentimos dependientes emocionalmente no está contenta, ¿nos sentimos culpables de ello?
  • ¿Tendemos a aislarnos de todo para estar solamente con esa persona?
  • ¿Nos hemos convertido en una especie de espía de la vida de esa persona? ¿Queremos saber en todo momento dónde está y qué hace? ¿Queremos controlar su vida?
  • ¿Sentimos que nuestra relación con esa persona sólo produce ansiedad?

Los psicólogos especializados en estudiar y tratar la dependencia emocional sostienen que ésta nace de una carencia emocional que la persona intenta llenar de una manera desesperada. Por eso se recurre a afectos efímeros. Por eso convierten unas simples migajas de cariño en el alimento que nutre su emotividad. Después de todo, la sensación de abandono es lo peor que pueden padecer las personas con dependencia emocional. Quedarse huérfanas de afecto es, para ellas, algo verdaderamente doloroso. ¿Por qué? Porque no pueden suplir esa falta de afecto con el afecto que ellas mismas puedan auto-otorgase. Y es que, lógicamente, el dependiente emocional lo es, en primer lugar, porque carece completamente de autoestima. Por eso mendiga cariño. Por eso corre y corre, hasta agotarse, detrás de quien se siente dependiente, emocionalmente hablando.

Remedios contra la dependencia emocional

¿Cómo evitar dichos sentimientos? ¿Cómo autocontrolarse cuando una persona se sabe dependiente emocional? Lo primero que hay que hacer es plantearse la dependencia emocional como una especie de hábito. Muy arraigado, seguramente; y, por tanto, muy difícil de cambiar. Pero todos los hábitos, por muy arraigados que estén, pueden cambiarse. Y la dependencia emocional, también.

Lo que hay que hacer para liberarse de la dependencia emocional es realizar una tarea de desaprendizaje. Lo que debemos hacer si nos consideramos emocionalmente dependientes es cambiar las coordenadas de lo que podríamos llamar nuestro “gps emocional”.

Para ello, la persona que padece dependencia emocional debe aprender a no compararse con nadie y a no buscar desesperadamente la aprobación de los demás. Trabajar la asertividad es, en ese sentido, fundamental. La persona que padece dependencia emocional debe bucear en su pasado y aprender a valorar los logros que entonces alcanzó. Aparte de esto, debe seguir los siguientes consejos para, poco a poco, vencer la dependencia emocional:

  • Si se va a escribir un sms o un whatsapp a la persona de la que uno se siente emocionalmente dependiente, se debe escribir dicho mensaje antes en una hoja de papel para, de ese modo, poner una pausa entre el momento de la emoción pura y el instante de enviar el mensaje. Esa pausa permitirá que la emoción disminuya de intensidad, lo que resultará muy beneficioso para la persona dependiente.
  • Intentar poner tierra de por medio o, dicho de otro modo, buscar el contacto cero. Eso implica no compartir redes sociales, no ir a los mismos sitios e, incluso, evitar quedar con amigos comunes.
  • Vencer el impulso de acercarse a la casa de la persona de la que uno se sienta emocionalmente dependiente, a su lugar de trabajo, a los sitios en que se sepa que disfruta de su ocio. Si se tiene ese impulso, hay que hacer justamente lo contrario. Lo más importante para vencer la dependencia emocional es, como hemos dicho antes, poner tierra de por medio respecto a esa persona de la que somos dependientes. Y ese poner tierra de por medio no es, en el fondo, sino un cambio de hábitos.
  • Aprender a estar solos. No hay que convertirse en “yonquis del amor”. El amor es bello, sí. Y es bello y vivificador saberse enamorados. Pero el amor no puede ser fuente de dolor ni de angustia. El amor debe ser algo sano, no algo enfermizo. Si llega y llega de una manera sana, recibámoslo con los brazos abiertos. Si no es así, gocemos de la soledad. No necesitar a los demás y amarse uno mismo es la mejor manera de prepararse para querer de una manera sana y para gozar de una relación de pareja.

En definitiva, para liberarse de la dependencia emocional hay que volver la vista hacia el yo, hay que dedicar tiempo a nuestras aficiones, hay que saber disfrutar de la amistad, descubrir y desarrollar nuestras habilidades, enriquecernos como personas, disfrutar de las pequeñas cosas que la vida nos ofrece. Nuestra felicidad, así, dependerá en su mayor parte de nosotros mismos. Nosotros seremos los dueños de la llave que nos dé acceso a ella. Esperarla de los demás es condenarse a estar a expensas de ellos. Como el activo de su droga.