El amor no siempre es heterosexual

Sin duda, no se puede hablar de relaciones de pareja del mismo modo que hablábamos hace treinta años. En las últimas décadas se han producido diferentes revoluciones. La primera de ella sucedió en el mismo seno de la pareja tradicional. El noviazgo dejó de ser en buena medida lo que era antes de que se produjera lo que se ha llamado revolución sexual. La generalización del uso de la píldora anticonceptiva y el uso del preservativo potenció en buena medida lo que entonces se llamaba relaciones prematrimoniales y que hoy ya es entendido como algo natural: que las parejas puedan disfrutar de su sexualidad sin por ello tener que pasar por el altar o por su equivalente civil, el Registro, la concejalía de distrito o el despacho de un notario. Por otro lado, el imperativo de que la mujer llegara virgen al matrimonio perdió razón de ser ante el impulso de los movimientos feministas. La mujer no podía ser un apéndice del marido y tenía derecho también a vivir su sexualidad de una manera libre y, a ser posible, gratificante. Y ese paso capital, esa conquista femenina, hizo, también, que las relaciones de pareja cambiaran. Finalmente, el movimiento gay se encargó de poner su granito de arena (o su saco) en la revolución del concepto de pareja. La heterosexualidad quedaba en entredicho y la pareja heterosexual pasaba a convertirse en sólo una forma de pareja más.

Ahora podemos encontrar un amplio abanico de identidades sentimentales. Muchas y muy variadas pueden ser ahora las formas del amor. Corren tiempos en los que lo uniforme, en asuntos de relaciones de pareja, ha perdido fuelle y terreno frente a la diversidad. Una diversidad que en unas ocasiones tiene que ver con las formas de desear y en otras, con el modo de ser y representarse. Esto es algo que, también, todo aprendiz de seductor debe saber. El mundo ya no es tan sencillamente aparente como lo era décadas atrás. Los armarios se van abriendo poco a poco y de ellos va saliendo todo un abanico de personas que conciben las relaciones de pareja, el amor o, simplemente, la identidad personal, de maneras muy distintas.

Veamos algunas de las formas del amor que coexisten en la actualidad. Conocerlas servirá al aprendiz de seductor no sólo para adquirir conocimientos que puedan servir a dicho aprendiz a la hora de mantener una conversación. Conocer esas nuevas formas del amor servirá al aprendiz de seductor para saber en qué territorio global debe moverse a la hora de seducir a una mujer.

Poliamor

Cuando hablamos de poliamor lo hacemos de una forma de amor que rompa con la lógica de las relaciones monógamas y en la que “la práctica y la ética relacionadas con amar de manera simultánea, no posesiva, honesta y responsable a varias personas”. Así, al menos, ha definido esta nueva forma de amor la Polymory Society.

Dentro de las prácticas poliamorosas podemos encontrar muchas modalidades. Podemos encontrar, por ejemplo, las de aquellas personas que valoran como capital el concepto de fidelidad dentro del grupo. Dentro de las relaciones poliamorosas podemos encontrar también la de aquellos miembros de un grupo que, no considerándose exclusivistas, permiten las relaciones abiertas.

Los defensores del poliamor niegan que tengamos una cantidad limitada de amor para dar. Al negar eso, deslegitiman la actitud posesiva de quienes, cicateros, estrechan el límite del dar y recibir amor al ámbito de la pareja. Al mismo tiempo, los defensores de esta nueva forma de amor elevan en todo momento la bandera de la honestidad y la sinceridad con el otro. En el poliamor no puede ni debe existir el engaño. Los celos, por su parte, deben ser canalizados correctamente para evitar que dinamiten la dinámica misma y la esencia del poliamor. Esta nueva forma de amor se fundamenta, sobre todo, en el consenso entre todos los que buscan el placer común.

Asexualidad

Cada vez son más las personas que se declaran asexuales, esto es: libres de deseo sexuales. Los hombres y las mujeres asexuales no experimentan deseo sexual alguno. Ni hacia hombres ni hacia mujeres. Dentro de los asexuales podemos encontrar diversos tipos de personas. Las hay que sienten repulsión hacia el sexo y las hay que se autoproclaman demisexuales, esto es: que sólo sentirían la atracción del sexo si con la otra persona se establecieran lazos profundos.

Pansexualidad

En el caso de esta forma de amor, la atracción sexual no está mediatizada por el sexo o el género de la otra persona. Emparentada con la bisexualidad, el espectro de posibilidades aceptadas por la pansexualidad es más amplio que el aceptado por la dicotomía hombre-mujer o hetero-homosexual que plantea la bisexualidad.

Los pansexuales tienen su propia bandera y esa bandera está formada por tres bandas horizontales de color rosa, amarillo y azul. El azul representa a los que se identifican dentro del espectro masculino; el rosa, a las que se identifican dentro del espectro femenino; el amarillo, el que representa a la atracción hacia los géneros no binarios, es decir, a los que no se identifican estrictamente con lo masculino o lo femenino, sino que lo hacen con lo andrógino, lo transgénero o lo intersexual.

En un próximo artículo de nuestro blog hablaremos de la intersexualidad, de lo que se entiende por género fluido, de la agamia, de la heternorma, de las butch, del movimiento queer, del concepto de cisgénero y del de transexualidad. Esperamos que saber a qué hacen referencia todos estos conceptos te ayuden a saber orientarte en el terreno de juego en el que te debes jugar el ser o no ser de tus posibilidades de seducción.