Que los usuarios de una app de citas no tengan hijos con enfermedades hereditarias graves. Ése es el objetivo principal que se ha marcado el genetista estadounidense George Church al diseñar DigiD8, una app de citas genéticas que, según ha anunciado el propio Church en la página web del laboratorio en el que trabaja, en la Universidad de Harvard, estará disponible “probablemente pronto”. La intención de Church al diseñar esta aplicación de citas es evitar que dos personas portadoras de una misma enfermedad hereditaria grave puedan conocerse a través de su app. Para ello, lógicamente, es necesario que los usuarios de DigiD8 aporten su información genética al registrarse en la app.

George Chuch ha subrayado que las enfermedades revisadas son y serán solamente las enfermedades “clínicamente muy graves”, enfermedades que, según las estadísticas, afectan solo al 5% de los nacimientos. Es decir: que en aspecto meramente genético, toda persona que se registre en DigiD8 podrá ser compatible con el 95% de las personas registradas en esta web de citas genéticas.

¿Pureza de raza?

El proyecto de George Chuch ha sido duramente criticado en algunos medios de comunicación estadounidenses. Para muchos, la existencia de una app de citas genéticas es algo directamente “horrible”. Para otros, el proyecto de Chuch se acerca peligrosamente a la búsqueda de una raza aria supuestamente superior. Es decir: que, según dichos medios de comunicación, el proceso de Church es un proyecto que tiene demasiados puntos de contacto con las ideas y los proyectos que en su día, y desde la Jefatura del Estado Alemán, desarrolló Adolf Hitler.

Church ha rechazado de plano dichas acusaciones y, para defenderse, ha utilizado el ejemplo de una ONG judía, Dor Yeshorim. Esta ONG, fundada en 1983, se marcó como objetivo un fin meridianamente claro: evitar la transmisión de enfermedades hereditarias graves entre los miembros de la comunidad judía. El rabino Josef Ekstein, consciente del carácter endogámico de dicha comunidad, fundó esta asociación sin ánimo de lucro para evitar en la medida de lo posible este tipo de transmisiones. Mediante campañas de análisis de sangre y de detección de mutaciones genéticas en institutos y universidades, Dor Yeshosim ha ido creando desde aquel lejano 1983 una importante y completa base de datos. Los participantes en estas campañas reciben un número de identificación. Cuando dos jóvenes judíos que hayan particiado en dicha campaña deciden tener hijos, toman sus números de identificación y, mediante una línea telefónica que está activa durante las 24 horas, contactan con Dor Yeshosim. A partir de los números de identificación y de la información recogida en su base de datos, esta ONG con sede en Nueva York determina si la combinación genética entre los dos miembros de la pareja es compatible o no.

Basándose en este ejemplo, el genetista George Chuch dice que su proyecto, al igual que el desarrollado por Dor Yeshosim, no tiene tanto que ver con la eugenesia practicada en Alemania o en los mismos Estados Unidos entre las décadas de 1920 y 1970 (aquella eugenesia, afirma Church, “se inmiscuía en las vidas humanas y en sus elecciones reproductivas personales”), como con el intento de ayudar a la gente a entender el riesgo genético que se corre al formar determinadas parejas.

George Church cuenta con la colaboración de la ingeniera de origen indio Barghavi Govindarajan para desarrollar el DigiD8. En un principio, quien desee registrase en esta app de citas genéticas deberá pagar 45 euros al mes. Este pago dará derecho al análisis genético, imprescindible, lógicamente, para registrarse en ella.

Críticas desde la genética

Según algunos genetistas, el proyecto impulsado por Church tiene algunos puntos oscuros o, cuanto menos, no demasiado claros. Y es que la app para citas genéticas impulsada por este genetista estadounidense solo parece apta para evitar la transmisión de las llamadas “enfermedades genéticas recesivas”, es decir, aquellas enfermedades que, para ser transmitidas, es necesario que tanto el padre como la madre tengan el mismo gen alterado. Los trastornos dominante muy graves, es decir, aquéllos que para ser transmitidos solo necesitan de la copia defectuosa de un gen, quedan fuera del ámbito de actuación de la DigiD8.

Por otro lado, los genetistas que, desde la óptica más puramente científica, han puesto peros a la app para citas genéticas de George Church, han recalcado que la DigiD8 no garantiza que un bebé pueda nacer con algún gene mutado. De hecho, hay mutaciones que, debido a cambios producidos en un óvulo o en un espermatozoide, aparecen por vez primera en un bebé. ¿Qué quiere decir esto? Simple y llanamente: que una pareja con todos los genes perfectos puede tener un hijo que sufra una mutación en alguno de ellos. Y esto, lógicamente, el DigiD8 no puede preverlo, lo que, en opinión de los genetistas críticos con el proyecto de George Church, dejaría reducidas al mínimo las presuntas bondades de esta app para citas genéticas.