Quiero contratar una prostituta de lujo

Llevabas tiempo soñando con dar este paso y al final te has decidido. Tanto tiempo llevabas soñándolo como tiempo llevas sin ligar. De hecho, quizás un poco más. Después de todo, no quieres ligar. No deseas ligar, ni bucear en webs de citas buscando algún perfil de chica que se amolde al tuyo. No te apetece para nada implicarte sentimentalmente con nadie en este momento de tu vida. Pero quieres sexo. Te apetece follar. Sin más. Sin tener que cortejar, invitar a cenar, llevar al cine, etc. Y follar con una mujer hermosa. Con un pibón. Por eso, al final, te has decidido a hacer realidad lo que durante tanto tiempo has estado imaginando. Para ello has mirado muchas páginas webs, has leído muchos textos y has visto muchas fotos. Cuando querías hacer alguna de estas cosas, te bastaba ir a tu buscador de cabecera y poner “escorts” o “prostitutas de lujo” para encontrar todos estos textos, todas esas imágenes tentadoras, todos esos nombres que, en tu imaginación, parecen el abracadabra que abre la puerta de un tiempo de placer. Estaban ahí, hermosas y atrayentes, con sus curvas de escándalo, sus pechos exuberantes, sus posturas procaces y sus promesas terriblemente tentadoras.

Una te habla de sus labios carnosos y sus pechos preciosos. Otra, del cariño que pone en todos sus actos. Alguna te oferta su culo como una delicia de gourmet. Todas te ofrecen momentos de pasión y placer. Pero hay una expresión que retumba en tu cabeza: sexo anal. Desde que, siendo adolescente, viste en aquella revista porno en casa de un amigo aquella imagen de un negro con una tranca descomunal follándose por detrás a una rubia espectacular, el sexo anal es, para ti, una especie de experiencia pendiente. Has tenido alguna que otra novia, pero ninguna de ella ha accedido a dejarse encular. Has imaginado que lo hacías mientras se colocaban a cuatro patas y tú, desde atrás, las penetrabas vaginalmente. Una vez lo intentaste, aprovechando el momento de pasión que estabas viviendo con tu novia de entonces. Aquella chica era buena de verdad en la cama. Con ella debutaste en el sexo oral. Aún recuerdas el sabor salino de su vagina, la humedad de su coño empapando tus labios. Ella te enseñó cómo se hace un cunnilingus. Ella te enseñó, también, el placer de una felación hecha como Dios manda. Nadie te ha vuelto a hacer un francés como ella lo hacía. Era una gloria aquella chica, sí. Imaginativa y cachonda. De orgasmo fácil. Se corría con poca cosa. Era ardiente, sí; pero siempre te puso una frontera: nada de meterla por el culo. Por eso se enfadó tanto cuando, saltándote todas sus prohibiciones, intentaste metérsela por el orificio prohibido. Fue una lástima perderla. Quizás con un poco más de tiempo…

Ellas, sin embargo, sí ofertan ese servicio. Y no te hacen esperar. Algunas de las escorts que has encontrado en tu página web de prostitutas de lujo preferida sí te lo ofertan. Gina, Noa, Nerea, Pamela, Martina… Todas hablan de sexo anal en su perfil de oferta. Y todas te atraen, pero al final te decides por Martina. Has visto que es una prostituta que atiende en apartamento privado y que ese apartamento está cerca de tu trabajo. No te costará nada pasarte por allí cuando finalices tu jornada laboral. Además, sus pezones son como a ti te gustan: negros y pequeños. Y tienen pinta de duros. Al menos, seguro que se ponen duros cuando ella está cachonda. Ya lo comprobarás cuando quedes con ella.

Normas para contratar a una escort

Es la primera vez que vas a dar el paso de contratar a una prostituta de lujo y estás un poco perdido. No sabes exactamente cómo proceder. No te preocupes. Es sencillo. Sólo tienes que ser claro y sincero. Contigo mismo y con la escort. Piensa que no debes engancharte a la adicción del placer. Porque placer vas a recibir. Es lo que las escorts te ofertan: placer. Ésa es la mercancía que venden.

No olvides nunca que lo que vas a realizar va a ser un intercambio comercial. Vas a pagar a cambio de sexo. Exclusivamente a cambio de sexo. No recibirás amor. Tampoco lo busques. Ni te enamores. Ten claro que vas a follar y a pasarlo bien. A practicar sexo sin adherencias sentimentales. Puro sexo.

Eso sí: no pienses que sólo contratas un agujero en el que correrte. Contratas a una persona. Y como tal, como una persona, merece ser tratada. Ella te tratará con respeto. Trátala tú igual.
Las muestras de respeto deben iniciarse, ya, en el mismo momento de llamar a una prostituta para concertar una cita. Hay que respetar el horario que ella marca en el anuncio como de atención. ¿Verdad que a ti no te gusta atender cuestiones laborales fuera de tu jornada laboral? Pues a ella tampoco. Piensa que la escort tiene otra vida más allá de su prestación de servicios sexuales. Puede ser universitaria, o secretaria, o cajera de un supermercado, o madre de familia que tiene que recoger a su hijo del colegio o la guardería. Si ha marcado un horario de atención telefónica, llama dentro de ese horario y no fuera de él. Eso también es respeto.

Cuando contactes, infórmate de manera clara sobre los temas que te preocupen (uso o no de preservativo en la felación, trabajo o no para agencia) los servicios que oferta la chica que hayas escogido. Llama a las cosas por su nombre para no llamarte a engaños. Y si es el sexo anal lo que vas buscando, coméntalo sin tapujos y pregunta si ese servicio tiene algún tipo de cargo extraordinario en la tarifa. Puede ser que sí o puede ser que no.

Una vez que te hayas decidido, fija la fecha y acude. Acude relajado y puntual (otra forma de respeto) y, sobre todo, dispuesto a disfrutar.

Paga nada más llegar, por anticipado, y por excitado que te sientas porque seas consciente de que vas a gozar de un polvazo, por favor, no vayas de gallito. El gallito sexual es ridículo ante la experiencia y la sabiduría sexual de la escort. Piensa que ella ha hecho del gozo de sus clientes su profesión y que entre su clientela figura todo tipo de hombres, más y menos dotados, con más y menos aguante. Muy probablemente habrá probado mejores amantes que tú. Pero también peores. Relájate y sé natural. Después de todo, vas a vivir un fantástico tiempo de placer y nadie mejor que una profesional del sexo para llevarte al séptimo cielo. Sus caricias, su mimo y su experiencia te harán disfrutar de un tiempo de placer maravilloso. Gózalo. Lo difícil será que al día siguiente no quieras repetir.