El valor de la sonrisa

Es gratis, humana y un gran recurso a la hora de ligar. Hay estudios que hablan de su capacidad para alargarnos la vida, de su inestimable ayuda a la hora de vencer las dificultades del día a día y de su indudable acción socializadora. Y, pese a ello, pese a haber oído hablar en más de una ocasión de los beneficiosos efectos de la sonrisa, en demasiadas ocasiones tendemos a no tenerla en cuenta, la despreciamos, la tildamos de boba y la arrumbamos en algún rincón para colocar, en el lugar que habría de corresponderle a ella, una seriedad que acaba dibujando en nuestro rostro un gesto hosco y muermo que no es sino el reflejo de tantos otros gestos hoscos y muermos como se ven por la calle.

Si te identificas con este retrato y entre tus objetivos más inmediatos se encuentra el de ligar, ponte frente a un espejo, mírate los labios y, lentamente, intenta elevar sus comisuras. Deja que una sonrisa aflore a tu cara durante unos minutos. Cuando ese tiempo haya transcurrido y la sonrisa ya haya enraizado en tu rostro, échate a la calle. No se te ocurra hacerlo, si en verdad quieres ligar, mientras la hosquedad y el rictus huraño persistan en tu cara.

Lo dicen los grandes expertos en interacción humana: la sonrisa es una señal social de gran valor, un desencadenante de reacciones y actitudes positivas, un abrelatas de corazas humanas. En esa misma línea apuntan todos los coach de seducción, los maestros del arte de ligar. La sonrisa y el humor son fundamentales en el cortejo. El humor es una demostración de actitud social, un indicador de la capacidad de su propietario para afrontar las dificultades de la vida y para soportar los golpes que ésta pueda dar. Esto, al decir de los especialistas en el arte de la seducción, es muy valorado por la mayor parte de las mujeres. En esa señal de ser capaz de vencer dificultades que deja traslucir el sentido del humor y la naturalidad de la sonrisa ellas ven un valor positivo para un futuro padre de sus hijos.

Naturalidad

Claro está que, para que esto sea valorado así, tanto el sentido del humor como la sonrisa deben ser, como hemos señalado, naturales.

¿Cómo puede saberse si una sonrisa es natural o, por el contrario, carga con el peso de un fingimiento interesado? Los que saben de eso de interpretar la gestualidad facial afirman que una sonrisa espontánea producen un efecto que las delata: dibujan arrugas en los ojos y son simétricas. La sonrisa fingida, sostienen, es una sonrisa asimétrica. La persona diestra esbozará una sonrisa más pronunciada en el lado izquierdo de la cara y la zurda la dibujará con un pronunciamiento mayor en el derecho.

El momento en el que brota la sonrisa y su duración también puede ofrecer información sobre su grado de naturalidad. Si la sonrisa brota a destiempo, es decir, si llega con algo de retraso, es fácil suponer que dicha sonrisa no brota desde las fuentes de la naturalidad. Tampoco lo hará si se hace más larga de lo normal.

Por otro lado, debes calibrar, si tu intención es ligar basándote en tu sonrisa y en tu sentido del humor, algo que a veces se olvida, y es tener presente en todo momento que si sales a la calle dispuesto a ligar con un ramillete de chistes de Chiquito bajo el brazo es más que probable que te estrelles en tu intento. No tienes que ser continua e incansablemente gracioso. El sentido del humor es algo diferente a contar chistes uno tras otro o a comportarse como un payaso (en el sentido peyorativo del término). El sentido del humor es la facultad de percibir (y disfrutar) lo ridículo, lo paradójico, lo contradictorio, lo cómico y lo humorístico de lo que se observa, incluso si eso que se observa es en uno mismo.

Quien no es capaz de reírse de sí mismo no posee verdaderamente sentido del humor. Quien sólo es capaz de reírse de los demás acaba generando desconfianza. Reírse de uno mismo, en el fondo, es una muestra de confianza en uno mismo, una demostración de autenticidad y de transparencia ante los demás.

En el Laboratorio de Investigación del Rostro de la Universidad de Aberdeen se realizó hace un tiempo un estudio sobre los mecanismos de la seducción y sobre el modo según el cual las personas reaccionamos a los distintos estímulos llegados desde quien pretende seducirnos. Los resultados de este estudio apuntaban a una conclusión: quien mira directamente a los ojos y sonríe resulta más atractivo.

Azar y seducción

Seguramente pensarás que para llegar a esa conclusión no hacía falta estudiar demasiado ni realizar demasiados experimentos de carácter social. No lo creas. Como sabes, hay estudios de todo tipo. Y en esto de los estudios sobre temas que, en el fondo, son difícilmente mesurables, sucede lo mismo que con los refranes o las expresiones hechas. Siempre hay una a mano para contradecirse con otra. Por ejemplo: “no hay dos sin tres” y “a la tercera va la vencida”. En este tipo de estudios con pretensiones científicas sucede lo mismo. Podrás ver mil estudios que apuntan hacia una conclusión para, inmediatamente, comenzar a descubrir otros experimentos que apuntan hacia la contraria. Así sucede con esto de la sonrisa y la seducción.

En este caso, fue la Universidad de British Columbia quien realizó un estudio sobre el modo que tienen los hombres y mujeres de reaccionar a la sonrisa en el momento de la seducción. Según dicho estudio, los hombres valoran más la sonrisa y la simpatía que las mujeres. Las mujeres, por su parte, preferirían a los hombres con cierto orgullo en los rasgos y un poco de arrogancia en su modo de comportarse. Unos y otros valoran la timidez reflejada en el rostro del otro.

Seguramente este estudio debe haber descolocado a quien quiera conocer gente. Que no lo haga en exceso. La naturalidad de la sonrisa entreabre las puertas. Una vez en el umbral, la suerte también puede influir en el éxito o no de la maniobra seductora. Llegar al sitio adecuado en el momento adecuado no suele depender del seductor. El azar también tiene su influencia sobre los acontecimientos. Si no fuera así, la seducción no sería un arte, sería una ciencia exacta. El hecho de que el azar también influya en los mecanismos de la seducción convierte a ésta en una especie de aventura. Lánzate a vivirla. Eso sí: con una sonrisa en los labios. Ya habrá tiempo de borrarla. O de que te la borren.